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JACE.

Tenía una espada en su mano, unas que otras dagas repartidas por su traje de batalla, la estela estaba con él bolsillo aún que no fuese necesaria, había estado practicando las últimas horas de entrenamiento para poder activarlas sin la necesidad de aquel material, no había funcionado cuando estaba cerca de Clary, solo en momentos muy importantes, pero ahora podía hacerlo cuando quería, sin necesidad de esforzarse mucho; caminaba solo por la noche mientras las Seelie lo acompañaban en la oscuridad, lejos de su cercanía, no podía dejar en pensar que algo malo sucedería, nunca había tenido ese presentimiento, pero ahora parecía que cualquier cosa que hiciera fuera malo, debía de ser por la ausencia de Alexander, este era quien se preocupaba por ambos y quién siempre acertaba con sus malos presentimientos sobre situaciones peligrosas.

Se lo habían arrebatado.

Tocó a través del traje donde estaba la runa, estaba a media de desaparecer, desvaneciéndose con lentitud, hacía que la respiración del rubio comenzará a fallar y algo dentro de él se rompía a imaginar cuando la runa se desvaneciera completamente y no tuviera más a Alec, ya no tendría a alguien que hacía lo posible para cuidarlo, no tendría a su hermano, el cómplice de sus misiones, quién lograba equilibrarlo del bien del mal, quién estaría el resto de sus días a su lado, para ser padrino de su hijos, para estar a su lado junto a su boda, quién compartiría cada fiesta y misiones, las caza de demonios ya no podrían realizarse.

—Alec.

Cuando había cruzado manos con Magnus para suplantar a su Parabatai en el ritual que sabían hacer antes de una misión, no era lo mismo, las manos de Alec eran más grandes, ásperas y encajaban bien con las de él, las de Magnus eran todo lo contrario, nada bueno realmente. Apretó en puño su mano desocupada, Alec no merecía aquella muerte, si él no hubiera ido a supervisar algo dentro de la arboleda, nada hubiera pasado, si no Sebastián estaría en su lugar, muerto de una vez por todas.

—Concéntrate niño Nephilim, nos llevaras a nuestra propia muerte si te distraes.

El rubio le miró, Merliot, quién tenía un amorío con su hermana menor Isabelle estaba a su lado, su pelo largo iba trenzado dándole más visibilidad a la hoja tatuada bajo su ojo, tenía una armadura y llevaba una sonrisa pequeña en su cara, como si supieras más de lo que su boca decía, una sonrisa que Jace sabia usar para provocar a sus oponentes en la batallas.

— No confío en ti Merliot, no te quiero cerca, y no, nadie irá a su muerte.

Este se movía en silencio a su lado, solo podía escucharse sus pasos suaves que golpeaban contra el suelo, sino fuera porque estaban hablando, ni siquiera hubiese notado que la Seelie estaba cerca.

— Tú no lo vez, pero tu brazo dice lo contrario.

Jace miró su brazo sorprendido por el comentario, la runa de bloqueo brillaba en su brazo como se lo había señalado aquel chico.

— Clarissa—susurró.

Alzó la mirada hacia la Seelie que seguía mirando aquella runa con curiosidad.

— Debemos correr y apurarnos.

Corrían por la oscuridad a un ritmo rápido, Jace temía que Isabelle ya supiera que estaba haciendo o hacia donde se dirigían, así que mientras iba adelante de Merliot trataba de que la runa de bloqueo volviera a colocarse en su cuerpo como había practicado en los entrenamientos, pero era inevitable, la runa brillaba, Clarissa estaba haciendo algo muy fuerte como para que él pudiera controlarlo, Clarissa dominaba bien sus dones mientras que el chico rubio era la primera vez que intentaba hacerlo en una ocasión que no fuera muy peligrosa.

— ¿Tienes algún plan Jonathan Herondale?

—Distraerlos.

—Eso no es un plan—opinó Merliot.

Jace no se detuvo hasta unos metros del instituto, todas las Seelie que le estaban acompañando salieron de su escondite para que viera que estaban ahí para apoyarlo, podían camuflarse por sus ropas de batalla, pero no tanto como para que los Nephilim no pasaran por desapercibido de su presencia.

—Entonces dame un alumbramiento con tus planes. ​

Después de una charla sobre un nuevo plan de respaldo por lo sucedido, Jace iba delante de Merliot, se la habían arreglado para entrar por la parte trasera del instituto mientras las otras Seelie se encargaban de comenzar a distraer a los integrantes del instituto como se los había asignado.

—No te confíes Herondale, Isabelle es inteligente y va a saber lo que estas planeando—dijo Merliot.

Jace dejó escapar un pequeño susurro con palabras de quejas y molestia, sabía que ella y Clarissa sabrían de sus pasos y estarían esperando por él para poder atacarlo o interrumpir su misión.

—No sé qué haces aquí ¿Por qué estás aquí?

El Seelie alzó sus hombros mientras sonreía con complicidad, Jace hizo una runa en un ventanal para después ver como comenzaba romperse a pedazos, sacando con uno de sus borcegos​ el resto de vidrios, para entrar, entonces algo vio, mejor dicho a alguien vio frente a sus ojos. Era como sentir que su aire se fuera de su pecho, nunca se había puesto a pensar cómo sería volver a verlo, a ver al asesino de su Parabatai, pero ahí estaba, con una sonrisa cínica en su rostro cerca de la biblioteca donde había dejado de rebuscar, y Jace no podía moverse, era como si todo se hubiera congelado, quería hacer algo contra ese chico, pero no podía.

— ¿Cómo está tu Parabatai, Jace?

Cuando el rubio iba a correr para atacarlo y matarlo, Sebastián desapareció como si fuera humo. Y por la puerta apareció alguien que nunca tendría que haber aparecido, Simón Lewis.

—Jace—dijo este.

No Me Dejes. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora