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Magnus usó su magia para hacer una barrera alrededor de la casa para que impidiera ser localizados sin importar del poder que se usara, también hizo una cápsula alrededor del cuerpo de Alexander, para que su cuerpo se conservara y no comenzará a echarse a perder. Era un ángel, un ángel durmiendo, esperando que su príncipe lo reviviera, y eso iba a hacer, iba a traerlo a la vida para que pudieran estar juntos.

— ¿Dónde estamos Magnus?

Volteó un poco su mirada para ver cómo Jace estaba rompiendo el traje de su cuerpo, mientras miraba la casa con curiosidad.

— En casa de Ragnor, su antigua casa. Aquí nadie vendrá.

Volvió su mirada a su chico y apoyó su mano en la pared transparente de la cápsula mientras sentía como sus ojos picaban, pidiéndole llorar por la visión que tenia frente a sus ojos, Alexander estaba más blanco de lo costumbres, su piel de porcelana ahora parecía un blanco grisáceo como papel, sus labios estaban morados blanquecidos, y con ese traje blanco parecía que aún seguían en un funeral. Debía cambiarle su vestimenta para que ese mal momento fuera borrado.

— Magnus.

Volteó irritado con aquella voz, viendo al niño rubio con una venda rodear su abdomen, estaba herido, Magnus sabía que no podía tener a alguien a su lado herido.

— Debes curarte Jace—dijo con firmeza—No puedo tenerte aquí herido.

Un poco de sangre sobrepasaba la venda blanca, en el mismo lugar donde Alexander tenía su runa de Parabatai, que posiblemente se había roto y se había desvanecido con aquel suceso o se estaba desvaneciendo. A través de esa venda era dificil saberlo.

— Lo sé, pero no he traído nada.

Magnus chequeó los dedos e hizo aparecer las pertenencias de Jace como si no fuera nada complicado para él buscarlo. Delante de sus ojos hizo aparecer ropa, la espada serafín y una estela, el chico rubio agarró esta última para comenzar a hacerse runas en todo su cuerpo. Una vez más volvió la vista a su Garbancito y uso su magia una vez más en él, deshaciéndose de ese traje blanco para cambiarlo por su ropa habitual.

— Si cariño, esta es tu ropa—susurró Magnus—Siéntete cómodo.

Sabía que estaba viéndose un poco loco por sus comportamientos, pero no podía negarlo, estaba perdiendo un poco la cabeza cada vez que miraba a su Garbancito y no era recibido por aquellos ojos azules como pasaba habitualmente. 

La visión de una espada clavándose mientras hacia un ruido desgarrador y la sangre bajaba por la piel porcelana de su ojiazul, cayendo de rodillas mientras sus ojos azules brillaban y después se apagaban, era algo que recreaba a cada momento. Sus manos sufrían un temblor y debía agarrar de su chaqueta para pararlo y no dejar que la magia escapara por su dolor y hiciera daño a su alrededor. Mataría a Jonathan Morgenstern y no iba a tener piedad de su muerte, iba a disfrutar verlo gritar mientras pedía piedad, iba a torturarlo como le estaba pasando ahora a él.

— Magnus ¿Qué quieres que haga?

Sabía de una persona que podría ayudarlos y no podría negarse a ello, esta persona debía ofrecer sus servicios sin pedir nada a cambio.

— Iremos a visitar un brujo no muy lejos de aquí—dijo Magnus—, pero ¿Hasta dónde eres capaz de llegar Jonathan Herondale? ¿Eres capaz de pasar el límite del bien al mal solo por Alexander?

Vio cómo Jace se enderezaba y colocaba sus manos detrás de su espalda, como un signo que los cazadores de sombras tenían y hacían cuando estaban comprometidos con algo, para después mover sus labios en una mínima sonrisa.

— Hasta el final.

Magnus pasó por su lado, colocando su mano su hombro y apretándolo un poco en forma de consuelo para ambos.

— Iremos ahora mismo, prepara tus armas, has que funcionen tus runas porqué si nos rastrean vamos a tener que luchar—avisó.

Y desapareció por el pasillo para ir a cambiarse de ropa e ir de inmediato donde podría encontrar rápidamente la solución.

No Me Dejes. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora