-Ahora salgo más–le respondí con voz cansada, sin darle mucha importancia. Era verdad que antes de conocer a Hikari pasaba mucho tiempo encerrada en mi cuarto. El nombre del tipo era Alan, era el supervisor de mamá desde hacía dos años.Tenía 42 años y jamás había estado casado. No tenía hijos y al parecer también estaba soltero. Nos contó de la primera vez que vio a mamá y de lo hermosa que se veía. Repetí a Hikari con lujo de detalles lo que él nos había contado durante la cena. Hikari permaneció silenciosa un momento y después me dijo que no le parecía un mal tipo, yo no estaba tan segura y se lo hice saber. Yo era la clase de persona que sigue su instinto antes que la razón y mi instinto me decía que no podía confiar en un tipo como él. Hikari se rio y me dijo que mi instinto no era tan bueno como yo creía. 30 Después de un rato en medio de la muchedumbre me di cuenta de lo estúpidas que habíamos sido en haber querido venir a festejar el Año Nuevo en un lugar público, abarrotado de gente. Había miles y miles de personas. Hikari venía con nosotras. Yo sostenía la mano de mi hermana pequeña. Su mano era pequeñísima y constantemente tenía que preguntarle si estaba bien. Tenía miedo de aplastarla. Hikari avanzaba a mi lado izquierdo y mi madre y su nuevo novio iban enfrente de nosotras. La muchedumbre era demasiado densa y después de un momento me di cuenta de que había muchísima más gente de la que cabía. Al darme cuenta de ello, comencé a respirar con dificultad. -¿Sasha? –me llamó Hikari. Intentó acercarse, pero era imposible. La multitud la empujaba del lado contrario. -¡Hikari! No podía estirar la mano para intentar alcanzarla. En un momento la perdí de vista. Había sido engullida por la muchedumbre. Apreté con más fuerza la mano de mi hermana pequeña. Había tantísima gente que sus pies ni siquiera tocaban el suelo. La misma muchedumbre la había levantado. “Vamos a morir, vamos a morir, vamos a morir”. No podía pensar en otra cosa. Comencé a temblar. Más personas seguían llegando y la presión ejercida por la gente había aumentado. La gente empujaba y daba codazos. Había un ruido ensordecedor. Tomé a Nina como pude y la levanté en brazos. Alguien en la muchedumbre grito, habían aplastado a alguien. Eso era lo que esa persona estaba diciendo. Habían aplastado a alguien. A ese grito se sumó otro de ayuda. Tomé a Nina entre mis brazos y la apreté. No se me ocurrió hacer otra cosa. Fue la única solución que se me ocurrió. Entonces vi una furgoneta de policía. Había varios policías, que protegían los cafés y restaurantes de la calle, para que la gente no pudiera entrar. Todo este tiempo la furgoneta había estado a mi lado solo que yo no la había visto. -Deje entrar a mi hermana –dije al policía. Me dirigió una rápida ojeada y a pesar de la situación en la que me encontraba, ladeó la cabeza y me hizo una seña negativa. No tuve que pensarlo más. Tomé a Nina y la lancé a sus brazos. En un auto reflejo, el policía la atrapó. Vaciló el espacio de unos segundos y finalmente deslizó la puerta de la furgoneta y la dejó entrar. Me atrapó por el brazo y me jaló hasta ellos. Un dolor súbito me recorrió el brazo, pero desapareció casi instantáneamente. La furgoneta se ladeó un par de veces, empujada por la gente. Tenía miedo. Y de nuevo sentí que iba a morir. Miré a mi alrededor, y me fijé en los ojos de Nina más grandes de lo normal que me miraban con aprehensión. Debía ser fuerte para mi hermana pequeña. Lo sabía. “Lo siento, Nina, tu hermana mayor es una farsante”, la visión se me nubló. Iba a morir. Lo sentía. Mi respiración era cada vez más irregular. El pecho me empezó a doler. Pronto comencé a jadear por aire. Nina me hablaba, pero no entendía nada de lo que me decía. Su voz parecía distante. Como si viniera de otro planeta. Las palmas de la mano me sudaban y la cabeza me daba vueltas. No sé si Nina gritó, perdí consciencia de lo que estaba pasando. No es que me hubiera desmayado, solo que no podía pensar. Era como si hubiera abandonado mi cuerpo y ahora me encontrara flotando a la deriva. Unos segundos después la furgoneta se abrió, alguien me sostuvo en sus brazos. -¿Hikari? –es lo último que recuerdo. Cuando recuperé mis sentidos, momentos después me di cuenta de que estaba en los brazos de una mujer policía. Me había equivocado. Hikari no estaba en ningún lado.
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Hikari
RomanceHikari es una novela lésbica sexualmente explícita lo cual significa que tiene en parte contenido para adultos se recomienda discreción al leer esta novela además del carácter que tiene gracias por su atención.