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-Tienes razón. Dime Hikari, ¿a qué hora llega tu mamá? -No lo sé. Hay veces en que no llega. -¿Es enserio? -quería preguntarle si en verdad era secretaria como me había dicho o si se dedicaba a alguna otra cosa. Pero al final no me atreví a hacerlo. -Sip. No somos para nada cercanas. De nuevo el silencio cayó sobre nosotras. Una suave brisa entraba desde la ventana y el sol brillaba aun. La habitación estaba sumida en una luz bermellón. -¿Hikari? -¿Sí? -Tu habitación es un desastre. -Lo sé. 8 Cuando regresé a mi casa, más tarde ese día, me sentí desanimada. No me arrepentía de haber pasado el tiempo con Hikari, pero me arrepentía de algo y no sabía de qué. Me dejé caer sobre la cama y permanecí con la cara contra la almohada durante lo que me pareció una eternidad. Cada vez que recordaba lo que había pasado en casa de Hikari, es decir, el haberla tenido debajo de mí, mientras ella me miraba con esos ojos, como si esperara algo de mí, mi corazón daba un brinco. Sentí que el rostro me ardía, como si hubiera pasado todo el día en el sol. Quería que la noche cayera para poder irme a dormir y despertarme al día siguiente sintiéndome mejor, pero al mismo, tiempo temía enfrentarme a Hikari al día siguiente. Sentía unas ganas tremendas de escribirle, me había dado su celular y lo había anotado en mi libreta de tarea. Sin perder un solo instante más, la saqué y la abrí ahí donde Hikari había anotado su nombre y su número. Como si fuera una estúpida, me quedé contemplando la caligrafía apretada de Hikari. 10 -Sasha, ¡ven a cenar! La voz estridente de mi mamá me sacó de mis pensamientos y me trajo de vuelta a la realidad. Dejé lo que estaba haciendo y bajé a cenar. -¿Cómo estuvo tu proyecto? ¿De qué era? -De física -respondí-. Estuvo bien, pero no avanzamos mucho. -¿Cuándo lo tienen que entregar? -En dos semanas. -Ah bueno, al menos tienen tiempo para hacerlo. Nina devoraba su comida, haciendo un montón de ruidos. Como si alguien le hubiera pagado por ello. -Te vas a poner gorda -le dije. -¿Cómo tú? -me preguntó ella, impasible. La pellizqué por debajo de la mesa. Nina gritó, pero no era de las que se dejaban, me dio un puntapié, mientras yo reía. -Sasha, por el amor de Dios -mi mamá se incorporó a medias. Apoyando sus manos sobre la mesa-. Discúlpate con tu hermana. -Siento que seas un marrano y que no puedas comer como la gente decente -solté rápidamente. -A veces siento que yo soy la hermana mayor aquí -dijo Nina. 11

Hikari Donde viven las historias. Descúbrelo ahora