Capitulo 40: Siempre lo supe

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El tiempo restante para que termine el concierto ya había terminado y sonrió forzadamente en cuanto su mirada cruzó con la de Erick.

—Me duchare lo más rápido que pueda y nos iremos ¿De acuerdo?— dijo una vez que estuvo a su lado. Sintió la mirada fría que le dedico Renato pero la ignoro completamente y le sonrío al pelinegro que tenía en frente.

—Claro, puedo esperar— vio como el moreno se dirigía hacia la salida de la sala y supuso que se dirigía hacia los vestidores para poder ducharse.

Comenzó a imaginar cómo sería su  conversación con Erick y todas terminaban con la misma respuesta de parte de él.

Te odio.

Negó ligeramente la cabeza, intentando quitar esos sentimientos que la hacia encogerse en su lugar haciéndola sentir más pequeña de lo que era. En ningún momento soltó a su hija, porque era la única que le daba fuerzas para estar frente al ojiverde sin intentar huir como cobarde.

Al escuchar la puerta abrirse, le sonrió incómodamente a Erick y se levantó por primera vez desde que llegó a esa sala.

—¿Vamos? Ya pedí un taxi, los chicos se irán en la camioneta— Erick se dirige a la puerta de salida con la maleta pequeña de Bella en la mano, mientras ella lo seguía por detrás.

Cuando vieron al taxi subieron rápidamente, Isabella sujeto a su hija en brazos mientras Erick acomodaba la maleta en la parte trasera del taxi. En cuanto la guardo, entro al taxi y le dirigió una sonrisa tranquila y fresca hacia ella, quien sintió como su corazón parecía querer dispararse de su pecho. Tenerlo tan cerca era... abrumador.

—Seguro es muy importante lo que debías decirme, digo... Viajaste miles de kilómetros para hacerlo— Erick habla luego de darle el lugar de destino al taxista.

—Si…— se limitó a decir.

Se afirmó más a su hija e intento tragar el sollozo que la estaba acechando. Apenas si podía respirar cerca de él, pero debía ser valiente y soltar la verdad de una vez por todas.

—Ya casi llegamos al parque, hace algo de calor aquí así que pensé que un lugar al aire libre estaría bien— Erick rompió el silencio luego de varios minutos. Esta vez, Bella solo asintió y volvió su vista a su bebé, acariciando su mejilla derecha con su mano libre.

—¿Te sientes bien? Estas algo colorada— la risa de Erick la había hecho sonreír, así que le dirigió un mirada algo nerviosa.

—Aun causas un gran efecto en mi, supongo— no sabía cómo había hecho para atreverse a decir eso, pero si sabía que ese "supongo" estaba de por demás.

—¿Eso crees? Yo solo creo que es por el calor— se sintió algo decepcionada por las palabras del ojiverde, pero intento disimularlo mirando hacia otro lado.

—Si, debe ser…

—Llegamos— Erick anuncia, mientras el taxista se detiene en un hermoso parque con árboles por todas partes, bancos y hasta flores que decoraban.

—Es muy lindo aquí, me encanta— dice Bella maravillada por el paisaje  frente a sus ojos.

—Si que lo es, es mi lugar favorito aquí— menciona, ya sosteniendo la maleta de Bella.

—Yo, no quiero sonar muy pesado pero... ¿que es eso que querías decirme?

Bella se tenso en ese instante y toda pizca de emoción que sintió por estar en ese bello parque había desaparecido.

—Si Erick, primero que nada... quiero que sepas que yo nunca deje de amarte y se que decir esto ahora no cambia nada.

—No, no lo hace

—Y se que en cuanto te cuente lo que tengo por decirte, todo se volverá peor.

—¿Podrías dejar las vueltas Bella?

—Si, lo siento.

Bella se sintió muy tonta en ese momento, pues Erick no menciono nada sobre la confesión que ella le había dicho, pero aún así intento quitar eso de su cabeza para poder contarle la verdad.

—¿Recuerdas cuando nos encontramos en el hospital hace un tiempo?

Erick comienza a hace memoria para intentar recordar todo lo sucedido con Bella hace varios días.

Un llanto severo comienza a escucharse, entonces todos ponen atención a la bebé en brazos de Isabella.

—¿Es... tu-tu hija?— titubea Erick, observando detalladamente a la niña que era el calco de su madre. Su mirada, tan verde brillante que hace su corazón detenerse por un momento. Un sentimiento de angustia lo invade.

Si, es nuestra hija— la voz sin una pizca de culpa de Alex arrasa con el silencio que se formó entre ese par.

Yo... no sabia— Erick parece shockeado en ese momento. Quiere golpearse mentalmente por la idea que había cruzado un segundo por sus pensamientos al ver a la pequeña.

Erick recordó cuan miserable se sintió por saber que ella había podido continuar su vida junto a ese bastardo y el apenas si podía detener su llanto por momentos para no preocupar a sus amigos, pero cuando llegó Andrea se sintió tan liberado que había olvidado por un momento que el amor de su vida estaba con alguien más.

—Lo recordé, pero siento que no es necesario pensar en eso ahora. ¿Puedes decirme a qué viniste?— sin querer había hablado demasiado irritado, logrando incomodar a la rubia.

—Alex mintió— soltó de repente, ganando una mirada confusa por parte del pelinegro. —Bueno… no solo él

—¿De que me estás hablando Isabella? No estoy entendiendo nada— el tono de voz había aumentando de a poco, logrando tensar aún más a la chica en frente suyo.

Bella no resistió más y las lágrimas que había estado conteniendo las dejo fluir por sus mejillas.

—Te mentí Erick, realmente lo siento. - su voz entrecortada hace preocupar al moreno. —Sammie... ella es...

—No... no lo digas

—Ella es tu hija

Erick tapo sus oídos y pudo sentir como las lágrimas se aproximaban.

—¡Callate! ¡No sigas!- exclama mientras intenta inhalar correctamente, pero le era imposible respirar.

—Es la verdad Erick, Sammie es tu hija… lo siento— se disculpa nuevamente mientras se aferra aún más a Sammie, quien había comenzado a llorar por ver a su madre triste.

—Lo siento…

Vuelve a susurrar.

Erick levanta su mirada, traga saliva intentando ahogar un sollozo que lo quiere sobrepasar. Se sintió un estupido frente a ella, sentía que ella solo se estaba se estaba burlando de él pero recordó lo que sintió en cuanto la vio por primera vez.

Su mirada, tan verde brillante que hace su corazón detenerse por un momento. Un sentimiento de angustia lo invade.

Su mirada era la misma que él tenía, y recién habia comprendido todo.

Siempre lo supe, Sam es mi hija…

Fin

El secreto de Bella | Erick Brian ColonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora