Me levanté sin Dios

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Me levanté sin Dios una mañana,
indiferente, incrédulo, inseguro;
deambulé sin claridad, todo era oscuro,
alma en tinieblas y juventud profana.


Me levanté sin Dios. Todo era olvido.
Sin fortaleza ni espíritu imprudente.
Todo era nada sin ti, todo era ausente;
una absurda sensación de haber vivido.


Me desperté sin fe, me levanté desnudo,
confuso, agobiado en el ocaso
donde limitan el triunfo y el fracaso,
abatido antes de luchar, inerte, mudo.

Me levanté sin mí, olía a muerte;
mi esencia ya volaba en el crepúsculo.
Era tan solo haber poco y minúsculo,
la verdadera razón de no tenerte.

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