Tierras del este.

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—¡Que lindo es!—Grita Kagome entusiasmada.

—¿Yo no soy lindo?—Preguntó Shippo con ojos de cachorro abandonado bajo la lluvia.

—Claro que lo eres.—Digo cargándolo en mis brazos.

Faltaba poco para llegar a la aldea, Inuyasha al percatarse de que Kagome le prestaba mas atención al bebe de Akari y Kaoren comenzó a gruñir malhumorado.

Reí por lo bajo.

—Por cierto, ¿Cuál es su nombre?—Habló Sango.

—Tomoe.

Oh...

De repente Kaoren comenzó a gruñir tambien.

—¿Qué pasa?

—¿Escuchaste eso?—Le preguntó a Inuyasha y el desenvainó a tesseiga.

—Quédense atrás.—Dijo antes de ver como dos ogros gigantescos de piel verdosa surgían de entre los árboles y se percataran de nuestra presencia.

—Inuyasha, ellos tienen dos fragmentos de la shikon no tama, cada fragmentos está en la mano derecha de cada uno.

Inuyasha asintió y se lanzó contra uno de los ogros mientras Kaoren luchaba con el otro.

—¡Cuidado!—Kagome lanzo una de sus flechas y desintegró el brazo del ogro antes de que este lograra atacarla.

—Ni lo intentes.—Dije cortando la mano del otro ogro que intentó acercarse a Akari.

—Arigato Azul-san.—Dijo Akari sosteniendo a su hijo contra su pecho.

Una inmensa luz apareció y cubrimos nuestros ojos, al abrirlos los ogros habían aparecido y en su lugar estaban dos montones de polvo.

—¿Pero qué...?—Akari sonrió acercándose a Kaoren.

Kaoren lo había echo.

—Esto es suyo.—Le entregó a Kagome los dos fragmentos de la shikon no tama.—Así que los rumores de la shikon no tama eran ciertos... Esos ogros eran mas fuertes de lo normal.

—Tenemos que llegar a la aldea, probablemente los ogros la hayan atacado.

Inuyasha comenzó a gruñir.

—No lo hicieron... Ellos estaban huyendo al alguien más fuerte.—Dejó de gruñir y sujetó con fuerza a tesseiga.

—Eres tú.—Kaoren sonrió al ver a Sesshomaru salir de entre el bosque.—Ya ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.

¿Esos dos se conocen?

Él sólo se le quedó mirando.

—Nunca imaginé volver a verte... Y menos con una humana.—Sonrió un poco.

Sesshomaru sonriendo no es algo que se ve todos los días señores, algo está pasando.

—¿Ustedes dos se conocen?—Pregunto Kagome igual de sorprendida que... Bueno... Igual de sorprendida que todos.

—No te veía desde que éramos cachorros.—Dijo Kaoren antes de sonreír como un niño.—¿Que tal un duelo amistoso? Como en los viejos tiempos.

—¿Viejos...

— Tiempos?

Me acerqué a Inuyasha y susurré por lo bajo.

—¿Tú entiendes lo que pasa aquí? Porque yo no.—De un momento a otro Kaoren dejó de sonreír tan tiernamente y en su lugar fue reemplazada una sonrisa maliciosa, sonreía dejando salir uno de sus colmillos y las pupilas de sus ojos se habían hecho más pequeñas.—Que miedo.

Me escondí detrás de él... No era miedo... Bueno tal vez si, pero ¡Rayos! Los youkai si que cambian rápido de emociones.

De repente y en un movimiento que apenas logramos ver, se abalanzaron uno contra el otro, esquivando ataques y lanzando sus mejores ataques.

Hasta que ambos pararon, se elevaron en el aire y se transformaron. Sesshomaru en una perro blanco gigante, y Kaoren en un gran zorro blanco, su pelaje parecía nieve.

—¡Tengan más cuidado!—Grité sobre el hombro de Inuyasha, quién me había salvado de ser aplastada por un zorro gigante.

Él gruño en respuesta, después ambos comenzaron a gruñir, como si estuvieran hablando, hasta que pararon y se destransformaron.

Lo demás pasó demasiado rápido, un tentáculo salió de entre el bosque, atravesando a Kaoren, Akari corriendo hacia él y yo misma corriendo detrás de Akari.

—Tks, maldición.—Cerró fuertemente los ojos al llevar una de sus manos a su herida.

—Akari, tranquilízate, él estará bien.—Saco mi daga de detrás de mi espalda y hago un corte un poco profundo en la palma de mi mano.

—¿Qué haces?—Pregunta al ver mi mano ensangrentada cerca de su boca.

—Bebela, mi sangre cura las heridas de los youkai.—El me miró sorprendido.—No hay tiempo, hazlo ya.

Antes de que llegará a hacer algo, uno de los tentáculos de Naraku de enredó  en mi pierna y comenzó a jalarme. En un esfuerzo Kaoren dejó de sujetar su herida e intento jalar de mi, pero fue en vano... Naraku me arrastró hasta dejarme sostenida en el aire, donde sus extensiones comenzaron a atar mi cuerpo entero impidiendo siguiera que respirara.

—¡Nee-Chan!

¡Azul-Nee-Chan!

Narrador omnipresente.

Todos observaron como la chica era encerrada en una esfera negra gigante.

—¡Azul!—Grito la miko del futuro lanzando una de sus flechas.

Nada sucedió.

—¡Nee-Chan!—El peliplata no obtuvo muchos resultados al intentar cortar aquella esfera con su arma.

—Esa chica ahora me pertenece.—Naraku sonrió con malicia.

Hasta que algo los sorprendió a todos... La esfera había explotado y la castaña salió cayendo al suelo.

Lo que más les sorprendió a sus amigos fue el hecho de que tenía un par de orejas cafés, al igual que una cola de zorro del mismo color y las garras que crecieron en sus manos.

—Yo no le pertenezco a nadie.—Gruño la castaña, extendiendo sus manos y creando esferas de fuero azul.

"Su olor cambió al de un youkai." Pensó Sesshomaru viendo la pelea.

Naraku estaba sorprendida, ¿Como es que esa humana pudo transformarse en un youkai? ¿Tenía algo que ver con qué su sangre sea curativa? Con esto sólo podía estar más de acuerdo con su decisión; Llevarla con él.

La atacó con sus extensiones, consiguiendo volver a atarla, pensaba que al fin la tenía.

Pero no fue así.

Seguido de un grito de furia, su cuerpo brilló y se convirtió en un gran zorro con pelaje castaño... Como un cazador a su presa se abalanzó contra Naraku, destruyendo sus extensiones y en sí, la misma marioneta.

—Ella... Lo derrotó ella sola.—Murmuro la taijiya sin poder creerlo aún.

Pronto volvió a su verdadera forma, sus orejas desaparecieron poco a poco al igual que su cola y sus garras... Y sin fuerzas se dejó caer en la tierra respirando entrecortadamente.

—¡Azul-San!

Esa chica extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora