Capítulo 39: Jodido cobarde.

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La noche era fresca, confusa y dolorosa.

Fumando en la media noche con esperanza de borrar, cada suspiro, cada pensamiento, cada caricia y cada respiro que he dado por el chico de ojos marrones.

Doy una fumada más, mirando hacia la luna.

Lamento, que te estés hundiendo—Me dice.

—Yo, lamento que tú lo lamentes—Le respondí, sin voltear a esa voz rasposa.

Aun no entiendo por qué haces esto. —Dice con un atisbo molesto.

—Para olvidar...—Dije sacando el humo por mi nariz y sentir una paz dentro de mí.

No quiero que olvides. —Dice.

—Eres egoísta. —Dije, sin sentimiento alguno, todo a mí alrededor estaba moviéndose. —Prometiste que me alcanzarías.

No hubo respuesta de mi acompañante.

Comencé a reír.

—Lo sabía—Reí sin mirar hacia mi acompañante— Eres un jodido mentiroso. —Dije con los ojos llorosos. —Me prometiste una vida mejor, y mira me aquí, fumando marihuana, consumiendo me a mí misma por el simple motivo que no puedo olvidarte.

No estaba en mis manos morir. —Dice.

Reí, negándome.

—Estaba en tus manos, quedarte conmigo. Abrazarme y huir junto con Arabella, pero no te importo, corriste a tu propia trampa. —Dije llena de rencor— Y después de todo, vienes aquí, a media noche, cuando estoy hasta mi puto trasero de Marihuana y me dices que no fue tu culpa y que no quieres que te olvide—Reí.

¡No trates de culpar me a mí, de todo lo jodido que te pasa! —Grita.

— ¡Por favor! —Reí— No te hagas el enojado. Que entre nosotros dos, sabemos que estoy así por tus promesas, porque me prometiste una vida mejor y porque no puedo estar cinco segundos sin estar drogada porque me duele pensar en ti, porque siento que mi corazón se detiene, cada vez que te pienso, cada vez que imagino tu olor, tu tacto y tu maldito pene en mi vagina.

Siento su mano en mi hombro y me retiro.

— ¡Aléjate! —Grité sin verlo aun— ¡No ves que me haces daño! Si me tocas, me perderé y sin ti aquí en mi vida no hay nadie que me lleve a casa.

Sé que él se sintió adolorido tras mi rechazo y sé que le di donde más le pudo; en su orgullo.

— ¡Que dejes de fumar, maldita sea! —Grita arrebatándome el cigarro de marihuana.

— ¡Que no me toques, con un jodido demonio! —Grité y mis lágrimas comienzan a correr por mis mejillas y lo miro. Su impotente cuerpo, pantalones rotos de las rodillas, camisa de tirantes y sus tatuajes a la vista. Sus labios, sus labios rosados y suaves, y su  ceño fruncido, comienzo a obtener ese aroma de él, ese excitante aroma a menta y crema de afeitar. — ¡Eres un imbécil! ¡Eres un imbécil, Zayn! ¡Te odio! —Grité con todas mis ganas.

El lucía adolorido, tan diferente, tan dolido...

¡No me olvides por favor! —Suplica. Y yo niego, el tomas mis manos tan fuerte que duelen. — ¡No puedes olvidar me, Eleanor! ¡No puedes! ... ¡No debes!

Miro mis manos, su agarre es tan fuerte que siento que podrían ser arrancadas de mí.

— ¡Suéltame! —Grité.

Don't forget me |Español.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora