(36)

646 52 12
                                    

ALEXANDER.

¿Cómo es que se sentía en su cuerpo, pero no parte de él? Su cuerpo se movía por el solo, no pensaba, cuando hablaba no era él, Jonathan le estaba controlando y el podía ver todo a través de sus ojos. Se sentía vulnerable, asqueado y culpable con el mismo, sus manos habían asesinado a un inocente, a alguien especial para Magnus, su Magnus, pero no había podido parar su cuerpo, lo había asesinado por la espalda, como Jonathan le había ordenado, corto su cuello y después se lo había tirado a Magnus para que viera lo cometido. Qué clase de monstruo era.

"¡Para, déjame en paz!"

Quería llorar, pero no podía hacer nada, estaba enjaulado en un cuerpo que estaba siendo controlado y no podía, no podía romper esas cadenas que lo retenía, Jonathan había usado un vínculo fuerte para sostenerlo ahí dentro. Quería gritar por auxilio, pero no podía.

"¡Magnus! Magnus ayúdame por favor."

Dentro de él aún sus recuerdos estaban donde él, su ex novio, habían peleado y se había separado, Magnus se había unido a la Reina Seelie, por eso le había parecido todo confuso cuando le había visto en la sala del reino Seelie y no unidos, sino todo lo contrario. ¿Por qué estaba ahí? ¿Qué sucedía? Todo lo que estaba ocurriendo en Edom, y su cuerpo hacia, el lo veía y cada vez la culpa aumentaba con ello, maldito Jonathan que estaba haciendo aquello, maldito que no lo dejó morir en paz.

En ese momento estaba parado al lado de la reina Lilith, la madre de todos los demonios, la señora que era contada en libros de los Nephilim como alguien que no era parecida a lo que sus ojos veían, esta mujer estaba carbonizada, toda su piel negra y sus ojos negros eran igual que el de Jonathan, su sonrisa igual, aterradora. Y al otro lado estaba él, su "jefe" mirando hacia abajo de aquel arruinado Grand, paralelismo de la cuidad de Alacante. Miraban como Magnus, Izzy y Jace venían subiendo, sabiendo del peligro que se asomaba frente a ellos. Alec quería gritarle que se fueran, que dieran pasos hacia atrás antes de que fuera tarde, muy tarde para no poder contra la maldad que Lilith tenía preparado.

"¡Huyan! ¡Corran!"

No quería a sus hermanos ahí, menos a Jace que tenía algo especial en su sangre y por Raziel que no quería ver herido a Magnus, a su Magnus, solo para salvarlo a él. Mejor se sacrificaba el que sacrificar a esas tres personas importantes para su vida.

— Vamos Alexander, merecen una entrada con ventaja.

Su cuerpo comenzó a reaccionar sin su permiso, entrando a aquel lugar que había sido remodelado para el encuentro, dentro sentado con los demás gobernante de Edom, estaba Asmodeus, unos de los demonios mayores, muy peligrosos, que en el libro de los demonios de los Nephilim estaba nombrado. Todos los miraban y se reían de él, un Nephilim siendo controlado por demonios, un ser usado como conejillo de india para su satisfacción y diversión.

—Los invitados están por llegar. —Aviso Lilith emocionada— este será el encuentro más emocionante de siglos, padre e hijo, demonios y Nephilim. Un hermoso encuentro.

El cuerpo de Alec se arrimó al lugar donde Jonathan se había sentado, se paró a su lado como un sirviente, esperando que llegarán, abrieran la puerta y no pudieran volver hacia atrás, que le vieran así y el verlos ahí, preparados para el peor de las muertes. Entonces aparecieron, la puerta se abrió, no era el Gard que ellos habían podido apreciar, tenías cambio y pudo verlo en las caras de los recién llegados, y el susto a ver a todo los demonios ahí juntos. Pero lo que más pudo ver, fue ver las tristezas en sus ojos a verle ahí, en ese lugar.

—Estábamos esperándoles —dijo Asmodeus — justo como me dijiste Magnus Bane.

Todos dejaron escapar una carcajada y su cuerpo no lo evitó, también lo hizo, y se sintió vulnerable, un mal Nephilim, un traidor por no hacer nada para estar a sus lado.

—Alexander — susurró Jonathan como una orden— ve por tus hermanos, distrae y aléjalos de aquí, hasta que acabemos con Magnus.

"¡No! ¡Con Magnus no!"

Su cuerpo obedeció a Jonathan y no como el mismo se estaba gritando internamente. Y esta vez Alec si grito y lloró, porque no pudo hacer nada para desobedecer, no quería hacer nada, quería defender a su ex novio y a sus hermanos.

No Me Dejes. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora