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Dos días habían pasado en Edom, debatiendo cómo seguir, dando ideas para un plan y buscando algo que pudiera sustituir que Jace se suicidara para salvar a su Parabatai. Dos días. No era fácil descubrir el pasar del tiempo en Edom, una de las razones es porque el sol no salía en el Inframundo, solo seguir el vuelo de los pájaros muertos y el ruido de los demonios en caza daban a entender cuando era mañana, tarde y noche. Pero tenían miedo de salir por el asunto.

En una investigación de la cueva, Magnus había encontrado una "mina de oro", no tanto así, pero era un pequeño lago en una "habitación" donde podría mantenerse higiénico, además servía para su consuelo, el agua era tan azul transparente como los ojos brillantes de su Alexander. Había estado pensando tanto en el ¿Dónde estaba su alma? Que ahora parecía solo un robot recibiendo órdenes.

<<Magnus, luchar por ti, por tu bienestar es algo que un Nephilim como yo haría con los ojos cerrados. Todo para que estés bien. >>

No podía imaginar que daño le estaría haciendo, si ya se lo habían ofrecido a los demonios menores para que arranquen su piel. Aunque serían incapaces de ser lastimado, cuando sabían que él iba en su búsqueda, su padre lo necesitaba a él, lo sabía. Se sentó al lado del agua, moviendo con un palo en círculo, viendo como se formaba un espiral, era el momento donde veía todo lo que había hecho en su vida, y hasta qué punto Alexander era importante, como fue que llego y causo todo lo que estaba pasando en él, como para perder la cordura y romper tantas leyes.

—Alexander me cautivó la primera vez que lo vi.

Comenzó a apuntar, se acordaba cuando los Nephilim le habían dado una visita en una fiesta, cuando vio aquella flecha pasar por su lado para dar unas embestidas​ en el cuerpo de su posible asesino, entonces lo vio, un chico sosteniendo de su arco, alto, con ojos zafiros y pelo azabache que lo acomodaba una y otra vez para que no cayera a su cara, su piel de porcelana decorado con runas.

<<Que ardiente. >>

La primera impresión del muchacho, pero había tenido que huir, pero el destino siempre, siempre le gustaba cruzar a las personas que podían cumplir una unión, y esa misma noche como su salvador aquel chico que se presentó como Alexander Lightwood y lo cautivó.

—Me cuidó como si desde el día que entró a mi piel, yo fuera su motivo de cuidado.

Como cuando Alec trató de negarle a ir al instituto para acabar con Valentine, y había estado buscándole desesperado cuando la espada fue activada, creyendo que había muerto con los demás subterráneos cuando en verdad no estaba ahí y llevaba a Madzie a Catarina lejos del peligro.

—Y desde ese día, nos pertenecemos, porque nos amamos.

Magnus asombrado subió la vista viendo a Alexander en medio del agua, su mitad de cuerpo sobresaliendo, su pelo dejando escapar gotas de agua y sus ojos negros suplantando sus ojos azulados. Alexander estaba frente a su vista.

—Alexander.

¿Qué hacía ahí?

— ¿Por qué aún no me buscas?— exigió.

—No quiero más muertos.

El chico estiró su mano esperando que Magnus la tomara, pero este no lo hizo, se contuvo de ir a sus brazos, de ir y tocarlo, se contuvo de gritarle que lo amaba y lo extrañaba.

— ¿Acaso no soy importante para ti?

Magnus contuvo la respiración, esa pregunta había llegado hasta su pecho, lastimándolo.

—He hecho tanto por ti, Alexander.

La risa del muchacho era muy distinta a la de su Alexander, como escuchar gritos de lamentos antes de risas, como si fuese un demonio.

—Te doy hasta mañana la madrugada brujo, o el cuerpo del Nephilim será destrozado por los demonios menores.

Entonces Alexander o el cuerpo controlado por Jonathan desapareció y el siguió aturdido pensando todos los momentos vividos con Alexander mientras miraba por donde había desaparecido; Sus café en la mañana, su inocencia, su humor cuando debía hablar con alguien que no entraba a su círculo de amistades, su dedicación a ser Nephilim, a ser buen hermano, a ser buen novio, a ser buen Parabatai. Después de eso, de tener su momento, fue a preparar a su equipo para seguir el camino. Estaban destrozados emocionalmente...

No Me Dejes. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora