Capitulo 16: Jamás pasará

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Siento el cuerpo débil en este momento, pero escucho como alguien grita a mis espaldas pidiendo que me levante.

—Vamos Bella ¡ya despierta!— la voz de Sam logra aturdir todo mi cerebro. Me tapo la cara con la almohada y finjo seguir durmiendo. -Adelante dormilona, debemos ir a donde te maquillan y peinan, luego te pondrás el vestido que te hará ver toda una princesa, estarás lista para ser la novia más linda de Holanda- su emoción me sorprende, pensé que ella era #TeamBerick, pero solo se rindió *Al igual que tú, Isabella* vete de mi cabeza...

—Aun no encuentro la emoción de todo esto, ¿Y que me dices de la felicidad? Creo que la perdí en Miami— me quitó la almohada solo para decir eso y vuelvo a taparme.

—Se que el novio no es el indicado, ¿pero que otra opción tienes Bella?— me llama por mi identidad falsa y eso me hace sacar una sonrisa, recordando mis mejores momentos como Bella. —¿De que te ríes, eh? ¡Cuéntame!— su voz parece la de una niña pequeña así que mantengo mi sonrisa por unos segundos más.

—Solo recordé el día más feliz de mi vida— digo pareciendo una loca enamorada, y pues sí que lo era. Locamente enamorada del ojiverde que no veo hace más de dos años.

—¿Aún piensas en él, cierto?— parece triste al recordarlo, o más bien porque siente que me hizo mal al hacerme recordar mi locura de hacerme pasar por otra persona.

—¿Como no hacerlo? Me enamore por primera vez, mi primer beso fue con él, realmente lo extraño demasiado y me es inevitable pensar en él— hable como una torpe enamorada.

—¿Pensar en quien, cariño?— la voz de mi madre me sorprende demasiado, así que intento disimular mi incomodidad.

—Me es inevitable pensar en el día en que me vaya por un tiempo de aquí, tal vez no logré volver— intento desviar el tema, y Samantha parece tomar demasiado aire y expulsarlo.

—¡No digas eso mi niña! Ojalá y no tuvieras que pasar por esto— se que se siente aún culpable por esto, pero el responsable también era Guillermo.

—Bueno, ya estamos aquí así que no hay vuelta atrás— digo frunciendo los labios en forma de mueca. —Me cambio y vamos ¿te parece bien?- digo mirando hacia Sam. Ella asiente y se va junto con mi madre.

Tomo del closet algunas prendas sencillas y me cambio como tan rápido pueda hacerlo. Un golpe fuerte en la puerta me hace saltar en mi lugar, así que pregunto quién es pero fue inútil, la persona que golpeó ya está adentro de mi habitación.

—Al fin después de tanta espera, tú serás mía— al escuchar su voz, una mezcla de nervios con náuseas se forma en mi estómago. Siento que sí estoy cerca de él, también debería estarlo de un baño. Él solo me provoca arcadas.

—Estas demente si crees que por ser mi esposo en un papel seré tuya, eso jamás pasara— trato de sonar lo más firme posible. Ya debería comenzar a mostrar mi fortaleza y demostrar que ya no soy la débil Isabella que lloraba por todo.

—¿Aún intentas desafiarme? Deberías rendirte, en esta guerra siempre ganaré yo, no hay opción para ti, ni siquiera ese cantante insignificante te podrá sacar de mi lado— una vez más, sus amenazas contra él son infinitas, el podría estar así todo el tiempo.

—¿Y cómo estás tan seguro de eso?— digo desafiándolo, por primera vez con mi vista fija en su mirada. No sé mueve, se queda intacto en su lugar y sonrío victoriosa.

—Porque seré tu esposo y eso nadie lo impedirá, claro si aún quieres conservar el prestigio de tus padres— sus palabras me hieren, una vez más. Intento salir de la habitación, pero me toma fuerte del brazo.

—Suéltame, o gritaré tan fuerte que llamarán a los guardias— hablo entre dientes y no aparto mis ojos de los suyos.

—¿Por qué deberías esperar hasta que seas mi esposa? Serás mía en este momento, y nadie podrá salvarte. Si piensas gritar, pensaran que solo es— corre la tira de mi blusa y acaricia mi piel, trago el nudo que tengo en la garganta y mis ojos se cristalizan.

—No me hagas esto, te lo suplico— digo sin darme cuenta haciendo puchero.

—Déjame terminar de hablar... Cómo decía, pensaran que estás gritando solo del placer que te haré sentir— ahora sus dedos tocan mi cabello y lo corre hacia un lado.
Tomo su mano con fuerza, deteniendo su toque. No soporto ni su presencia, menos sus manos sobre mi.

—Te lo he pedido por favor, pero olvide que ya no tienes corazón, ¿Tal vez mejor deba tirarme por ese balcón verdad?— y... ¿esa era mi opción? No veía otra salida más que esta. Soy más rápida que él, corro hasta el balcón y trabo la ventana de este.

—¿Que demonios haces? ¡Ábreme ahora mismo!— su voz de enfadado me hace tambalear y me sostengo de la baranda.

Me pongo del lado del frente de la baranda y me sostengo bien fuerte. ¿Así que esta era mi forma de huida? ¿Debía terminar con mi propia vida? ¿Estaba siendo una cobarde?

—¡Ábreme o romperé la maldita ventana!—sus gritos son más fuertes y puedo asegurar la puerta de la habitación abrirse. Los gritos de mi madre se escuchan desde aquí. Me súplica que no lo haga.

Intento dar marcha atrás, pero al escuchar la ventana abrirse, me suelto de la baranda y comienzo a caer, la caída es lenta y tormentosa, hasta que en un momento solo puedo cerrar los ojos y sonreir. Ya no tendría que soportar más sus maltratos, no permitiría nunca que él abusara de mi sexualmente, yo no le pertenecía.

Y pensé en el, pensé en Erick. Comencé a preguntarme que estaría haciendo en este preciso momento. Y deseo que sea feliz, que alguien lo ame como yo lo hice, que lo extrañen como yo lo hice.

Y sonreí, aún cuando el golpe en la cabeza hizo derrumbar mi mente, yo sonreía por él.

El secreto de Bella | Erick Brian ColonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora