Furia.

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Se detuvo entre el bosque, frente a un gran árbol que tenía su aroma... También podía oler las lágrimas que ella derramó, al igual que un profundo sentimiento de tristeza. Después... A youkai... Y a humanos.

Al avanzar unos metros notó el cadáver de un ogro, la sangre derramada en el suelo, también había pisadas, de humanos y de caballos... Y más olor a las lágrimas de ella, pero también... Miedo, algo que pocas veces a podido oler de ella.

Siguió caminando, el olor a youkai desaparecía mientras se volvía más fuerte el olor a humanos y a miedo... Conforme más avanzaba lograba escuchar risas y las pezuñas de los caballos.

Frunció el ceño al distinguir un campamento a lo lejos... Más olor a miedo... Y también lágrimas.

"Que linda eres."

"No llores, la pasarás bien."

"Lo disfrutarás, lo prometemos."

"No te resistas."

Escuchaba a esos humanos, yako se removía inquieto... Cuando por fin llegó al campamento se encontró con una escena desagradable.

La humana encadenada a una gran roca, con sus prendas rasgadas, atada y amordazada, llorando mientras se alejaba del tacto de uno de los humanos.

—¿Quién eres tú?—Dijo uno de ellos al darse cuenta de la presencia del youkai.

El no respondió, su mirada estaba clavada en aquella humana... Una extraña sensación lo invadía, sentía que por sus venas corría fuego en vez de sangre, yako gruñía y se removía, furioso por salir y arremeter contra todo.

—¡Responde si no quieres morir!—Gritó otro de los humanos apuntandole con una espada.

Eran alrededor de 10 humanos, todos hombres, todos con un arma apuntandole... Todos oliendo ligeramente a ella.

Esa fue la gota que derramó el vaso.

**

Todo estaba oscuro, no podía ver nada por la venda en sus ojos, tampoco podía gritar y pedir ayuda por la mordaza.

Tenía miedo, tenía mucho miedo.

Aquellos bandidos habían logrado encadenarla a esa roca mientras la tocaban y destrozaban su blusa.

—¿Quién eres tú?—Escuchó a uno de los bandidos.

Dió un salto en su lugar al sentir una mano cerca de su pecho y se alejó todo lo que podía.

—¡Responde si no quieres morir!

Las manos que la tocaban se alejaron de ella, al parecer había alguien en el campamento... Alguien que no conocían.

De repente se escucharon gruñidos.

—¡Es un youkai!

**

Dejó salir a yako, regresó a su verdadera forma, ese gigantesco can de ojos bañados en sangre.

Sangre.

Era lo único que se veía. Los asesinó a todos, ninguno logró escapar, al final todos cayeron al suelo mientras morían, bañados en su propia sangre.

Se ordenó a sí mismo calmarse, caminó hacía la chica mientras adquiria su forma antropomorfica. Se puso a su altura y limpió su mejilla izquierda.

La sangre de esos humanos había manchado su rostro... Ella se tensó con él tacto, tenía miedo.

**

—¡Es un youkai!

No, no, no.

Se movía inquieta intentando sin éxito siquiera aflojar las cadenas... Escuchaba gruñidos, gritos, e incluso sintió como algo caliente manchaba su mejilla... Probablemente sangre.

Los gritos cesaron y solo se podía escuchar una respiración irregular... Como la de un animal jadeando... Escuchó pasos, se acercaban... Se sobresaltó y estuvo a punto de gritar con todas sus fuerzas cuando sintió algo limpiar su mejilla.

**

Rompió las cadenas con sus garras, segundos después hizo lo mismo con las mordazas... Los ojos de aquella humana lo miraron con... ¿Miedo? ¿Sorpresa, ¿Ahnelo? No lo sabía, a él nunca le había interesado conocer y entender a los humanos... O al menos no hasta ahora.

Los ojos de ella se humedecieron, su labio inferior temblaba y sin preveerlo ella había rodeado su cuello con sus brazos y había escondido su cabeza en su cuello.

Sintió su traje humederse... Era la segunda vez que presenciaba esto... Aquella humana extraña que siempre lo encaraba, que siempre mostraba su mejor cara y que entrenaba para hacerse cada vez más fuerte estaba llorando, llorando como un cachorro asustado.

**

De un momento a otro las cadenas se rompieron, sus ataduras y mordazas terminaron destrozados y finalmente pudo ver... Ahí estaba él, con ese rostro frío y que no parece mostrar ningún sentimiento, él... La había salvado... Evitó qué...

Sus ojos se humedecieron, su vista se tornó borrosa y no pudo frenar el impulso de abrazarlo... Necesitaba a alguien, necesitaba desahogarse. Escondió su cabeza en su pecho, importandole poco que los picos de su armadura la lastimaran, y lloró. Lloró como esa noche cuando no pudo atravesar el pozo y supo que se quedaría ahí para siempre, su cuerpo temblaba al dejar escapar los sollozos.

Tenía miedo, estaba asustada, lejos de su familia, constantemente en peligro... Sola.

**

Sus ojos se abrieron de par en par, no sabía que hacer, mucho menos que decir, estaba perplejo... Lo único que se aventuró a hacer fue llevar su mano a su cabeza y pasar sus garras por su cabello.

Esa chica extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora