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20 Mamá está en casa. Las cosas parecen más difíciles que antes. Voy a mi ventana y la abro. El viento frío me golpea el rostro ardiente. Me duele el cuerpo y por un momento el viento hace que me olvide del dolor. La silueta de una pareja se dibuja a lo lejos en la calle bajo la luz de las farolas. Suspiro. Mañana es mi cumpleaños. Intento imaginar sus vidas y lo diferente que son de la mía. 21 Mamá y yo nunca festejamos los cumpleaños. Una vez le hice una tarjeta, pero ella apenas la leyó. La abrió y me dijo que estaba plagada de faltas de ortografía. La tiró a la basura. Ese fue el fin de la historia. Jamás volví a darle nada. Tampoco me gustan mis propios cumpleaños. No hay nada que festejar. Tengo más razones para estar muerta que para estar viva. Solo es una fecha común y corriente. Llego al salón. Sasha está sentada en su butaca. Se pone en pie precipitadamente al verme entrar. Está nerviosa y tartamudea un poco. “Feliz cumpleaños”. Es una frase tan simple. Solo me ha dicho eso. ¿Por qué me siento… feliz? ¿Es eso sentirse feliz? “Gracias”, le respondo. Eso no es todo. Ha preparado algo. Saca una cajita de una bolsa. Es una cajita pequeña, como las que se usan para los anillos. Bromeo con ella cuando me la entrega, “¿No deberías hincarte? Es así que se pide matrimonio, ¿no?”, le digo. Para mi sorpresa ella se hinca. ¿Qué está haciendo? No se da cuenta de que estaba bromeando. “Tienes razón”, me dice. Me arrebata la caja de entre las manos y se hinca. “Hikari, ¿me concederías el honor de ser mi esposa?”. No lo comprendo, pero me siento feliz. Definitivamente me siento feliz. “Acepto”. Sasha sonríe complacida. Sus ojos se fijan en los míos más que de costumbre. Está buscando algo. Intenta comprenderme. Mis ojos están llenos de obscuridad. Nunca podrá ver al interior. Es imposible. No puede comprenderme. No quiero que lo haga. Hay cosas que no pueden ser expresadas con palabras. No todos los crímenes son castigados y no todas las acciones pueden ser comprendidas. Aun así lo sigue intentando. Me coloca la cadena alrededor de la muñeca. La acaricio con el pulgar. Es una cadena muy bonita. Tiene un corazón en el centro. Siento ganas de llorar. Yo solo lloro en mis sueños. Le doy las gracias otra vez. Sasha va a decirme algo, pero no tiene la oportunidad de hacerlo. Alguien entra en el salón. Sasha se calla y se sienta en su lugar. La otra persona me saluda y me dice feliz cumpleaños. Le muestro mi mejor sonrisa y le doy las gracias. ¿Qué era lo que quería decirme Sasha? Recibo muchos regalos. Han pensado en mí. El gesto me conmueve. Les gusta la Hikari radiante. A mí también me gusta ella. Después de las clases Sasha y yo vamos por Nina. Nina corre hacia mí y me abraza las piernas. Le acarició la cabeza. “Feliz cumpleaños, Hikari”. Le sonrío. Ella me toma la mano y la aprieta. -¿Te gustó tu regalo? 23 Me horneó un pastel. A mí que jamás había tenido un pastel de cumpleaños. No tenía por qué hacerlo, y aun así lo hizo. Estoy feliz. Siento unas ganas de estrecharla entre mis brazos. Quiero que ella me abrace. Koke, koke, koke, koke. Me castigo mentalmente por pensar en eso. Me doy cuenta de que han pasado varios días sin que haya dicho mi fórmula. Mi mundo está cambiando. No estoy segura de lo que pasa. Todo es tan igual y sin embargo, tan diferente al mismo tiempo. Tengo miedo. Antes sabía lo que pasaba. Estaba acostumbrada. Lo malo, lo feo, lo terrible. Sabía dónde encontrarlo. Ahora no estoy segura de nada. Sasha me mira. Está orgullosa de sí misma y del pastel que ha hecho. No es consciente del efecto que