Meido no tetsaiga

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La cara del ojidorado se estampó contra el suelo.

El dai youkai atacó a la castaña que estaba a punto de golpear a la ojigris.

—¡Perro idiota!—Gritó esquivando el ataque del Inu youkai y alejándose unos metros.—¡Osuwari!

De nuevo y ante la mirada atónita de todos el rostro del hanyou volvió a estamparse contra el suelo.

—¿Qué tienen contra mí?—Preguntó Inuyasha aún con el rostro enterrado en el suelo.

—Sesshomaru, aléjate.—Ordenó por primera vez la castaña, levantándose y tocando su brazo izquierdo sintiendo dolor.—Tú lo dijiste, esta es mi pelea. Así que no intervengas.

"Humana insolente." Pensó, sonriendo para sus adentros."Eres tú"

—Quien sea que sea la verdadera Azul de verdad es muy valiente.—Murmuró para sí mismo el pequeño Shippo.

Nadie más que ella era capaz de darle una orden al hermano "malvado" de Inuyasha sin siquiera demostrar una pizca de temor.

—Haz lo que quieras.—Murmuró con aparentemente desinterés.

"Puedes incluso hacer que el collar de Inuyasha funcione cuando dices el conjuro" Pensó la verdadera Azul con el ceño fruncido. "Bien... Tendré que arriesgarme"

—Acabemos con esto Demon me.Dijo con una sonrisa la castaña.

—Lo mismo digo "Azul"—Dijo su imitadora con una sonrisa retadora.

Corrieron una hacia la otra, la creciente de Naraku lanzó una fuerte patada que la verdadera ojigris pudo bloquear con dificultad.

—¿Qué...?—La imitadora abrió los ojos cuando la humana la abrazó y no la soltó por más que está ponía fuerza.—¿Qué mierda estás haciendo?

—Hay algo que yo puedo hacer y tú no Demon me.Cerró los ojos cuando un brillo comenzó a emanar de su cuerpo creando una esfera que las cubrió a ambas.—Resulta que también tengo poderes espirituales, idiota.

Mientras tanto, Inuyasha, Kagome y sus amigos miraban asombrados como aquel poder las cubría a ambas y desaparecía, dejando ver de nuevo a sólo una castaña que respiraba con dificultad.

—¡Azul!-Gritó el pequeño kitsune, corriendo a abrazar a su amiga.—¡La derrotaste!

—Eso creo.—Sonrió un poco y suspiro tocando su brazo izquierdo.

A pesar de tener su misma apariencia y rasgos, la fuerza de la criatura era más que la de ella.

—¿Cómo rayos hiciste eso?—Cuestionó el hanyou sentándose frente a ella.

—Al parecer la señorita Azul también es una miko.—Dijo el monje con una mano en la barbilla.

—Hai—Afirmó la castaña levantándose para irse.—Me enteré poco después de...

Calló al darse cuenta que el ambiente se había puesto tenso de repente.

—Vuelve a viajar con nosotros.—Dijo de repente Inuyasha.

Tanto la castaña como el Inu youkai se sorprendieron con el comentario del hanyou, más este último disimuló su sorpresa.

—¿Qué...?—Parpadeo varias veces, confundida.

¿Volver a viajar con ellos? Claro que le encantaba la idea. Pero... Eso significaba que ya no pasaría tiempo con Rin, ni con Kohaku, y les había tomado cariño muy rápido. Por otro lado extrañaba viajar con Kagome, Inuyasha, con el pequeño Shippo y acariciar el pelaje de Kirara.

—Ella no viajará con ustedes.—Sentenció Sesshomaru.

—No tienes derecho a decidir por ella.—Volvió a hablar el Hanyou.

—Cálmense los dos, onegai.—Suspiró cansada.

Necesitaba descansar, había utilizado mucho poder espiritual para acabar con esa imitadora, sin olvidar que también necesitaba una vendas para su brazo malherido.

—Que mal, pensé que la nueva creación de Naraku sería más poderosa.—Dijo una voz que alertó a todos.

—Byakuya.—Murmuro la miko del futuro apuntándole con una de sus flechas.

—No creo que sea una buena idea hacer eso.—Dijo antes de desaparecer y volver a aparecer, pero esta vez detrás de la ojigris.—Nos vemos de nuevo Azul-San.

Antes de que llegara a hablar unas ramas gigantescas salieron de entre los árboles y atraparon a la castaña, alejándola de sus amigos y elevándola en el aire.

—¡Suéltala infeliz!—Gritó el hanyou desenfundando a tesseiga.

—Descuida Inuyasha, no le haré daño. Naraku ordenó a su nueva creación que le llevará a Azul-San frente a ella, no yo.—Explicó sentado en una de las ramas del árbol, aún lado de la castaña.—Por ahora sólo les haré un favor a tí y a tus amigos.

—¿De qué estás hablando?

—Meido no tetseiga.—La castaña se tensó al escuchar el ataque que recientemente había aprendido a usar tetsaiga.—Un ataque el cuál probablemente te vuelva más poderoso que el mismo Naraku. La única forma de que tesseiga pueda usarlo es derrotando a la espada de tu hermano. Además de que al derrotarlo podrás llevarte contigo a Azul-San.

—¡Yo no soy un maldito trofeo!—Gritó la castaña moviéndose, intentando safarse.

—Yo no haría eso si fuera usted.—Dijo Byakuya, serio de repente.

De las ramas comenzaron a salir espinar que lastimaban a la ojigris, quién se mordió el labio para no gritar y preocupar más a sus amigos.

—Yo...

"Onegai..."

—Inuyasha...-Susurró la castaña con los ojos abiertos al ver como el peliplata sujetaba con fuerza su espada.

"No lo hagas."

—Morirás si intentas atacarme, Inuyasha.—Sesshomaru cerró los ojos y llevó su mano al mango de su espada.—Sin embargo, yo deseo tanto está pelea como tú.

Y entonces pasó.

Sus espadas chocaban y lanzaban sus ataques, algunas veces acertando el golpe y otras recibiendo los ataques.

—Detén esto, onegai.—Susurró la castaña con los ojos cerrados.—Se matarán.

—El mismo Sesshomaru lo dijo, es su destino que uno de los dos muera.—Respondió viendo cómo el ataque de Inuyasha lastimaba gravemente a su hermano y rompía la espada maldita.

La espada de Inuyasha comenzó a ennegrecerse.

"¡No!" Cerró los ojos y dejó que su poder espiritual saliera, desintegrando las ramas y haciéndola caer justo entre ambos hermanos.

Extendió las manos, poniéndose frente a Sesshomaru, utilizando su cuerpo como escudo.

—Paren de una vez con esto.—Dijo con voz seca, al levantar la mirada de podía ver sus ojos cristalizados.—¿Qué no ven que van a terminar matándose? Ambos están mal heridos.

—Nee-chan...

—Es mejor que te vayas, Inuyasha.—Dijo dándole la espalda.—Tienen que limpiar tus heridas. Yo volveré al campamento con Sesshomaru.

—Nee...

—Vete... Ahora...—Susurró sintiendo su voz quebrarse.

Todo había terminado, Inuyasha había aprendido el meido no tetsaiga y Sesshomaru había resultado bastante herido.

Observó cómo sus amigos se alejaban hasta perderse en el bosque.

Suspiró y se arrodilló junto a Sesshomaru, pasando su brazo alrededor de su cuello y ayudándolo a levantarse.

—No necesito ayuda de tí, humana.—Dijo intentando apartarse, más sin embargo estaba muy herido como para caminar él sólo. Y ella no notó.

—Lo que digas.—Murmuró, ayudándolo de todas forma y llevándolos de vuelta al campamento.

Esa chica extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora