“Por favor, que no sea como en Año Nuevo”, pensé. Tuve que alejarme de todos y sentarme en una banca, mientras intentaba poner la mente en blanco. Me concentré en respirar lo más lentamente posible. Uno que otro visitante pasaba a mi lado, me echaba una rápida ojeada, asentían y después se iban, luciendo sonrisas burlonas. “¿Qué era tan gracioso? Estúpida Hikari. Pudiste haberme dicho algo”, pensé. 42 Serían tres horas para regresar a nuestra ciudad y estaba segura de que no las pasaría con Hikari. Suspiré resignada mientras me acomodaba en mi asiento. Puse mi música y me dormí antes de que saliéramos. Habré dormido como unos diez minutos. Cuando abrí los ojos Hikari estaba sentada a mi lado, la mirada perdida en el paisaje que se deslizaba a través de la ventana. No me atreví a hablarle. Estaba segura de que mi voz sonaría patosa y de que solo me avergonzaría a mí misma. Así que me conformé con contemplarla. Tenía el rostro apoyado sobre su mano. No me atreví a realizar ningún movimiento, por miedo a que ella lo notara. Su expresión era de lo más bello que hubiera visto jamás. Me quedé embobada viéndola. Alguien la llamó por su nombre, lo cual hizo que reaccionara. Lo primero que hizo fue mirar en mi dirección. No tuve tiempo de desviar la mirada y nuestros ojos se encontraron. Sus ojos me vieron y me sentí profundamente avergonzada, como si me hubieran atrapado haciendo algo indecente. Una vez cuando tenía doce años fui de visita con mis primas que vivían en el campo. Me quedé con ellas una semana. Una tarde cuando la mayor, en ese entonces de diecisiete años se estaba bañando, la ventana del baño estaba abierta y desde el jardín había una vista perfecta del baño. No pude dejar de mirarla mientras se enjabonaba los senos. Me hubiera gustado ver más, pero la ventana era pequeña. La observé como se observa algo desconocido. No sé cuánto tiempo permanecí, así, pero al final ella se dio cuenta. Levantó la mirada y encontró mis ojos mirándola. Me sonrió. En ese entonces no comprendí lo que su sonrisa significaba. Y cuando Hikari me sonrió de la misma manera, me trajo a la mente aquella misma imagen. -¿Cómo? –Hikari se dirigió a la persona que le había hablado. -Solo di que sí. -Sí –contesto Hikari. -¿Ves te dije que sí? –los dos tipos comenzaron a reí. Suspiré, los hombres de nuestra edad podían ser tan inmaduros. Hikari también me sonrió. 43 Hikari actuaba como si nuestro beso no hubiera ocurrido jamás y yo esperaba el momento adecuado para poder hablar de ello. El momento adecuado parecía no llegar nunca, así que guardaba silencio y esperaba. Una semana pasó sin que la situación cambiara. Durante toda esa semana solo la vi en la escuela. Ella no me pidió venir a mi casa y yo no la invité. Terminé cansándome de esta situación. No quería barrerlo bajo la alfombra. Así que hice lo único que podía hacer, la invité a mi casa. Al principio, Hikari pareció vacilar. Por un momento creí que me diría que no, pero al final aceptó. Recorrimos el camino de regreso a casa en silencio. Nina era la única que parecía dar un monólogo sobre su fiesta de cumpleaños y lo genial que había sido. La habían festejado en la escuela. Yo nunca tuve una fiesta de cumpleaños. Era demasiado tímida y temía que todo el mundo se aburriera. Hikari comenzó a entablar una conversación con Nina, preguntándole sobre los regalos que había recibido, las cosas que había hecho. Dejé de escucharlas. Muchas veces me sucedía así, dejaba de poner atención a lo que los demás me decían, para irme a mi propio mundo imaginario. Donde podía ser quien yo quería ser, decir lo que quería decir y hacer lo que quería hacer. Me hubiera gustado que Hikari me acompañara a este mundo, pero solo había espacio para una persona. Yo caminaba detrás de ellas. Las miré. Parecían entenderse bien. Me alegré de que fuera así. Las amaba a las dos, de una manera completamente diferente. Hikari se había vuelto necesaria. Quería verla, sentirla cerca, incluso si ella no sentía lo mismo por mí. Últimamente no podía dejar de darle vueltas una y otra vez, pasé muchas noches de insomnio preguntándome lo que Hikari sentía por mí. A veces me convencía a mí misma de que ella me amaba también, pero otras, me decía que eso era simplemente imposible, que ella jamás sentirá nada por mí y era yo quien deformaba la realidad de tal manera para que pudiera adaptarse a mis fantasías torcidas. Comencé a pensar y a convencerme a mí misma de que jamás había necesitado a nadie tanto como necesitaba a Hikari ahora.

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Hikari
RomanceHikari es una novela lésbica sexualmente explícita lo cual significa que tiene en parte contenido para adultos se recomienda discreción al leer esta novela además del carácter que tiene gracias por su atención.