me produce. Yo también produzco un efecto en ella. A diferencia de Sasha, yo me doy cuenta. Me acerco hasta ella. Le planto un beso en el cuello. Me siento excitada. Sasha enrojece hasta el cuello. Me sonríe a medias. Está nerviosa. Yo también lo estoy, pero no dejo que lo vea. Voy hasta la cocina para buscar los platos para servir el pastel. Es solo una excusa. Mi corazón late aprisa. Y me siento arder. No comprendo estos sentimientos. No quiero comprenderlos. Quiero que desaparezcan para siempre. No obstante, también quiero conservarlos por siempre. Me cuesta recuperar la compostura. 24 Mamá siempre me da un regalo de Navidad. Nunca lo olvida. Tengo que mentirle a Sasha y decirle que no he pasado la Navidad con mamá. Es más fácil mentir. La verdad es complicada. Nadie quiere escuchar la verdad. Mucho menos Sasha. Le miento porque es lo único que sé hacer. Le miento porque no quiero que me odie.       “No vi a mamá en Navidad”. No puedo decirle lo que pasa en Navidad. He observado a mamá durante mucho tiempo. Solo la observo. Parece haber dos mamás una fría y calculadora y otra que se deja llevar por el impulso del momento. No sé cuál me da más miedo. Mi vida habría sido diferente si mi mamá fuera como la mamá de Sasha. Sasha tiene mucha suerte y se lo digo seguido. Interactúo lo menos posible con mamá. Solo le doy lo que quiere y nada más. No puedo evitar pensar en Sasha y siento una lágrima resbalar a través de mi mejilla. Mamá no se da cuenta. Tengo suerte. Me muerdo la lengua y me controlo. Debería estar acostumbrada. ¿Entonces por qué? 25 Veo a Sasha al día siguiente. Me habla del nuevo novio de su mamá. Parece enfadada. No le gusta el tipo. Intento imaginármelo. Tiene 42 años y se llama Alan. Sasha siempre va a los extremos o le gusta algo o lo odia. Pienso que Alan no puede ser tan malo. La mamá de Sasha no tiene mal gusto. Sasha no me lo dice, pero puedo adivinarlo. Está pensando en lo ridículo que sería tener otro hermano, de otro hombre diferente. Es difícil imaginarme a la mamá de Sasha seduciendo hombres. Es una mujer atractiva y debió haber tenido a Sasha cuando era muy joven. Ni Sasha ni Nina se parecen a ella. Aún así pienso que Sasha será más atractiva que su madre. Ella cree que es un patito feo. Yo creo que es hermosa. Me siento ridícula de pensar esa clase de cosas. Sasha es solo Sasha. Últimamente no hago más que pensar y decir estupideces. ¿Qué me está pasando? Sasha sigue hablando del tal Alan. Está preocupada. Intento consolarla lo mejor posible. Le digo que no es nada del otro mundo. Debería estar agradecida de que su mamá tenga a alguien. Sasha se avergüenza y mira al cielo. Aprovecho la ocasión para tomar su mano. La estrecho entre la mía.            Una agradable calidez inunda mi cuerpo. Sería lindo permanecer así para siempre. Sacudo el pensamiento. ¿Qué son esas niñerías? Caminamos por la calle. No he dejado la mano de Sasha y ella no me dice nada. Aprieta mi mano también. El día está frío y hay amenaza de lluvia. Por la noche vamos a cenar juntas. Me gusta hablar con Sasha. Ella cree en Dios, aunque se avergüenza de decirlo. Yo no creo en nada, pero me gustaría poder creer con la misma intensidad que ella. Ella piensa que todos tenemos un destino que cumplir. Una razón primordial para existir. Yo creo que venimos al mundo sin propósito. La vida no significa nada. Pasamos toda nuestra vida intentando encontrar un significado y en el ínter nos morimos un poco más cada día. Sasha me llama pesimista cuando digo eso. Aun así es la única a quien puedo confiarle eso y ella me escucha.

Hikari Donde viven las historias. Descúbrelo ahora