No hay nada

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Va el ocaso del amor con la falda levantada,

Mostrando los vestigios, y las ruinas tormentosas de claveles

Que dejó el hervor de tu carne aclimatada

En otras pieles.


Y yo que te creía santa.

Y por ti no exploré la escrupulosa bondad de otros vergeles.

Hoy, entre hieles tejidas de un dolor sacrosanto,

Le entrego la vida, mi vida, a quien me ha buscado tanto,

Y no me hallaba.


Por fin me hallaste.

Ya tienes dispuestas las cuatro direcciones de mi alma.

En la primera no me busques que ya es tarde.

En la segunda nunca estuve...

En la tercera fui una vez pero no anduve,

Y en la cuarta, ¡ah cuarta dirección!

¿Por dónde andabas?


Fue allí donde esperé tus necedades

Con los brazos abiertos un océano y mil playas.

Fue allí donde purgué las nimiedades

Y fatigas de las horas perdidas de mil danzas.


Fue allí donde perdí los estribos de la carne enrojecida

por pasiones que la incautan;

Otra boca fue a la herida tantas veces...

No llegaste... Y ella estaba...

¿Dónde andabas?


Solo hay peces en el agua, y no hay peces donde hay ríos

De ilusiones y emociones inventadas.

Era tarde aquella tarde y no estuviste.

Y otros brazos en mis brazos con fervores se enredaban.

Y entre dudas y suspiros

Y otro aliento hirviendo en vino,

Con sus redes egoístas, me atrapaba.


Todo ha muerto.

Ya he vuelto a buscarte en la ensenada

De las ruinas y los nervios de una vida embolatada.

Y no estabas.


El destino es cosa seria...

Cuando menos lo esperaba...

Ahora tienes las cuatro direcciones de mi alma

Aunque no hay nada.    

Hilos de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora