Hikari

30

Jamás vi a la mamá de Hikari y por lo que ella me decía era extremadamente raro que ella la viera. Hikari me dijo que no estaba preocupada. Sin embargo, por alguna otra razón no le creí. Pensé que sus ojos contaban una historia diferente. Parecía tan triste cuando hablaba de ella, que no podía menos que sentirme indignada ante una madre tan desnaturalizada. A pesar de todo, el apartamento estaba tan impecable como siempre. Me tomó bastante tiempo comprenderlo. Desde un principio había sido Hikari quien lo limpiaba. Nunca entendí por qué cuando la conocí su cuarto estaba tan desordenado si ella era quien limpiaba el resto. No sé lo que representaba para ella un cuarto perfectamente sucio dentro de un apartamento perfectamente limpio. Nunca le pregunté y ella nunca me lo dijo, pero desde la vez que lo habíamos limpiado, lo mantuvo tan limpio como el resto del apartamento. 55 Hikari y yo echamos andar por caminos diferentes después de la escuela. Mamá quería que comiéramos en un restaurante con Alan. Envié varios mensajes a Hikari para decirle que el tipo no me gustaba y todas las tonterías que nos decía. Creo que yo era más tonta que él. Cada vez que podía echaba un vistazo a mi celular. No había recibido ningún mensaje de Hikari. Ninguno en absoluto. Me empecé a desanimar. La extrañaba cuando no estaba conmigo.            El día transcurrió sin que recibiera ningún mensaje de Hikari. La llamé por la noche, pero nunca me respondió. Comencé a preocuparme. Tal vez había perdido su celular o algo así. A la mañana siguiente no vino a la escuela. Esperé pacientemente toda la mañana, esperando que llegara. Al principio creí que quizá se le había hecho tarde. Por supuest,o mi esperanza comenzó a disminuir a medida que transcurría el día y Hikari no aparecía. Tan pronto como salí de clases llamé a mi mamá para que viniera a recoger a Nina. Iba a ir al apartamento de Hikari y no podía encargarme de mi hermana. Además Nina era su hija, lo menos que podía hacer era venir a recogerla a la escuela. Más que caminar, corrí por el camino que conducía a la casa de Hikari. No había escuchado nada de ella desde el día interior y estaba preocupada. Hikari no era la clase de persona que permanecía silenciosa por tanto tiempo. 56 Llamé a la puerta, pero nadie me respondió. No me desanimé y llamé con mayor fuerza aún. Debí pasar un cuarto de hora golpeando y gritando a su puerta. Estaba por irme, cuando escuché movimiento adentro. La puerta se abrió unos cuantos segundos después. No estaba preparada para lo que vi. No lo había imaginado y por supuesto, no me lo esperaba. El rostro de Hikari estaba inflado, amoratado y lleno de sangre coagulada. Era una visión espantosa. Su ojo derecho estaba completamente cerrado debido a la hinchazón. -¡Hikari! –hice ademán de acercarme a ella, pero ella retrocedió unos pasos, alarmada-, ¿qué pasó? -No puedo ir así a la escuela –dijo. Acto seguido cubrió su rostro con sus manos y se echó a llorar. Crucé la distancia que nos separaba y la estreché entre mis brazos. Ella sollozó con más fuerza. Se aferró a mí como si su vida dependiera de ello y lloró como nunca. Jamás escuché a nadie llorar así y espero jamás volver a vivir una escena semejante. Cada sollozó parecía desgarrarle la garganta. Yo no sabía qué hacer y era bastante torpe intentando consolarla. Se derrumbó sobre el piso y yo me incliné a su lado. No sé cuánto tiempo había pasado. Hikari lloraba y yo no podía hacer nada para ayudarla. Intenté ser fuerte, pero al final, me eché a llorar con ella también. No podía verla llorar sin sentirme triste también. “¿Hikari qué te paso?”, me moría por preguntarle, pero súbitamente me había entrado un miedo tremendo. No quería escuchar su respuesta. No quería que Hikari respondiera a esa pregunta, porque si ella se encontraba en esta condición es porque algo muy malo había pasado. Quería regresar el tiempo al momento en que todo estaba bien y en que éramos felices la una con la otra.