Cuando aprenda a morir

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Cuando aprenda a morir, 

no habrá azucenas que cortar para tu alma;

ensillaré en el lomo de la muerte,

algunos besos que en mi piel dejaras.


Sacudiré la espiga de tu aliento,

donaré para tu cuerpo mis dos alas;

seré el guardián de tu alma cuando viajes

sobre la extensa muerte hasta la playa.


Allí esperaré sediento de tu vida,

y habrá risas de viento y de campanas;

será otro amanecer, nuevos latidos,

un solo corazón y solo un alma.


Cuando aprenda a morir, 

tendré tu aire aleteando a mi espalda,

sacudiendo el dolor de aquellas rosas negras,

y aspirando el aroma de mis rosas blancas.


Desbordaré sobre tu piel ligera al viento,

la invisibilidad de mi nostalgia;

la nutriré con llanto de mis ruegos,

y esparciré sobre tu nada, la esperanza.


Y luego, no habrá muertes futuras

para dos cuerpos que viven con un alma,

atados por el hilo de un orgasmo,

atravesando un corazón que no desangra.

Hilos de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora