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31 Hikari nos encontró mucho tiempo después, cuando la multitud ya se había dispersado. Para ese entonces yo me sentía mucho mejor, y sin embargo, algo había cambiado. Tenía miedo y no soportaba la idea de estar en una muchedumbre. De verdad había creído que moriría y mi hermana conmigo. Mamá me había llamado hacía un rato para asegurarse de que estuviéramos bien. Sonaba alarmada y quería que nos encontráramos lo más pronto posible. No dejé que Hikari se marchara. No podía permitir que se fuera y regresara a casa sola. Además la quería cerca de mí. Más que nunca necesitaba sentir sus brazos rodeándome el cuerpo, sosteniéndome. Mamá y su novio nos dijeron que hubo varios muertos. Gente que fue pisada. Mi respiración se aceleró. Yo pude haber sido uno de ellos. No dije ni una palabra durante el camino de regreso. 33 -¿Te encuentras bien? –me preguntó Hikari cuando estuvimos a solas en mi habitación. Asentí con la cabeza y terminé de ponerme el pijama. Luego me metí en la cama y me cubrí hasta la cabeza. Hikari se metió a mi lado. -De verdad creí que iba a morir –le dije. Hikari me tomó por el talle y me rodeó con sus brazos, como había deseado que lo hiciera. Comencé a llorar silenciosamente. Ella me apretó con más fuerza. -Lo que me aterraba en sí –dije cuando me hube calmado-, no es el hecho de morir, sino el hecho de saberlo y de sentirme impotente. -No te preocupes, no pasó nada malo. Shhh –me acarició el cabello y me besó la frente. No supe cómo ni cuándo, pero me quedé dormida. 34 -Ahhh –dije. Hikari dejó la revista que estaba hojeando y me miró -. Olvidé que hay algo que tengo que hacer. -¿Qué es? –me preguntó Hikari. -Te va a parecer ridículo –le dije medio en broma, medio en serio-. Es algo que empecé a hacer hace poco. Hikari puso su cara más seria y sacudió la cabeza. -Te prometo que no. -Vale, todos los días me pongo a escribir. Cuarenta minutos al día, eso es todo. ¿Es un poco tonto no? -Por supuesto que no. No sabía que a Sasha le gustaba escribir. -Me gusta mucho. No sé cómo explicarlo. Es curioso, pero siento que me expreso mucho mejor cuando escribo que cuando hablo. No es necesariamente que tenga más tiempo para pensar –hice una pausa mientras intentaba ordenar mis pensamientos que partían en todas direcciones. Hikari esperaba pacientemente con la mirada fija en mí-. ¿Cómo decirlo? Siento que tengo muchas cosas que decir y solo el papel me tiene paciencia. -¿Te gustaría ganarte la vida escribiendo? -me preguntó Hikari. -Creo que todos los escritores quieren ser publicados. Digo, no es que sea tan arrogante como para considerarme una escritora. Quizás un día. A mí también me gustaría ser publicada o publicar mis libros yo misma -marqué una pausa-, pero no me importaría si no gano dinero con eso. Me bastaría con que la gente los leyera. Y si les gustaran mis historias, entonces sería aún mejor. -Suena bien. La próxima vez déjame leer lo que escribas. Me gustaría verlo. -Vale. Por unos cuantos segundos mis ojos permanecieron fijos en los de Hikari. Ni ella ni yo los despegamos, hasta que comencé a sentirme incómoda. Me levanté y fui hasta mi escritorio y comencé a escribir, aunque no pude concentrarme. Sentía la mirada penetrante de Hikari fija en mí. -¿A ti que te gustaría hacer, Hikari? –le pregunté al cabo de unos momentos. Dejé mi lápiz a un lado y la miré. La página estaba en blanco. Ella lo pensó durante unos momentos. -Antes había pensado que me gustaría ser psicóloga. -¿Antes? –repetí. -Antes. Lo que pasa es que no sé si alguna vez podría ayudar a alguien a comprenderse a sí mismo. No me comprendo a mí misma, muchísimo menos a alguien más. Medité en lo que me había dicho. Tenía razón. Yo tampoco me comprendía a mí misma, pero anhelaba comprenderla a ella. Incluso si parecía absurdo. -¿Alguna vez has ido con un psicólogo? –le pregunté. -No, la verdad es que no, pero no creo que sirva de mucho… ¿No ibas a escribir? -Cambié de parecer. ¿Vemos una película?

Hikari Donde viven las historias. Descúbrelo ahora