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No entendía lo que significaba ser una mejor amiga, tampoco entendía mis sentimientos por Hikari. Me había llamado su mejor amiga, y aunque eso me hacía feliz, al mismo tiempo me causaba una profunda ansiedad y no sabía por qué. Había envuelto el regalo de Hikari y lo puse cuidadosamente en mi mochila. -Pareces muy feliz –me dijo Nina. -Lo estoy. -¿No es el cumpleaños de Hikari? -Lo es. La dejé en su salón y después me dirigí al mío. Esperaba que a Hikari le gustara su regalo y bueno si no le gustaba, había guardado el recibo para cambiarlo. Por primera vez no fui la primera persona en llegar al salón. Hikari levantó la vista cuando me vio entrar y una enorme sonrisa iluminó su rostro. -Llegas temprano. -No tanto como tú. Saqué la cajita de mi mochila y le entregué su regalo. -¿Qué es? -¿Por qué no lo abres? Ella me sonrió una vez más y comenzó a desenvolverlo con cuidado. La observé sin perder un solo detalle de su actitud mientras ella realizaba la operación. Cuando la cajita quedó al descubierto se rio y me miró. -¿No deberías hincarte? Es así que se pide matrimonio, ¿no? -Tienes razón –le arrebaté la cajita de las manos y me hinqué. La abrí al mismo tiempo que le decía-: Hikari, ¿me concederías el honor de ser mi esposa? -Acepto –me dijo medio enserio, medio en broma. Sus ojos me miraban y parecían tan profundos y sin embargo, tan lejanos de todo, “¿qué miran tus ojos, Hikari?”, me puse en pie de un salto y até la cadenilla a su brazo. Hikari me atrapó y me estrechó entre sus brazos. -Gracias –me dijo. La voz le temblaba y temí que se echara a llorar, pero se repuso y me miró, la mirada brillante y una sonrisa a juego. -Feliz cumpleaños –respondí, estrechándola a mi vez. Apenas nos habíamos separado, cuando alguien más entró en el salón. 21 Hikari era muy popular y recibió un montón de regalos. Creo que ni ella misma se explicaba el por qué todo el mundo parecía apreciarla tanto. Hikari era una persona agradable sin más, era amable y atenta y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio. Además tenía una especie de gracia natural que parecía emanar de ella constantemente. Me perdía observándola, cada gesto, la manera en que agitaba las manos y la manera en que fruncía el ceño cuando algo la contrariaba, lo había memorizado todo de ella, sin darme cuenta.            Fui consciente de que la estaba observando fijamente desde hacía mucho rato. Tuve miedo de que los compañeros lo notaran, por lo que me apresuré a sacar un libro y comencé a leer. Era una historia de amor entre chicas. Lo había comprado hacía poco sin que nadie se diera cuenta. Lo compré junto con varios libros y me aseguré de ponerlo en el fondo, donde nadie pudiera verlo, excepto el empleado, por supuesto. No sé por qué lo había comprado, pero sentía curiosidad. Toda mi vida pensé que la homosexualidad no era normal, no porque yo tuviera algo en contra de las personas homosexuales, sino porque me parecía algo completamente fuera de lo normal, pero últimamente me sentía diferente. Ya no podía pensar así. Después de todo, las personas siguen siendo personas, y el que sean homosexuales o no, no cambia nada. Comencé a leer el libro, tenía suerte de que la portada mostrara un paisaje y nada más. La historia se desarrollaba en un internado para chicas de preparatoria. La protagonista, una chica confundida sexualmente, comienza a tener sentimientos por su compañera de piso, una chica misteriosa y fría, que la ignora la mayor parte del tiempo. La protagonista quiere intentar comprenderla, saber más de ella, así que se esfuerza en ser más agradable, haciendo de todo para intentar pasar más tiempo con la otra, incluso se une al mismo equipo de natación, a pesar de no saber nadar. Traga agua durante uno de los entrenamientos y está a punto de ahogarse, cuando alguien la tira hacia la superficie, es su compañera de cuarto. Ve su rostro un momento, antes de caer en la inconsciencia. Cuando despierta su compañera de cuarto está con ella en la enfermería, haciéndole compañía. Ambas se miran a los ojos, su compañera de cuarto se acerca a ella. El corazón les retumba en el pecho, cada una ignora los sentimientos de la otra. Ambas se acercan. Sus rostros están tan cerca que pueden sentir el aliento de la otra sobre el rostro. El corazón comenzó a latirme a toda prisa, “Van a besarse”, pensé. -¿Qué estás leyendo? –la voz de Hikari a mi lado me sobresaltó. Levanté la vista rápidamente, y la vi concentrándose en las palabras, intentando descifrarlas. Cerré el libro de golpe. -Nada. Es solo un libro bobo. La típica historia de amor. Nada de particular. Nada. Nada. Ah por cierto, Hikari, ¿vienes a mi casa después de la escuela, no? Podremos festejar tu cumpleaños juntas. -Por supuesto.

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