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Cómo habían supuesto todos, la Reina Seelie tenía un As bajó la manga, una sorpresa que podía hacerlos reaccionar de mala manera, porque se podía ver por su mirada que era algo macabro, algo que podía hacer temer, algo que podía servir como advertencia y castigo al haber entrado a su reino sin permiso. Magnus apretó sus manos en puño mientras trataba de contener la molestia que se había posicionado en todo su ser. .

—Hermosa y justa Reina— dijo Jace— solo necesitamos de su ayuda.

Pero Magnus podía ver en sus ojos otra chispa, estaba en otro lugar, en otro lado, que el halago de Jace no habían causado nada en ella y por primera vez, el brujo pudo entender que ella estaba relacionada con Jonathan Morgenstern en un amorío, y que habían perdido en recibir su ayuda, ya no eran más enemigos como para ella.

—Nephilim, yo no ayudó al lado donde están fracasando— dijo la Reina— mi lado depende al ganador, al triunfador, al que me de maravillas del futuro. Y ustedes no lo son.

Ella estaba divertida, miraba a todos tratando de implantar miedos y dudas con su buen humor, con esa sonrisa, como si estuviera a punto de apreciar la escena más divertida de sus años de vida, y podría alimentarse de su agonía.

—Deberías haber informado al comité de subterráneos que no participaras más— comento Izzy— ¿Qué tienes planeado, subterránea?

Todos miraron sorprendidos a las palabras de Isabelle, tan impropio al dirigirle la palabra, y las Seelie levantaron sus armas por ofender a su Reina, habían vuelto atrás otra vez, y eso no era bueno.

—Isabelle Lightwood— dijo divertida la Reina— pasaste semanas buscando a dos prófugos por haber arrebatado ya un cuerpo muerto, ahora estás defendiendo sus espaldas. Despreciable a saber que tu niña estúpida, andabas en la cama de mí querido Merliot.

Las risitas se escucharon, podían sentir como las palabras estaban llegando a ella, Jace trató de tocar a su hermana pero está tenía su mano apretada en el mango de su espada listo para atacar.

—Tú, a quien defiendes su espalda, mató a aquel vampiro a quién estabas tratando de cautivar— añadió la Reina— pero sentencias en su lugar a mi mano derecha de muerte, tu Isabelle Lightwood eres una mujer despiadada.

— ¡Calla!

—Eres una Lightwood con todas las letras— siguió la Reina— asesinos, mentirosos, embusteros.

Magnus vio cómo Jace abrazaba por detrás con fuerza a su hermana para que no sacará su espada y corriera a asesinar a la mujer que estaba divirtiéndose desde el trono, manipulando sus emociones para comenzar una guerra y ella poder cubrirse de que una Nephilim trato de atacarla, rompiendo acuerdos, generando una guerra.

—Por favor su majestad perdona las ofensas, y pida perdón de las suyas, solo queremos ir a Edom— habló Catarina.

Pero la Reina no le escuchaba, tenía la mirada más allá de ellos, Magnus curioso siguió su mirada para caer de trasero al suelo porque sus piernas se habían debilitado, parpadeó tantas veces para comprobar que no era un sueño, que no era una alucinación que estaba haciendo la Reina para hacerlos vulnerables cuando atacara.

—Este Lightwood si sabe de qué lado estar.

Magnus comenzó a agitarse, se le estaba haciendo costoso respirar, sus ojos se estaban nublados​ por las lágrimas que estaban ardiendo pidiéndole salir, su cuerpo estaba temblando, sus labios hacían el mismo movimiento que su cuerpo, había añorado verlo despierto desde que lo vio muerto que ahora era imposible lo que veía.

—Alexander— susurró.

Parecía como que su pesadilla se había vuelto realidad, Alexander estaba con su traje de combate, sus ojos azulados ahora eran negros como el carbón, y tenía una sonrisa arrogante como la que tenía Jonathan a su lado.

— ¿Cuántas personas se necesitan para matar a un vampiro?— preguntó Jonathan divertido.

Magnus con las pocas ganas que tenía uso su magia y sostuvo a cualquiera que quisiera correr hacia donde estaba Alexander, porque posiblemente podrían ser atacados.

—Solo una— respondió la Reina.

Detrás de su espalda Jonathan sacó su mano y dejó a la muestra la cabeza de Raphael para ser tirada a sus pies y después darle un golpe con uno de los borcegos para que llegara hasta Magnus, este tapó su boca espantado por lo que estaba viendo y dejó que sus lágrimas salieran por sus ojos sintiendo el dolor de perder a su hijo.

— ¿Quieres ir a Edom brujo?— preguntó Jonathan— acá tengo a alguien por quién hará que me encuentres más rápido.

Entonces Jonathan y Alexander comenzaron a correr rodeando la barrera, Magnus le siguió con la mirada para ver cómo la vía a Edom estaba despejada y entraban por ahí para desaparecer, la Reina ni sus súbditos estaban en el lugar, habían desaparecido como humo.

—Debemos seguir detrás de ellos.

No Me Dejes. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora