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Además nuestros rostros estaban a apenas a unos cuantos centímetros el uno del otro. Tenía que irme, pero no podía moverme. Si hubiera cerrado los ojos en aquel momento, hubiera sido capaz de sentirla quemándome con su mirada. La atrapé por las muñecas y me apoyé con más fuerza, Hikari dejó escapar una inspiración, pareció sorprendida, pero no protestó. Todo me parecía tan irreal y no podía ver nada más que a Hikari a un beso de distancia. Sus labios carnosos se entreabrieron ligeramente y su respiración se volvió más irregular. A ella le costaba tanto trabajo como a mí poder respirar, poder quedarse quieta. “Hazlo, Sasha”, pensé, pero luego pensé que acababa de conocerla y que estaba actuando como una loca. Inspiré profundamente y me incliné con lentitud. Temblaba como una hoja sacudida por el viento, y los dientes comenzaron a castañearme. Aun así acerqué mi rostro al suyo, Hikari no hizo ningún movimiento. Sin embargo, me aparté al último momento. Me sentí turbada y quise irme, pero luego recordé porqué había venido. -Y si empezamos a hacer el proyecto. -Claro –me dijo Hikari. Se incorporó sobre la cama, se levantó y fue hasta su mochila - ¿Por qué no vamos al salón? Será más fácil trabajar ahí. -Es una excelente idea. Gracias por mostrarme tu habitación –me sentí estúpida de haber dicho esto. Hikari asintió. -Gracias a ti. Al final no pude concentrarme en lo que estábamos haciendo. Hikari hablaba y hablaba, al parecer tenía un montón de ideas para el proyecto. Y yo, a pesar de escucharla, no entendía lo que me decía, así que me contentaba con asentir y con mirar lo que ella señalaba sobre el libro. -¿Y qué te parece? -Me parece una excelente idea –dije moviendo repetidas veces la cabeza. No tenía ni puñetera idea de lo que íbamos a hacer. 7 Hicimos una pausa para comer. Fuimos hasta la cocina y nos preparamos unos sándwiches con limonada. -¿Y tu papá? -No lo sé. Mis papás están divorciados. -¿Fue difícil para ti? -¿El qué? -Que se divorciaran. -Ni siquiera lo recuerdo. Ahora que lo pienso no soy capaz de recordar el rostro de mi papá. -¿En serio? -No lo he visto desde que se divorció de mi mamá. Lo último que supe es que se fue a Japón y que ahora tiene una nueva familia. -¿Cómo sabes eso si no lo has visto? -Me lo dijo mamá. -Ya. Entonces somos iguales –le dije-, yo tampoco tengo papá. -¿Qué le pasó al tuyo? -Murió hace unos años. Hikari permaneció silenciosa unos instantes, luegose aclaró la garganta. -¿De qué? Quiero decir si no te molesta decirme. -No, no me molesta. Tenía cinco años así que no me acuerdo muy bien. Murió de cáncer. -¿Cómo era tu papá? -¿Físicamente o de personalidad? -Ambas. Esta vez fue mi turno de permanecer callada. En realidad no lo recordaba. No recordaba nada de él. De hecho no recordaba nada de aquella época. Era como si toda esa parte de mi vida hubiera sido borrada, como si mis primeros recuerdos comenzaran a los seis o a los siete años. No sé si hubiera debido sentirme culpable, pero no lo hice. -La verdad es que no lo recuerdo. Es bastante triste, ¿no? –le dije. -Creo que sería más triste si lo recordaras y te sintieras mal –me sonrió y yo también sonreí.

Hikari Donde viven las historias. Descúbrelo ahora