Era un alma prestada

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Siempre supe que era mía,

Pero era un alma prestada;

Como prestado es el mundo con sus voces

Y fragancias.

Fue lo que aquel me dijo después que le reclamara

Por el alma que era mía santiguada en una alianza.

Se la llevó con la lluvia

Entre noche y madrugada.

Por más tormentas que hubo,

La mía las opacaba.

Le recé, bien lo recuerdo...

Padrenuestros fracturados y aves marías

Con rabia.

No esperaba una respuesta pero llegó entre suspiros,

Y gemidos, y nostalgias;

Soñaba casi despierto, cuando una voz casi helada

Me dijo lo que me dijo Para que no lo olvidara:


"Soy el dueño de su alma,

de este mundo y sus fragancias".


Fue todo. Después... ya no dijo nada.

Aquel que todo lo puede

Me atravesó con la espada sin privarme de la vida,

Fue una herida enajenada.

Cuando pude comprenderlo

Después de declinar la calma,

Le dije: llévate ésta, la mía que ya no sangra,

Que la siento envejecer

Pendiendo de una palabra

Para cuando se te ocurra, la recojas

Sin un arma.

No quiero un regalo a medias,

Ni el sol, ni el cielo, ni el alma

Si son simplemente flores que se deshojan

Con agua.


Ilusiones que se esfuman

Cuando el dueño las reclama.


Sentí ira y fue la lengua,

Aquella que nada sacia,

Quien desbordó la locura sin recelos

Ni artimañas,

Para que aquel se enterara

Que no tenía derecho si sus planes, ocultaba.

Fue entonces cuando despierto

Y se inflama la mirada,

al verla danzando sola con una sonrisa escasa.

La mía duró muy poco cuando igual llegó una carta

que decía, escrita con palabras sabias:

Ahora que ya lo sabes disfruta por hoy su estadía

Que la reclamo mañana.


Siempre supe que era mía.

Pero era un alma prestada.

Hilos de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora