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4 Pasaron varios días sin que nada cambiara. Hikari siempre estaba rodeada de gente y corría el rumor de que varias personas le habían pedido que fuera su novia. Cuando escuché esto me dieron ganas de reír, todos parecían niños de preescolar. Las cosas hubieran permanecido iguales. No había razón para que nada cambiara. Sin embargo, el destino es una cosa curiosa. Ya mencioné que creo en él como si fuera una religión. Esto fue lo que pasó. Para nuestra clase de física se nos pidió que hiciéramos equipos de dos. Como siempre que eso ocurría me sentí turbada, nunca me sentí con la confianza necesaria para pedirles a los demás que hicieran equipo conmigo. Estaba segura de que me dirían que no. Ellos ya tenían a sus amigos o a las personas con las que les gustaría trabajar. Yo no tenía a nadie que quisiera estar conmigo. Nunca he sido buena para tomar los rechazos, siempre los tomo muy a pecho. Por esto y por más razones no me atreví a pedírselo a nadie. Esperaría a que la maestra hiciera equipos con los sobrantes. Mientras todos discutían a mi alrededor yo me contentaba con hacer trazos con la manos izquierda. “No los necesito”, me dije. “No necesito a nadie.” -¿También te gusta escribir con la mano izquierda? Levanté la mirada y me encontré con los ojos de Hikari, fijos en mí. Ella se sentaba delante de mí. Al principio la habían puesto en una banca al fondo, pero ella comenzó a quejarse diciendo que no tenía buena vista y que no alcanzaba a ver el pizarrón. Me sentí turbada. -Sí, pensé que era bueno para ejercitar mi cerebro. No sé si lo inventé o si lo leí en alguna parte. -Yo lo hago todo el tiempo. ¿Sabes? A veces me pongo a ver la televisión con un cuaderno en la mano y mientras veo algún programa, me pongo a garabatear. Me gustaría ser ambidiestra –se apartó el cabello de la cara con un gesto rápido-. A madre no les gusta que vea televisión –frunció el ceño y por un momento me pareció infinitamente triste. -A mi mamá le da igual. Creo que ella ve incluso más televisión que yo, así que no le molesta. ¿Por qué quieres ser ambidiestra? -Porque hay muy poca gente en el mundo que sea zurda, quiero decir, comparados con los diestros. Pensé que sería especial si pudiera escribir con la mano izquierda en lugar de la derecha –me dijo. -¿Y? ¿Cómo vas con eso? ¿Ya eres zurda? -Nop, para nada. Pero estoy haciendo avances Ahora puedo hacer óvalos perfectos–me sonrió y yo también le sonreí, incluso reí un poco-. Dime, ¿te gustaría hacer equipo conmigo? Ni siquiera tuve qué pensarlo. -Claro. Estaba a punto de decirme algo más, pero la maestra llamó al orden en ese momento. Hikari me lanzó una última mirada antes de voltearse. La miré a la espalda durante un largo rato. La maestra nos explicaba lo que teníamos qué hacer, pero no puse mucha atención. Estaba emocionada. Por fin podría tener una amiga.

Hikari Donde viven las historias. Descúbrelo ahora