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50 Me despierto no sé cuánto tiempo después. Mamá se ha ido. Intento ponerme en pie. El dolor que me invade en ese momento, al intentar moverme, me corta la respiración. Es imposible. No puedo moverme. Si lo hiciera tengo la sensación de que mi cuerpo se rompería en pedazos. Me limito a permanecer tendida sobre el piso de la cocina. No puedo pensar en nada. El dolor es casi insoportable. Donde sea que me toque, mi piel me arde y me da punzadas. Siento la cabeza a punto de explotar. También estoy desnuda. No hay una sola parte de mi cuerpo que no me duela. La sangre que corría a través de mis muslos ya se ha coagulado. Esto no tiene nada de extraño. Debería estar acostumbrada. Debería estar acostumbrada. Mamá tiene razón. Después de todo este tiempo no he aprendido nada. Me echo a llorar. Esta vez no es la pequeña Hikari quien llora, soy yo. Lloro una y otra vez. No puedo dejar de llorar. La obscuridad me engulle de nuevo. 51 ¿Cuánto tiempo pasó después de eso? No tengo la menor idea. ¿Qué pasó? Tampoco lo sé. Sasha está a mi lado. Dice que va a llamar a la ambulancia. No entiendo nada. Se levanta para hacer la llamada. La sujeto por la manga. No puedo permitir que lo haga. Mi voz es firme cuando le digo que no quiero ir al hospital. Mi mirada también lo es. Es lo único que puedo hacer. Sasha no tiene la menor idea. No debe saberlo ni ella ni nadie más. Ella acepta. Me relajo de nuevo. No puedo pensar con claridad. Tengo la sensación de que algo me succiona continuamente, arrastrándome contra mi voluntad hasta un lugar desconocido. Hago que Sasha vaya a la farmacia y que me compré la pastilla del día después. No es que la necesite, pero no quiero que Sasha sospeche. Pase lo que pase, ella no debe saber. Sería peor que la muerte. Y protegeré mi secreto con mi vida. No puedo permitir que Sasha me odie. No quiero que le dé asco. Hay muchas cosas que he hecho en mi vida. Esta es solo una más. Tengo la sensación de desaparecer continuamente. El tiempo sigue pasando sin que yo comprenda lo que pasa con él. Un momento estoy ahí y al siguiente estoy en otro lugar diferente. Sasha permanece a mi lado en todo momento. No sé qué pasa conmigo. No sé adónde va todo el tiempo que no utilizo. No me entiendo. Tengo que mirarme continuamente las manos para saber que sigo existiendo. Pero por más que lo hago tengo la sensación de que no son mis manos. Sasha me abraza continuamente. Tampoco la entiendo a ella. No quiero que se acerque a mí. No quiero romperla. La rechazo. No soporto que me toque. Soy impura y no quiero contaminarla. Sasha merece más que eso. 52 Sasha no me comprende. Odio que me haga preguntas. No puedo pensar correctamente y si intento responder ahora, sé que diré algo de lo que me arrepentiré. Sasha no sabe lo que es tener miedo a equivocarse. Para ella los errores están permitidos. Para mí no. No siempre puedo responder. No siempre puedo decir lo que quiero. No puedo explicárselo, ¿cómo podría? Todo lo que quiero es estar en silencio. Sasha parece incapaz de quedarse en silencio. Necesita llenar el vacío con palabras. Sasha. La miro de reojo. Estoy tan cerca y al mismo tiempo tan lejos de ella. Sasha no puede salvarme. Nadie puede. Seguramente es demasiado tarde para mí. No tengo salvación. Sasha no me comprende. Pero no sé si puedo enojar me por ello. Yo tampoco me entiendo a mí misma. 53 Sasha fue a la escuela en la mañana. No hice nada por detenerla. Tengo que recordar que Sasha tiene una vida también. ¿Por qué la alejo cuando quiero tenerla cerca? ¿Por qué me enojo con ella? ¿Por qué me siento frustrada? Estoy cubierta de sudor y siento el cuerpo adolorido y ardiente. Mantengo los ojos firmemente cerrados. Cada vez que los abro veo un demonio frente a mí. Un demonio conocido. Durante mucho tiempo creí que era mi madre. Ahora me doy cuenta de que el demonio soy yo. No distingo la fantasía de la realidad. El demonio se acerca a mí y me echo a temblar. La pequeña Hikari está acurrucada en un rincón. Cubriéndose las orejas con las manos. No entiendo lo que hace. Nadie está hablando. El demonio está más cerca. Contengo el aliento. La pequeña Hikari se pone en pie de un brinco y viene a mi lado. El demonio me mira y la pequeña Hikari también. -¿Por qué no hiciste nada? Quiero responderle, pero mi lengua está hinchada. La siento pesada dentro de mi boca. Empiezo a gemir. La pequeña Hikari me repite la pregunta una y otra vez. El demonio me habla: “Kowagari, kowagari, kowagari, kowagari”. “Cobarde, cobarde, cobarde, cobarde”. -¿Será que te gusta? ¿Será que lo necesitas? La sangre me hierve, me siento furiosa. Intento responder, pero no tengo la fuerza suficiente para hacerlo. La pequeña Hikari se se queda quieta frente a mí. Sus ojos negros fijos en los míos. “ -Te gusta… Lo haces porque te gusta -la radiante Hikari se acerca a mi cama también. Me sonríe, pero su sonrisa es peor que la del demonio.

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