Capitulo 28: ¿Feliz o asustada?

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Al entrar al castillo, siento que puedo volver a respirar. Estaba muy agradecida que el doctor me dejara salir aunque debería haberme quedado un tiempo más para estabilizarme, pues por momentos los mareos me inundaban y volvía a sentirme débil.

Mis problemas parecen pasar a segundo plano en cuanto pongo un pie en la ducha. La falsa lluvia cae sobre mi despojando mis nervios, haciéndo que mi cuerpo se relaje al contacto con agua caliente. Comienzo a enjabonar mi cuerpo, enjuague y también lave mi cabello con shampoo y acondicionador.

Al terminar mi relajante baño, salgo de la ducha y comienzo a secarme antes de enfriarme. Me coloco la bata y en cuanto estoy frente a la puerta para ir a mi cuarto, un mareo me provocan unas ganas de devolver lo poco que comí en la fiesta. Corrí al retrete, expulsando los alimentos.

De alguna manera esto me hace sentir mejor y el mareo desaparece momentáneamente.

Creí que lo que pasó del desmayo solo fue por el estrés, como el doctor había dicho, pero mis dudas aumentan en cuanto recuerdo que esta mañana también había sentido ganas de devolver el desayuno, de hecho lo había expulsado. ¿Sería por la boda? No creo, se que casarme con Álex no fue de mi agrado, pero no creía que era como para estar mal físicamente.

Entonces ¿que podría ser todo este malestar repentino?

La conversación que escuché esta mañana vuelve a resonar en mi cabeza haciendo eco, adentrandome a un mar de dudas.

*—¿El dinero es suficiente?— escucho una voz masculina a lo lejos, pero decidí ignorarla para apreciar el paisaje frente a mis ojos*

Esa voz... ¡Claro que la conocía! Era la irritante voz de mi maravilloso esposo. ¿Dinero? ¿A qué se refería con eso?

Entonces, todo logra cobrar sentido en cuanto recuerdo lo que vi luego de escuchar esa voz en mi cabeza. Esa bebé que Sammie cargaba... ahora estaba segura de que eso era una señal, o más bien era lo más obvio que podría haber pensado luego de lo sucedido con Erick pero no me atrevía a confirmarlo a medias.

¿Debería hacerme un test? Estoy segura que 'el dinero' del que hablaba Álex era para mantener la boca cerrada del doctor, incluso invento una excusa perfecta para que no sospechara de nada. Estrés... ese estrés tendría manitos y patitas, sería el estrés más bonito.

Entonces, decidida, comienzo a buscar algo de ropa para salir. En cuanto tome el celular en mis manos puedo ver qué son las once de la noche, todas las farmacias seguro estarían cerradas, aunque sentía que era demasiado estúpido hacerme un test si aún no habían pasado ni dos semanas, y este tipo de test no eran tan efectivos realmente. Debería hacerme un análisis de sangre, lo haría a plena hora del día mañana en otro hospital, pues si iba en donde he estado internada el médico podría ser sobornado una vez más.

***

Observo algo asustada el papel en mis manos. ¿Cómo debería sentirme en este momento? ¿Agradecía o desafortunada? ¿Feliz o asustada? No sabía ni como reaccionar ante el análisis de sangre, pues yo si estaba embarazada.

¿Que se supone que haría ahora? ¿Fingir que este hijo es de Alex aún sabiendo que él no ha estado conmigo de manera tan íntima? Y lo más difícil de afrontar... ¿Cómo podría decirle a Erick que tendríamos un hijo luego de todo lo sucedido? No sabía qué hacer, realmente mi mente daba vueltas y vueltas en busca de una respuesta que no lastime a nadie pero era imposible.

Lo correcto sería ir detrás del padre de mi hijo, pero incluso la verdad dolía más que simplemente fingir ante todos que con Alex tendríamos un hijo.

¿Cómo lo tomara él? Aunque el sabía la verdad, yo estaba embarazada y el me lo había ocultado, lo que más me sorprendía era el porque decidió callarse la boca en vez de gritar muchas groserías hacia mi persona, después de todo lo merecía ¿No?

¿En qué estaba pensado al dejarme llevar por mis sentimientos? Aún recuerdo los labios de Erick sobre los mios, sus manos recorriendo mi cuerpo... No puedo evitar llorar en este momento, y ni siquiera sabía si era por la noticia o por los recuerdos que me trajo al ver el análisis.

La gente que pasa por mi lado me mira apenada, pero no se detienen. Ven a alguien llorando, sufriendo porque sabe que y aún así lo ignoran. Pero no me detengo mucho en esos pensamientos, pues de alguna forma agradecía su indiferencia, odiaba la atención del público, pero yo misma me había ganado tal atención.

Me encuentro afuera del castillo, debatiendome entre entrar y decir la verdad, o seguir como si nada hubiera pasado.

En cuanto estoy por entrar, una voz me detiene.

—¿Donde has estado?

—Yo... solo salí a tomar aire— le miento a mi esposo.

—¿Crees que de verdad me tragare esa mentira? Dime la verdad Isabella— su voz, fría como un pequeño cubo de hielo, logra hacerme estremecer.

—Yo...— suspiré, encontrando algo de alivio. Mi mirada cruza con la suya y esta parece querer descifrar que escondo en mis ojos. —Fui al hospital— confesé y me encogí de hombros, como si fuera una niña pequeña a la cual atraparon luego de haber comido dulces cuando se le ha prohibido.

—Ya lo sabes, supongo— dice cruzándose de brazos. Imito su acción, un nudo se forma en mi garganta.

—Si, ¿Por que querías ocultarlo? ¿O crees que no lo notaría al paso del tiempo?— digo enfadada. Rodea los ojos y bufa.

—Dirás que es mio— suelta de la nada, haciéndome sobresaltar.

—¿¡Que!? ¿Acaso te has vuelto loco?— digo indignada. Aunque yo sabía que esa posibilidad podría existir, tenía una gota de esperanza de que el no lo mencionaría.

—¿Acaso pensabas correr tras ese cantante de quinta y decirle la verdad? ¿Que pensaría todo el pueblo cuando se entere que me has hecho infiel? Dicen que la historia se repite, pero no creí que eso fuera posible— no puedo evitar darle una bofetada en cuanto menciona algo de mi madre.

—¡No tienes derecho a hablar así de mi madre! Solo le estás faltando el respeto, recuerda que aún ella es la reina de Holanda— no puedo evitar sonar aún más enfadada. Este chico lograba sacarme de quicio.

—Si vuelves a tocarme una vez más, verás realmente quien soy. No me provoques Bella, recuerda que te tengo en mis manos— acaricia su mejilla intentando quitar el dolor que le he provocado. —Y por cierto, esta tarde viajaremos a París, nuestra luna de miel ya se ha retrasado demasiado.

Observo como se aleja y quiero gritarle que es un maldito idiota que solo me da asco, que jamás estaría de manera íntima conmigo ni aunque me amenazara de muerte.

Me adentro al castillo, dirigiéndome rápido hacia mi habitación. No quería ver ni hablar con nadie en este momento, aunque faltaba poco para que vuelva a salir, pues aún faltaba ir al velatorio de mi mejor amiga.

Entonces las lágrimas vuelven a fluir, como siempre me vuelvo débil y solo puedo liberar mi dolor entre lágrimas, esperando así que esto logre calmar mis penas, pero jamás sucede, el dolor sigue ahí incluso aunque libere una cascada por mis ojos, nunca era suficiente. Nunca lo era.



El secreto de Bella | Erick Brian ColonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora