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No era lo que quería decirle. Las palabras se han escapado de mi boca. ¿Qué he hecho? ¿Cometí un error? Lo he dicho sin pensarlo. Sasha ignora mi advertencia. No quería que la tomara enserio, de todas formas. Se levanta. Mis ojos la siguen. Están fijos en ella. Puedo sentir mi corazón en la garganta y mi sangre hervir dentro de mi cuerpo. Me besa. No es un beso como ningún otro. En su beso siento cuanto me desea. Yo también la deseo. Yo también la necesito. Me toma por la cintura. Sus manos recorren mi cuerpo. No puedo contenerme. Ella tampoco. Me siento excitada. Quiero sentirla cerca, más cerca. Llegamos a su habitación y cierro la puerta. No nos importó hacer ruido. La mamá de Sasha no está en casa y Nina está en su habitación. La deseo. La deseo. La deseo. No puedo pensar. Me dejo caer sobre la cama. Su boca se desliza sobre mi cuerpo. Me acaricia los senos. Apenas puedo respirar. No sé qué me sucede. Me aferro a su espalda. Me aferro a mi vida. -Sasha –le digo una y otra vez al oído. Pero no le digo cuánto la necesito. Me quito la blusa y quiero desnudarla también. Sasha se niega. Está nerviosa. Puedo ver que tiene miedo. No quiero que se sienta así. Entonces yo también me siento nerviosa. Dudo de mí misma. -Quédate a dormir el sábado. Dejo de dudar. Entiendo lo que eso significa. 46 Me masturbo cada noche pensando en Sasha. Pero nunca llego al orgasmo. Me detengo antes. Me siento frustrada. Me siento sucia. Soy una depravada y una pervertida. Intento luchar contra mi naturaleza, pero no lo logro. Sé demasiadas cosas que Sasha ignora. Puedo hacerla sentir bien. Es todo lo que deseo. Quiero que sea sábado, y al mismo tiempo no quiero que llegue nunca. No puedo concentrarme. Pasamos todo el día juntas. Reímos. Nos miramos. Quiero tomarla de la mano. Quiero besarla. Quiero hacerle el amor. Estoy ansiosa porque llegue la noche. 47 Quiero apagar el fuego dentro de mí. Voy a buscar agua. Estoy nerviosa y me tardó siglos en la cocina. La casa está silenciosa. Nina y la mamá de Sasha duermen. Ambas tienen el sueño pesado. Regreso al cuarto y me encuentro con Sasha. Tiene los ojos cerrados. No puedo retener el impulso. Le beso los labios. Ella abre los ojos. Me besa también. Quería ser yo quien la desnudara primero. Es ella quien me desnuda a mí.. Me mira a los ojos. Los segundos se deslizan en el reloj. Me tiemblan las manos. Sasha entrelaza sus manos con las mías y mis manos dejan de temblar. Quiero llorar. Me besa… con amor. Yo respondo a sus besos. Suelta mis manos y comienza a recorrerme el cuerpo. Sus besos son una hilera de fuego. No puedo evitar retocerme. Apenas puedo respirar. Me recorre el cuello con lentitud, sus manos se deslizan por mis brazos. Bajan hasta mis senos. Acaricia cada parte de mí. Se humedece el dedo y recorre la aureola. Inspiro. Me masajea los senos. Era yo quien quería hacerla sentir bien. Es ella quien me hace sentir bien. La desnudo y le lamo los senos. Sasha respira lentamente. Después de mucho tiempo, cuando creo que no podré más, su boca sube hasta mi entrepierna, recorriendo mis muslos. No sé qué es lo que hace, pero no quiero que se detenga. Jamás me he sentido así. Jamás. Estoy flotando. Me siento ligera. La lengua de Sasha continúa. Me siento retorcer bajo ella. No puedo reprimir los gemidos. “Oh, oh, oh… OH”. Sasha continúa. ¿Qué es todo esto?       Subo mi pierna sobre su espalda. Necesito su contacto. Apenas puedo contenerme. Sasha sigue lamiéndome y succionándome. No puedo contenerme. Estoy a punto de venirme. Nunca me ha pasado. No conozco esta sensación. “Sasha no me dejes ir nunca”, quiero gritar. No lo digo y en su lugar solo gimo. ¿Nos habrá escuchado su mamá? Es el primer pensamiento racional que tengo. Sé que la respuesta es negativa. Su madre no se despertaría ni aunque cayera una bomba. Sasha me abraza y me besa la frente. No tardo mucho en quedarme dormida. No tengo pesadillas. 48 -¿Pareces diferente? -¿Diferente? -Ya no eres la misma persona de antes. Ya no me necesitas. -¡Aun te necesito! ¡Aun te necesito!” -No, no es cierto. Has dejado de necesitarme hace un tiempo. Eres diferente y no te habías dado cuenta. -¿Qué quieres decir? -¿Por qué no lo descubres por ti misma? -Tienes qué decírmelo. Me despierto. Estoy cubierta en sudor. El corazón me palpita y siento un nudo en el estómago. Fue un sueño. Intento recordarlo, pero soy incapaz de hacerlo. Me doy por vencida y voy a la cocina a servirme un vaso con agua. Mamá está en casa. La noche anterior me observó larga y detenidamente. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no echarme a temblar. Siento que puede ver a través de mí. Temí que me preguntara algo. Al final no me dijo nada.

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