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El dolor que sentía en su pecho no era nada a comparación de lo que había aumentado cuando se había enterado de las últimas noticias, iban a cremar el cuerpo de su Garbancito bajo el ritual de su especie. 

Catarina había permanecido en su Loft, iba a tomarse unas décadas y viviría junto con él como Raphael también había hecho, no estaba solo, pero el dolor de su pecho no disminuía para nada. 

La noticia llegó por Jace, había venido en persona y se notaba peor de lo que lo había visto alguna vez, llevaba dos ojeras casi verdes-moradas notables bajo sus ojos, aquellos ojos dorados que una vez fueron interesantes ahora estaban muertos, ya no brillaban como lo sabían hacer. Las heridas de su cuerpo aún se notaban pero ya no parecía reaccionar, parecía que no quería runas para mejorarlas, había muerto junto a Alexander aquella noche, era un muerto en vida, ni el mayor de los duelos Nephilim podría hacerlo volver a lo que era.

— Magnus Bane.

Fueron sus palabras cuando apareció a través de aquella puerta, Magnus había deseado que fuera Alexander, con sus manos detrás de su espalda, con aquella vestimenta de la batalla, con esos ojos tristes que hacía para hacer la reconciliación facil. Quisiera que la muerte de su pareja sólo fuera un sueño, pero solo era Jace, su Parabatai. 

Lo dejó pasar y vio como el rubio comenzaba a sollozar en silencio, sin disimular su dolor, y caía de rodilla al suelo ya agotado. Parecia preocupado y tembloroso, sus manos iban y venian de su cabello tirandolos con fuerza, como si fuese a perder la cordura. 

— Lo van a cremar Magnus, lo van a cremar.

Le había caído como un balde de agua fría aquella noticia a ambos, pero Magnus se estaba enterando en ese momento y lo único que se cruzaba por su cabeza es que no podían permitirlo o caería en la locura, Alexander no podía ser carbonizado aún, aun no podía dejarlos, aun no podía irse dejando tanto sufrimiento con su perdida. 

Después de eso abrazó al Parabatai de su novio, su ex novio, llorando juntos, no solo él había perdido a su novio, si no que Jace había perdido la otra parte de su alma, a su hermano, a su Parabatai y había muerto junto a él ¿Acaso era justo para ellos tener que vivir con ese dolor? Magnus podría hacer un duelo y superarlo en un siglo si el duelo era bien realizado, pero Jace, Jace moriría con aquel dolor de la pérdida de su Parabatai, nadie podría hacerle olvidar aquello.

— No puedes permitirlo, eres brujo, revive a mi hermano —suplicó Jace—, yo puedo ofrecerme si es necesario, si hay algo que rompa la leyes Nephilim no me importará recibir mi castigo si puedo parar este dolor y tenerlo de nuevo.

Magnus también había pensado aquello en un momento de crisis y no lo negaba, pero Catarina se había negado, le había negado a él hacer algo peligroso como eso, porque revivir a alguien iba más allá de lo permitido para un brujo y para la magia digna que tenían, pero no podía evitar pensarlo cada día, quería tener de Alexander una oportunidad más y hacer todo bien.

— Yo...

— Por favor, Magnus.

Lo estuvo pensando después de que Jace se fuera, ambos estaban bajo vigilancia de los demás Nephilim por miedo a que hicieran algo peligroso por la gran pérdida que habían tenido, pero Jace pedía hacer todo lo posible para parar el dolor que tenían dentro, se ofreció sin siquiera titubear a pesar de no saber que pueden haber grabes consecuencias por ello. 

Pero cada vez estaba más seguro de que había escuchado por parte de Will Herondale esas palabras y Jace no era diferente a su antepasado en algunos que otros comportamientos o acciones, si los Herondale se ofrecían darían todo por la causa. Y aunque el brujo tratara de negarlo, él también quería recuperar a Alexander y tener un poco más de tiempo a su lado,  verlo envejecer, pero tenía obstáculos para moverse y pensar tranquilo, porque también estaba bajo vigilancia por su amiga y por Raphael que no le sacaban los ojos de encima por miedo a que hiciera algo.

Cuando el brujo dormía, sin importar en qué momento fuera, despertaba llorando y gritando, sus manos aferradas a las sábanas mientras sentía su cuerpo arder encorvándose en todo el colchón adolorido. Alexander estaba ahí, en sus sueños, sonriendo como el ángel que era, su pelo negro jugaba a caer a sus ojos azulados, y lo esperaba con los brazos abiertos y una cálida sonrisa que solo él sabía tener, entonces cuando iba hacia él para aferrarse a su cuerpo en aquello brazos, Jonathan Morgenstern aparecía detrás del ojiazul y cada noche sucedía lo mismo, una espada atravesaba la espalda de Alexander hasta que salía por su pecho y su Garbancito susurraba su nombre, entonces el despertaba todo asustado. 

Muchas veces Raphael lo despertaba y le decía que solo era una pesadilla, pero no era así, era verdad, no estaba en un sueño, era realidad y le dolía como los infiernos al pensar que esa fuera la escena de aquel momento.

— D...Duele —susurraba Magnus entre lágrimas.

Mientras se agarraba a los brazos de su amigo y lloraba sin ocultar todo lo que sentía en su interior, dolía como los infiernos, quería poder no sentirlo, quería no sentir aquel dolor que sentía en su pecho.

— Todo pasará, todo sanará.

Pero era mentira, no sanaría y debía hacer algo antes de que el ritual de los Nephilim llegará y quemaran el cuerpo de su amado. Él podía salvarlo aunque tuviera que derribar el mundo entero y sacrificar cielo y tierra para hacerlo, quería a su Garbancito con él para calmar su dolor, lo quería vivo, y eso cerraba su decisión. Iba a revivir a Alexander Lightwood aunque le costara todo de él.

No Me Dejes. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora