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Linda y Stephanie deciden ir a una tienda a comprar. Les digo que tengan cuidado con los maestros. Nos sonríen. Claro que van a ser cuidadosas. Se quitan el uniforme y se ponen ropa más reveladora. La han traído especialmente. Parecen mayores de quince años. Y aunque no lo parecieran, nadie les pondría peros para venderles alcohol. Salen de la habitación, no sin antes asegurarse que no haya ningún maestro. Cierran la puerta tras ellas y su risa me llega desde el pasillo. Soy consciente de que estoy a solas con Sasha. -Ey -me dice -¿Qué opinas de esas dos? Me encojo de hombros. -Son bastante agradables. Pasa un momento. -Nunca he bebido alcohol -parece avergonzada. Como si me revelara un secreto sucio. -No es gran cosa le digo. No tienes que hacerlo –después añado-: Tal vez sea mejor que ninguna de las dos beba. -No es que no quiera hacerlo. Es que tengo la impresión de que voy a hacer algo que no debo y que me voy a defraudar a mí misma. No sé cómo sacudirme ese pensamiento. ¿Es estúpido verdad? Debo parecerte una niña. Voy a su lado. Tengo ganas de ponerle una mano sobre el hombro. Tengo ganas de tocar su rostro y acariciar su cabello. Tengo unas ganas locas de besarla. No hago nada de eso. -Por supuesto que no. No eres ninguna niña. ¿Dónde están esas dos con el alcohol? -Creí que no querías beber -me dice. -Cambié de parecer. Un trago no me vendría mal. -¿Hikari? Está a punto de decirme algo. Sus ojos me miran con insistencia. Abre la boca para decirlo. La puerta se abre y las palabres mueren antes de salir de su garganta. Compraron una botella de vodka y un six pack de cervezas. -¿Jugamos a “yo nunca..”? Todas aceptan encantadas. Yo no estoy convencida. Nunca lo he jugado, pero no necesito hacerlo para saber que me desagrada. Odio esa clase de juegos estúpidos. Por supuesto, me quedo callada y me siento a jugar con ellas. Linda nos explica el juego. Sasha le hace un par de preguntas. -¿Entonces si es algo que ya he hecho tengo que dar un trago?. -Sip -le responde Stephanie. Saca la botella de vodka y la pone en el centro. Todas la miramos. -Yo empiezo. Nunca me he enamorado de un maestro -dice Linda. Se calla. Stephanie ríe y da un trago. Es el turno de Stephanie. -Nunca me he enamorado. Miro a Sasha. Permanece impasible. No hace ademán de moverse. Yo tampoco lo hago. No sé por qué me siento triste. Stephanie es nuevamente la única en beber. -Esto va muy lento –les digo. Paso una cerveza a cada una, incluyendo a Sasha. La abro y empiezo a beber. Stephanie me imita. Sasha espera un poco. Al final da un largo trago. Hace una mueca de disgusto. Seguimos jugando un rato más. Casi hemos vaciado la botella de vodka. Linda parece completamente borracha. Riéndose y diciendo incoherencias. Yo tolero el alcohol bastante bien y a pesar de lo que he bebido, apenas estoy achispada. Sasha parece en trance, pensando en no sé qué. Me levantó para irme. El cuarto se ha vuelto demasiado pequeño. Me siento oprimida. Siento que en cualquier momento me echaré a llorar. Por esto no me volví alcohólica. Nunca pude entregarme al alcohol. Lo único que hacía era recordarme hasta qué punto mi vida era miserable. Soy una miserable. No puedo soportarlo más. Me pongo en pie y salgo del cuarto. Tengo que irme. Pienso en las escaleras de servicio. Estamos en el octavo piso. No hay razón alguna para pensar que alguien va a utilizarlas. Me dejo caer sobre un escalón. Derrotada. Triste. Rota. Soy una mala persona y siempre lo he sido. No merezco la compasión de nadie ni la mía propia. Comienzo a llorar. Odio llorar. Me odio cuando lloro. Lucho contra las lágrimas. Es inútil. Son más fuertes que yo. Todo es más fuerte que yo. Lloro por Sasha. Por haberla conocido. Sobre todo lloro por mí. Porque mis lágrimas no tienen fin y mi desdicha tampoco. Después de un rato me calmo. No sé cuánto tiempo habrá pasado. La puerta de servicio se abre repentinamente. Me siento avergonzada de que alguien me vea. Es Sasha. Está un poco ebria. Aunque se esfuerza en parecer normal. Permanece de pie a mi lado un momento. Finalmente viene hasta mí y se sienta a mi lado.

Hikari Donde viven las historias. Descúbrelo ahora