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Al día siguiente Jace parecía a punto de desmayarse, vomitar y arrancar todos los pelos de su cabellera dorada por los nervios a cruzarse a su hermana de cerca después de todo lo ocurrido, Magnus lo sabía, Isabelle era una cadena esencia en aquella hermandad que tenían los tres Nephilim. Esta vez había podido descansar un poco mejor o por parte de Magnus el sí pudo, no hubo sueño, no hubo pesadilla, hubo un descanso mental que le dio energía para el día tan esperado. Irían a matar a Jonathan Morgenstern.

Estaba al lado del cuerpo de Alexander, como solía hacer con habitualidad desde que estaba en esa capsula, deberían dejarle solo y eso estaba comenzando a hacerle retroceder de decisión, no quería dejarle solo.

—Garbancito— susurró.

Pero no debía dudar sobre lo que iban a hacer, estaba haciendo todo para que ninguna persona pasara por lo que él estaba pasando, para que aquel monstruo no siguiera matando a nadie más.

—Me iré, pero no por mucho, regresaré lo antes posible—dijo Magnus— lo prometo.

Un portal apareció a una distancia y una pequeña personita, de pelo rojo salió corriendo, en un abrir y cerrar de ojos de Magnus, Clarissa estaba arriba de Jace golpeándole y gritándole a llantos por la muerte de Simón, insultando y reclamando sus acciones, pero entonces Isabelle salió del portal dejando que su látigo se moviera entre el aire y rodeara el cuerpo de la chica para tirarla hacia atrás.

—Te dije que te comportaras — dijo Isabelle— no estamos para berrinche, Clarissa.

Detrás de ella salió Catarina y Raphael, su amiga venía con un traje que parecía de Nephilim, mientras que Raphael estaba normal, aunque no sabía a qué había venido si se había negado a ir a Edom.

—No puedo, la muerte de Simón— sollozo la pelirroja.

—Dije que yo arreglaría eso—respondió Isabelle con fuerza— ahora decídete si vas a ir a matar a Jonathan Morgenstern o vuelves al instituto.

Magnus quien aún seguía inmóvil por aquella sorpresa de escena, siguió con la mirada a Isabelle quién se acercó hasta Jace y le estiró la mano, el chico rubio se lo tomó y se paró del suelo, para sorprenderse con un abrazo de su hermana, Magnus podía notar cómo se susurraban palabras entre sí. Miró hacia su costado viendo como el portal se desvanecía, y sus dos amigos se acercaban hasta él en silencio.

—Raphael cuidará de Alexander mientras no estamos.

Magnus miró sorprendido a su amigo por su ofrecimiento a ayudarlo de esa manera.

— ¿En serio?

—Es lo poco que puedo hacer.

Se acercó a él y le abrazó con fuerza, sintiéndose confortado por aquella cercanía que tenía en ese momento.

—Estás haciendo mucho más de lo que piensas Rapha— susurró Magnus— gracias.

Se separó y le sonrió a su amiga, agradeciendo también su ayuda con la mirada por ofrecerse a ir con ella a un mundo tan peligroso como Edom, solo para matar a Morgenstern y buscar un libro peligroso para revivir a Alexander.

—Jace Herondale, por orden de la clave, del instituto de nueva York dirigido por Isabelle Lightwood, yo, y por el comité de subterráneos, después de esta misión debes ser entregado para recibir tu sentencia por la muerte del subterráneo Simón Lewis, miembro del clan de Raphael Santiago— dijo Isabelle.

Magnus sorprendido miró a Jace después de ese comentario pero vio como este está tranquilo, miraba a su hermana con orgullo en sus ojos, para después asentir con una pequeña sonrisa, que no demostraba más que tristeza.

—Lo siento Jace— agregó con voz rota Isabelle— lo siento.

Esta vez volvieron a abrazarse con fuerza, para después separarse y caminar hasta la cápsula donde estaba Alec, Magnus estaba frente a ella, podía verla a punto de quebrarse, pero lo retenía dentro suyo, miraba a su hermano con tanto dolor y tristeza, él lo sabía, estaba sufriendo por sus dos hermanos y estaba molesta por no poder hacer nada para poder arreglarlo y protegerlos.

—Parece como si estuviera durmiendo— dijo Isabelle.

Su respiración estaba dificultosa y trataba de sorber el aire para que el llanto no saliera frente a todos los que estaban en la habitación

—Mi Alec, mi hermano mayor— susurró— te arrebataron de nosotros.

La chica se dio vuelta y seco sus ojos para después tomar aire y así mirarlo a él, con una mirada de molestia que Magnus sintió achicarse en su lugar.

—Es hora de irnos.

No Me Dejes. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora