Rapto.

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—Oe Kagome, apresúrate.—Reclamo el ojidorado por cuarta vez.

La azabache se despidió de su madre que le daba unos bentos para ella y sus amigos y saltó al pozo seguida del joven hanyou.

Al atravesar el pozo Inuyasha percibió casi de inmediato el característico olor de la sangre... La sangre de...

—Inuyasha, ¡¿Qué haces?!—Reclamó la miko del futuro cuando el peliplata la subió a su espalda y dejó las mochilas y los bentos cerca del pozo.

—Nee-San...—Susurró claramente preocupada.

—¿Algo malo le pasó a Azul?—Preguntó la miko aferrándose al cuello del hanyou.

—Espero que no.

**

Inuyasha se detuvo a las afueras de la aldea, encontrándose con Miroku, Shippo y... ¡¿Sesshomaru?!

—¡Inuyasha!—Exclamo el Kitsune al verlo.

—¿Donde esta Azul?—Ni siquiera le preguntó a su medio hermano que rayos hacia el ahí. Al no encontrar a la castaña olfateó y se dejó llevar por el olor a sangre.

Su olfato lo llevó hasta unos arbustos, un poco alejados de donde estaban Shippo y el monje Miroku. Al asomarse un poco su rostro se sonrojó rápidamente.

La castaña estaba sentaba en el suelo, con la espalda descubierta con una pequeña mancha de sangre debajo del hombro izquierdo y con sus prendas superiores arrugadas por la fuerza en la que la ojigris los apretaba contra su pecho intentando cubrir...

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La castaña estaba sentaba en el suelo, con la espalda descubierta con una pequeña mancha de sangre debajo del hombro izquierdo y con sus prendas superiores arrugadas por la fuerza en la que la ojigris los apretaba contra su pecho intentando cubrirse lo más que podía.

—Inuyasha, regresaste.—Dijo Sango detrás de la castaña con unas vendas en sus manos.

Estaba por vendar las heridas de la ojigris.

La castaña al escuchar la voz de la taijiya alzó la mirada, encontrándose con el hanyou levemente sonrojado, viéndola.

Se levantó de un salto y atrajo con fuerza las ropas con las que se cubría el pecho.

—¡OSUWARI!—El sonido del impacto del peliplata contra el suelo provocó que todos los pájaros de los alrededores salieran volando

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—¡OSUWARI!—El sonido del impacto del peliplata contra el suelo provocó que todos los pájaros de los alrededores salieran volando.

—Go... Men...—Se disculpó aún con su rostro enterrado en el suelo.

—¿Qué pasa aquí?

Para la mala fortuna de la castaña, de los arbustos se asomaron Shippo, Kagome y los chicos. Pudo ver como una sonrisa intentaba formarse en el rostro del monje pervertido.

Frunció el ceño antes de tomar una piedra y lanzarla justo en medio de su frente.

—¡Largo de aquí!—Tomó una segunda piedra y se la lanzó al inu youkai, pero éste la atrapó con su mano y se alejó sin decir una palabra.

Una vez que el monje Miroku se alejó llevándose a rastras al hanyou, quién llevaba de la cola al kitsune, Sango comenzó a vendar la herida de la castaña con ayuda de la miko del futuro.

**

—... Y después de que Sesshomaru apareciera la señorita Kikyo escapó.—Terminó de contar el monje.

El hanyou suspiró con pesadez al escuchar la historia de cómo la castaña había salido lastimada.

Lo cierto era... Qué no podía reconocer a Kikyo, ¿Cómo es que aquella miko amable que conoció se volvió alguien tan perverso y egoísta? Intentar matar a Kagome, sellar sus poderes, intentar sellar los poderes de Azul, incluso llegar al punto de lastimarla y lastimar a sus amigos para conseguir su cometido.

—Sesshomaru...—El ojidorado menor apretó sus manos en puños.—Ari... A...—Gruñó al no poder decirlo. Kami, jamás pensó que iba a hacer algo así.—Ariga...—Volvió a gruñir. No, no podía decirlo y su hermano mayor parecía divertirse con la situación.—¡Kuzo! ¡Ya sabes lo que quiero decir!

Se cruzó de brazos y les dió la espalda, sintiendo su rostro arder y escuchando las leves risitas que soltaba el monje Miroku.

Abrió los ojos al percibir el olor de la castaña frente a él. Ya estaba vestida de nuevo, y lo miraba con asombro, al igual que Sango y Kagome.

"Inuyasha..." La castaña sonrió sintiendo sus mejillas arder y abrazó al peliplata, tomándolo desprevenido.

  — Te lo dije, eres muy tierno.— Dijo al separarse.

— ¿Qué hay de mi, Azul? ¿Yo no soy tierno?— Preguntó el pequeño kitsune saltando al hombro de la taiyija.

— Claro que si Shippo.— Desvió un poco la mirada y vió al dai youkai.— Chicos... Regreso en un momento.

Antes de que alguno (siendo mas específicos: Inuyasha) replicara, la castaña se alejó, siguiendo al inu youkai que se alejaba unos metros. 

  — ¿Donde están Rin, Kohaku y Jacken? —Preguntó rompiendo el silencio. 

— En mis tierras.— Contestó, dando media vuelta y quedando frente a ella.— Esa miko estuvo a punto de quitarte tus poderes...

— Pero no lo hizo, gracias a ti.— Le interrumpió al ver como el semblante del youkai cambiaba dramáticamente. Intentó cambiar el tema.—Pensé que cuando regresaras Rin y los demás vendrían también. Ha pasado tiempo desde la última vez que los vi.

—Te lo había dicho, Azul.— La castaña tembló al escuchar su nombre salir de sus labios, acción que hizo que el ojidorado sonriera.— Dije que regresaría, por ti.

  —¿Q-que?— Balbuceo sonrojándose violentamente. 

**

  — ¡Maldito! ¡Te escuché!— Gritó molesto hacía su hermano mayor.

Salió corriendo hacia donde se encontraban, pero fue demasiado tarde. Sesshomaru había puesto a la castaña por sobre su hombro y había salido volando, ignorando los gritos y pataletas de la chica para que lo bajara, hasta que ella suspiró y dejó de patalear.

Rayos, Sesshomaru se la había llevado. 

  — ¡Inuyasha! ¡Te encargo mi daga!— Gritó la ojigris antes de perderse entre las nubes.

Sus orejas dieron un tirón y bajó la mirada al suelo, ahí estaba su daga, probablemente se le había caído cuando Sesshomaru se la llevó. 

  — Vaya, eso si que no me lo esperaba.— Comentó el monje Miroku con una sonrisa.

Inuyasha lo fulminó con la mirada.

— Cállate Miroku. 

  — Me preguntó si Koga también ha pensado en raptar así a Kagome.— Comentó en kitsune con inocencia.

  — ¡Que cosas estas diciendo!— El hanyou se cruzó de  brazos y desvió la mirada.—No dejaría que nadie se llevara a Kagome... ¿Hum?— La daga en su mano comenzó a brillar y se convirtió en la espada con la que la castaña siempre luchaba. Sonrió mostrando sus dientes.— Genial...

Cruzó miradas con la azabache, pero la desvió rápidamente al verla sonrojada, sintiendo nuevamente sus mejillas arder.   

Esa chica extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora