1 Hay un mundo que nadie conoce. Mi mundo. Nadie puede entrar en él, porque si lo hicieran serían devorados por la obscuridad. “No soy una mala persona. No soy una mala persona. No soy una mala persona”. Tengo que repetírmelo todos los días. Lo tengo que hacer tan pronto como me despierto y otra vez justo antes de dormirme. Si dejara de hacerlo, me convertiría en una mala persona. Eso es seguro. Pero a veces dudo. Olvido que no soy una mala persona y me comporto como tal. Ah dejé caer mi vaso con agua. El vaso cayó al piso y se rompió en miles de pedazos. Me quedé embobada mirando los fragmentos. Las cosas rotas ya no pueden arreglase. Mamá se enojó de nuevo. Es mi culpa. Debí haber tenido más cuidado. ¿Cuántas veces me lo ha dicho ya? Se levanta de su silla se acerca. Escucho su voz, primero cercana, después comienza a alejarse. Sé cómo termina todo. Conozco la película. La he visto mil veces. No necesito verla de nuevo. Mi mente escapa a algún otro lugar. Estoy en un campo de flores amarillas. Jamás he estado en un campo, pero imagino que debe haber flores amarillas. Me gustan las flores amarillas. Tomo una flor entre los dedos y la aprieto. Los pétalos comienzan a caer. La he roto también. Soy bastante torpe y rompo todo lo que toco. Mariko-sensei dice que no soy torpe. Me gusta estar en su casa. Tiene un gato enorme que más que parecer un gato, parece una bola de pelos. Se llama Michi. Me gustaría acariciarlo, pero tengo miedo de romperlo. Por eso no lo toco. Rompo todo lo que toco. “Soy una mala persona”. Hoy no he dicho mi fórmula y por eso hoy soy una mala persona. Pero a Mariko-sensei parece no importarle que lo sea. Una vez rompí el plato de las galletas. Se deslizó de mis manos. Me agaché a recoger los pedazos. Mariko-sensei se acercó a mí y comencé a temblar. Estaba segura de que iba a pegarme. Pero no me importó, me gustaba Mariko-sensei, así que si ella me pegaba supongo que no importaba, además hoy soy una mala persona, merezco ser castigada. Las malas personas deben ser castigadas. Mamá lo dice todo el tiempo. Mariko-sensei no me pega. Toma mis manos entre las suyas y me dice que no me preocupe por ello. Examina mis dedos, asegurándose de que no haya ningún corte. Me disculpo y ella me sonríe. Me dice que no tengo nada porque preocuparme, que a ella le pasa todo el tiempo. Lo llama accidente. No había escuchado la palabra, mamá suele llamarme koke cuando pasan esas cosas. “Estúpida”. Si mamá lo dice, entonces debe ser verdad. Mamá sabe muchas cosas. Sin embargo, Mariko-sensei, también. Muchas veces quise preguntarle si era posible que supiera más que mi mamá. Por supuesto, no lo hice. Koke. Durante mucho tiempo pensé que ese era mi nombre. Fue hasta que encontré mi acta de nacimiento que me di cuenta de que mi nombre era Hikari. No quiero que Mariko-sensei pienso que me llamo Koke. Por eso me esfuerzo en aprender todo lo que me enseña. Repaso el vocabulario una vez, dos veces, tres veces… mil veces y la escritura de kanji también. No me gustan los kanji, pero Mariko-sensei dice que son importantes. Y si ella lo dice entonces debe ser verdad. Mariko-sensei es una adulta y si un adulto lo dice, entonces debe ser verdad. A veces mamá se da cuenta de que no estoy en casa. Nunca sale a buscarme. Siempre me espera. Cuando llego cierro la puerta con cuidado detrás de mí. Mamá está sentada en la sala. Me está esperando. Hay varias botellas desparramadas en el piso. Es la medicina de mamá. Así lo llama. Empieza a gritarme de nuevo. Su voz suena rara cuando toma medicina. “Koke, koke, koke, koke”. Creo que es su fórmula mágica. Pero con ella debe funcionar al revés. Cuando lo dice se convierte en una mala persona. Se pone de pie. Cierro los ojos. El olor de la hierba, las flores amarillas. 2 En algún momento dejó de llamarme koke, pero nunca me llamó Hikari. Jamás utiliza mi nombre. Nunca me preguntó adónde iba durante todos estos años y yo jamás se lo dije. Sé que no hubiera estado de acuerdo si le hubiera hablado de Mariko-sensei. Estaba segura de ello. Ella era un secreto y no lo revelaría, aunque me hubiera costado la vida. Hubo varias ocasiones en que creí que así sería. Pero al final no pasó nada, no sé si pueda llamarle buena o mala suerte. No me hubiera importado. Acabamos de cenar. Mamá me mira. Sé lo que su mirada significa, conozco cada gesto de ella, conozco su sonrisa y puedo leerla. Ella se pone de pie y yo también, la sigo hasta su habitación. Me dio una tarjeta bancaria. No sé cómo me siento al respecto. Me está pagando de nuevo. Antes lo hacía con dulces y juguetes, ahora lo hace con dinero. Cuando era niña tiraba los dulces en el baño y los veía partir por el agujero cuando tiraba de la cadena. Jamás toqué sus juguetes. Pero el dinero es otra historia. Necesito dinero. Todos necesitamos dinero.

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Hikari
RomantikHikari es una novela lésbica sexualmente explícita lo cual significa que tiene en parte contenido para adultos se recomienda discreción al leer esta novela además del carácter que tiene gracias por su atención.