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Cuando estaban siendo guiados a la salida por Merliot una flecha cruzó frente a ellos y fue a parar a una raíz de árbol, Magnus sintió como su corazón comenzó a bombear con fuerza en su pecho y su respiración se entrecortaba, conocía esas flechas, ese ruido cuando se movía a través del viento, su color rojo decorando la parte trasera, miró de donde había provenido, no podía ser su Alexander, él estaba en la sala durmiendo. Entonces chequeó la lengua a llevarse la decepción de ver a Simón y a Raphael a una distancia de ellos ¿Pero qué hacía con el arma de su Garbancito? Jace sacó su espada mientras se ponía a su espalda, Merliot había desaparecido.

— ¿Qué sucede?—preguntó Magnus.

Vio cómo los dos chicos se movían hacia adelante y Simón no bajaba el arco que no era suyo, que los estaba apuntando.

<< ¡Suelta eso, no es tuyo, es de Alexander!>>

—Izzy y Clarissa vienen por acá atrás—dijo Jace.

Alguien había corrido la voz de que estaban en el reino Seelie y seguramente podría haber sido Merliot, Magnus murmuro maldiciones mientras dejaba que sus manos se movieran y con ella su magia, no lo atraparían, no se los iba a permitir, aun tenia cartas bajo sus mangas.

—Magnus, deja esto, no lo hagas— dijo Raphael—no puedo permitir que hagas esto.

Movió sus dedos en círculos y la tierra que estaba bajo ellos, la de color naranja con blancas piedras como diamante, se comenzó a mover alrededor de ellos como si se tratara de un remolino; aún seguían subestimando sus habilidades como el gran brujo de Brooklyn, después de eso desaparecieron. Un segundo después aparecieron en la sala de la casa con resto de tierra a su alrededor, Jace tiró una risa nerviosa porque no se había esperado aquello.

— ¿Qué fue eso?

—Nada.

El brujo caminó hasta Alexander mientras sonreía un poco, cada vez estaba más cerca de recuperarlo.

—No sabía que hacías eso—dijo Jace.

—Hay cosas que es mejor no saberlas—susurró Magnus—tenerlas en secreto, por un bien a todos.

Los dos se quedaron callados mientras trataban de ocultar las indirectas de aquello. El anochecer volvió otra vez, con una tormenta veraniega, la lluvia sonaba en el vidrio de la casa mientras Magnus miraba a través de ella como si fuera a calmar su cabeza, había tantas cosas que rondaba por ella y parecían focos de recuerdos a través de sus ojos, nunca se había mostrado tan vulnerable como lo estaba ahora, no había creído que llegaría a ello, con el tiempo y los momentos vividos los sentimientos se reforzaban, pero ahora se había dado cuenta que no era así, era un dolor punzante en su pecho que le hacía un costoso trabajo respirar o que sus ojos ardieran por la necesidad de llorar a cada momento.

Podía escuchar de fondo el roce de la espada moverse con el viento, Jace estaba practicando en la otra sala, la había hecho personal para sus entrenamientos hasta el momento que deberían volver a huir. ¿Por qué nadie consideraba bueno a los momentos así? Nadie sale a la lluvia, tienen miedo a ser atrapado​ por uno. Pero no tenían la culpa de ser su naturaleza, llegaban en un momento sin dar aviso esperando ser recibidos. Pero Alexander no entraba en ello, no merecía morir, no fue de manera natural.

Conocía a Lilith, la mujer que los demonios y los brujos con maldad en su ser alababan, ella era malvada como Jonathan, era su creación y su príncipe, pero el también lo era, Asmodeus era su padre y si quería vencer a aquel muchacho debía usar el lado macabro que tenían los demonios mayores para pensar en una lucha, no le costaría tampoco, había estado en contacto con tantos de ellos cuando eran invocado que podría con ello con una charla o una acción de intimidación. 

Se cruzó de brazos mientras dejaba escapar un suspiro, nunca le había gustado sacar ese lado, no era de él esa personalidad, pero era importante, mataría a Sebastián y dejaría de acabar con otras vidas, podría lograr su objetivo y liberar al mundo de un psicópata asesino. Apoyó su brazo a la pared y cerró los ojos mientras pensaba que debía hacer, la ayuda de las Seelie ya estaba y estarían presentes cuando los llamara, pero tenía que hacer algo más, tenía que implantar miedo en otro lugar.

—Debo invocar a Asmodeus.

No Me Dejes. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora