Soledad.

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  — Naraku.— Murmuró el hanyou con odio al verlo salir de entre la espesura del bosque.

La castaña se congeló en su lugar al ver como sonreía hacía ella.

— No pensé que sobrevivirías, Azul.— Habló.

— Tks.— Sin saber que hacer, la ojigris solo se dedicó a mirarlo con odio mientras protegía con su cuerpo a su hermano menor.— Maldito...

Por otro lado, el inu youkai veía como su compañera se contenía. Sabía que quería lanzarse contra él y aniquilarlo con sus propias manos, él también quería hacerlo, por lastimarla a ella y a su cachorro.

Su medio hermano fui el primero en atacarlo, pero su ataque no le había hecho algún daño a Naraku. Eso fue extraño, ni siquiera le había hecho un rasguño, parecía que...

  — ¡¡AAAHHHH!!—Escuchó el grito del pequeño pelicastaño.

La ojigris maldijo entre dientes mientras que, con sus poderes, creaba un campo de fuerza.

—No le harás daño, maldito.—No tenía un arma consigo, así que, usando de nuevo sus poderes, creo un arco y flechas y comenzó a atacarle.

—¡Azul-Sama, no use demasiado poder!—Le reprimió el youkai verde en medio de la pelea.

—¡Ya lo sé!—Gritó hacia el youkai mientras abrazaba a su hermano y rehacía el campo de fuerza.—No te preocupes, Oliver. Vamos a estar bien...

Por ahora, sólo podía ponerse a salvo a ella y a su hermano menor. Tenía que confiar en sus amigos.

Frunció el ceño con fuerza.

Naraku solo la estaba atacando a ella, ignoraba a los chicos, ¿Qué pretendía?

Su vista comenzaba a nublarse. Con cada ataque, el campo de fuerza iba cediendo y ella utilizaba más de su poder para restaurarlo.

De repente, un perro gigante tomó a Naraku y lo lanzó por los aires. Después, volviendo a su forma antropomorfica, Sesshomaru desenfundó a Bakuseiga y exterminó a la marioneta.

¿Estás bien?—Preguntó Oliver al ver a su hermana respirando con irregularidad.

No te preocupes, solo estoy un poco cansada.—Sonrió para tranquilizarlo, su mirada viajó al dai youkai que se acercaba a ella. Sonrió hacia él también.

"Él sólo derrotó al hombre que daba miedo, y se volvió un perro gigante". Pensó el pelicastaño viendo al youkai frente a su hermana.

Azul, ¿Hiciste magia?—Preguntó al recordar que con sus manos había hecho un arco de luz.

**

Le tomó todo el día contarle a su hermano menor como había llegado hasta aquí, cómo logró sobrevivir en un mundo donde existían esta clase de criaturas y seres místicos y la historia de sus poderes espirituales saliendo a flote.

—¡Haz hecho muchas cosas!—Dijo emocionado al terminar de escuchar el relato de la ojigris.

La castaña sonrió sintiendo sus mejillas arder.

Por cierto... ¿Cómo llegaste aquí? Mamá y la abuela deben estar muy preocupadas.—Ahora más que nada, debía de esmerarse y buscar una forma de regresar a su hogar a Oliver, no creía que el Sengoku fuese un lugar a salvo para su pequeño hermano.

—Oe, Kagome, ¿Tienes idea de lo que están diciendo?—Preguntó el hanyou viendo a los hermanos platicar en otro idioma.

—No lo sé, pero estoy segura que Azul nos lo dirá en cuánto terminé de hablar con él.—La sacerdotisa del futuro frunció el ceño al ver como de repente, el semblante del pequeño castaño cambiaba de estar feliz a triste.

Cuando desapareciste mamá y la abuela llamaron a la policía para buscarte.—Comenzó a contar el pequeño con los ojos cristalizados.—Un día la abuela no despertó de su siesta... Mami dijo que ella ya no despertaría, que ella se había ido al cielo. Mamá y yo estuvimos solos mucho tiempo...—La castaña estaba paralizada, escuchando con atención todo lo que él decía.—Un auto golpeó a mami cuando íbamos a casa, unos señores me llevaron a un lugar muy feo. Me dijeron que mamá no volvería por mí porque estaba muerta, las mujeres de ese lugar trataban mal a los niños y nos golpeaban... El día de mi cumpleaños salí al jardín y encontré una salida y huí. Fuí al parque donde jugábamos, pero las personas de las que escapamos la última vez que te ví me encontraron y querían atraparme, y corrí... Tenía mucho miedo, no quería que me hicieran nada malo, entonces no me fijé y tropecé, y caí a un agujero, y cuando desperté estaba con tus amigos que me cuidaron, aunque no sabía lo que decían... Y te encontré.

El dai youkai fijó su mirada en su compañera y frunció el ceño.

Su cuerpo estaba temblando, ¿Qué le había dicho ese pequeño humano? Podía oler la tristeza de ella, lo que lo inquietó bastante.

El hanyou también había notado el cambio en el olor de la castaña.

Pasaste por muchas cosas, ¿Eh?—Sorpresivamente, había atraído al pequeño y lo atrapó entre sus brazos.—Eres un niño muy valiente, y lograste encontrarme, también eres perseverante. Pero descuida... A partir de ahora yo voy a cuidarte, ¿De acuerdo?

El castaño en respuesta, la abrazó y comenzó a llorar.

Había sufrido mucho. Había pasado por tantas cosas al igual que ella.

—Comenzará a anochecer dentro de poco.—Comentó el dai youkai mirando el horizonte.

La ojigris suspiró al escucharlo y se separó de su hermano.

Tengo que ir con él. Tenemos que montar el campamento en donde dormiremos.

¿No puedes dormir con nosotros en la casa de la señora Kaede?—Preguntó, temiendo no poder volver a ver a su hermana si se alejaba de ella.

No te preocupes. Mañana en cuanto salga el sol iré por tí.—Aseguró la ojigris besando su frente.

Volteo su vista a sus amigos que miraban expectantes.

Respiró hondo y comenzó a contarles como su hermano había terminado en el Sengoku Jidai.

Al terminar su explicación se despidió de ellos diciendo que acompañaría a Oliver a la cabaña de la anciana Kaede, claro, con Jacken a su lado.

**

La luna iluminaba el cielo oscuro.

Todos estaban dormidos. Excepto ella.

Observaba la luna creciente sin ninguna expresión en su rostro. Las palabra de su hermano aún rondaban en su cabeza.

Solos.

La única familia que ellos aún tenían, estaba muerta.

Pasaron por tantas cosas, ambos.

—Sigues despierta.— Dijo una voz a su lado.

Sonrió con tristeza mientras dejaba que su cabeza descansará en el pecho del Inu youkai.

—Tengo muchas cosas en mi mente...—El simple hecho de pensar en su familia hacia que se le erizara la piel.— Oliver... Él es la única familia que me queda... Mi madre...

La castaña calló y cerró los ojos con fuerza.

No, tenía que ser fuerte.

—No te contengas, te dañarás a ti y al cachorro.— Susurró con voz suave el peliplateado cerca de su oído y besando su coronilla.

—Necesito... Ser fuerte...—Con cada palabra, la voz de la castaña se quebraba más.— Por él... Tengo que protegerlo.

—Estarán a salvo en mis tierras. Él vivirá con nosotros. —Su respuesta la sorprendió. Tenía pensado pedirle exactamente lo mismo que él acababa de decirle.

Sonrió en medio del llanto.

—Arigato, Sesshomaru.

Esa chica extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora