Cuando rompieron el beso, la castaña mantenía los ojos cerrados, incapaz de ver al youkai a la cara.
—T-tengo que irme, o los chicos se preocuparan.—Balbuceó en voz baja.—Hablaré con Rin, para que no esté tan triste.
Sabía que tenía que irse, pero estaba segura de que volvería.
—Mírame.—Al ver que la castaña no obedecía tomó entre sus dedos su mentón y la obligó a levantar la mirada.— Cuida a Rin por mí, hasta que regrese.
Ella sonrió con las mejillas sonrojadas.
—Hai.—Esta vez, ella se puso en puntillas y beso los labios del youkai.—Buena suerte.
Sin decir nada dió media vuelta y salió corriendo rumbo a la aldea con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro.
Al estar más cerca de la aldea disminuyó su velocidad y comenzó a caminar. Aun estaba herida y se cansaba con facilidad.
Abrió los ojos como platos al ver una explosión muy cerca de la aldea. Maldijo para sus adentros al darse cuenta que había olvidado su daga en la cabaña de la anciana Kaede.
Si se daba prisa, podría escabullirse y tomar su arma.
Se sobresaltó al sentir como alguien detrás de ella cubría su boca.
—Realmente lo lamento, Azul-san...
**
Paro en seco al percatarse de ese aroma. Era...
Corrió en dirección a la aldea, donde provenía el olor. Abrió los ojos como platos al verla en el suelo, con aquel kimono púrpura bañado en sangre. Su sangre.
—Sessho... maru...—Dijo con dificultad, al darse cuanta que este acariciaba su rostro con la mirada escondida.
—No hables.— Le ordenó de inmediato.
Apenas podía escuchar su corazón latir.
—La... Aldea...—Su respiración se volvía cada vez mas errática.—Están... Atacando... Tengo que...
—No hables.— Volvió a decir, esta vez con voz mas dura, levantando la mirada. Sus ojos ahora eran rojos.—Exterminaré a quien hizo esto, ahora mismo.—La castaña acarició la mano del youkai que estaba en su mejilla.—No mueras.
—Intentaré... No hacerlo...
"Te quiero..."
Se levantó, aspirando su aroma y grabándolo en su memoria.
Los mataría, mataría a Naraku y todas su malditas extensiones de una vez por todas. Jako en su interior rugía, cegado por la furia, impaciente por salir y arremeter contra todo.
**
—¡Maldición!—Gritó el hanyou cuando Magatsugi destrozó una cabaña hasta volverla trizas.
Había vuelto, pero esta vez, sus extensiones le había dado vida a una araña gigante. La misma que estaba peleando con Kaoren en este momento, transformado en un zorro.
—¡Kaoren!—Gritó Akari al ver a su esposo derribado.
El gran zorro blanco rugió, encendiendo su cuerpo con llamas azules.
Su fuego bastó para exterminar a la araña... Ahora faltaba Magatsugi. Gruñó en su dirección antes de atacarlo.
El lado maligno de la perla vió las intenciones del kitsune, utilizó sus extensiones para mandarlo a volar, rompiendo árboles con su cuerpo.
Kaoren gruñó adolorido.
—Maldición.—Volvió a gruñir Inuyasha cuando Magatsugi, con sus extensiones lo lanzó contra los árboles, justo como Kaoren.
Era poderoso, no podría ganarle.
Entonces lo percibió, en el aire.
—Sesshomaru.—Habló el kitsune blanco volviendo a su forma antropomórfica, viendo a su amigo de la infancia salir de entre los árboles.—Hasta que te dignas en aparecer, bastardo.
El Inu youkai caminaba tranquilamente, pasando de largo al kitsune y al hanyou, dirigiéndose hacia Magatsugi.
Las orejas del hanyou dieron un tirón y sus ojos se abrieron como platos. El aura de Sesshomaru destilaba ira, nunca en su vida había podido percibir una emoción en él, solo su olor. Sus ojos eran rojos, y alrededor de su cuerpo irradiaba un aura blanca.
Estaba reprimiendo su transformación, una transformación provocada por el enojo y la ira que estaba conteniendo.
Por unos segundos, el Hanyou tuvo miedo de su hermano mayor.
Magatsugi sonrió.
—¿Qué te pareció mi regalo?—Preguntó burlón al Inu youkai.—La sangre de esa humana logró curarme, incluso me volvió más fuerte.
—¡¿Qué le hiciste a Azul maldito?!—Inuyasha gruñó olfateando el aire.
Percibía el olor a sangre, la sangre de la castaña... Pero, su aroma en sí era muy bajo, cómo sí...
—No te volvió lo suficientemente fuerte para derrotarme.—Sesshomaru prácticamente había rugido aquellas palabras, no podía contenerlo más.
Dejó salir a Jako y atacó a Magatsugi. Quién no pudo esquivar al gran perro blanco y terminó con su cuerpo partido a la mitad.
—Infeliz.—Intentó atacarlo con sus extensiones cómo aquella vez, inmovilizándolo, pero Sesshomaru se liberaba mordiendo y rebanando con sus garras las extensiones.
Magatsugi sonrió cuando en un momento de distracción por parte del youkai logró atravesar con sus extensiones su estómago.
—¡Señor Sesshomaru!
—¡Sesshomaru-Sama!
**
El hanyou estaba inmóvil, viendo cómo con dificultad su hermano aún transformado se levantada y volvía a atacar a su contrincante.
Abrió sus ojos aún más cuando dejó de percibir el olor de la ojigris.
Eso... Eso significaba que ella...
Una especie de aullido-alarido lo obligó a que cubriera sus sensibles orejas.
**
Su aroma desapareció.
Llenó de frustración e irá lanzó un aullido-alarido y atacó a Magatsugi.
Él la había lastimado.
La había torturado.
La había matado.
Él tenía que morir.
Tomó su cuerpo con su boca y lo arrojó por los aires, volvió a su forma antropomórfica y desenvainó a tetsaiga.
—¡Meido no tetsaiga!—Lanzó el ataque directo, destruyendo por completo a Magatsugi, no dejando ni un rastro de él.
—¡Sesshomaru-Sama!—Jacken corrió hacía donde se encontraba su amo respirando entre cortada mente.
Su cabello cubría sus ojos y mostraba sus colmillos, como si estuviese a punto de gruñir.
—Vámonos.—Ordenó a su protegida, a Kohaku y a Jacken, que lo siguieron sin decir una sola palabra.

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Esa chica extraña
FanficNadie sabia de donde venia, ni siquiera por que los miraba a todos así. Nunca les tuvo miedo mientras ellos cuidaban sus heridas. Nunca se enteraron de donde provenía. Ella lo oculto, pero tarde o temprano, todos los secretos son revelados... -Yo...