Herida

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—¡No se acerquen!—Gritó el monje sintiendo el poder espiritual de la chica aumentar aún estando inconsciente.

Ambos hermanos se alejaron lo más que podían de la castaña.

No sabían con exactitud qué pasaba, habían pasado 6 días desde que el hanyou había encontrado a la castaña herida de gravedad en el bosque, su herida no sanaba en absoluto, ¡Ni siquiera había cicatrizado un poco! Y para empeorar las cosas, aquellos que tuvieran sangre youkai no podían acercarse, porque al mínimo acercamiento los poderes de la castaña actuaban por sí solos y creaban un pulso que los alejaba.

La anciana Kaede les explicó que posiblemente era una reacción inconsciente de los poderes de la castaña para protegerse a sí misma. Pero cada vez que usaba sus poderes su cuerpo se debilitaba aún más. Por lo que tanto Sango como Miroku tenían que estar siempre al cuidado de su amiga para que ni Shippo, ni Inuyasha ni Sesshomaru lograrán acercarse. Aunque eso era un verdadero reto, ambos hermanos eran muy obstinados, querían acercarse a la castaña, hablar con ella a pesar que de no llegara a escucharlos, verla a una distancia más corta.

La taijiya lo sabía, Sesshomaru sentía una gran desesperación al no poder acercarse a su compañera... Rogaba a Kami para que la azabache regresara y los ayudara, pero desgraciadamente la miko del futuro tuvo que regresar a su época para presentar unos exámenes importantes y no estaba enterada de la situación, Inuyasha no había querido separarse de aquel lugar, no quería irse y dejar a los chicos, en especial a su hermano solo con la castaña. Si antes había comenzado a tenerle, un mínimo grado de confianza respecto a la protección de su hermana, con este incidente aquella poca confianza se había evaporado.

**

—Sango, ¿Cuando despertará Azul?—Preguntó el kitsune cabizbajo.

—No lo sé Shippo, pero espero que sea pronto.—Entró sola a la cabaña. No se sorprendió al ver al dai youkai en una parte apartada, observando a la castaña con el ceño fruncido.

Inuyasha no tardaría en llegar con Kagome, al enterarse que la miko podía ayudar a saber por qué la herida de la castaña no cicatrizaba aún y darle medicinas más efectivas que había en su época corrió al pozo, no sin antes encargarle a sus amigos que cuidarán de ella.

"Inuyasha, Kagome-chan, vuelvan pronto." La taijiya se acercó a la castaña para cambiar las vendas de su herida, pero se llevó con la sorpresa que no podía acercarse gracias a una barrera.

—¿Por qué...?

La miko del futuro entró a la cabaña casi en estado de trance.

—Kagome-chan.—Exclamo contenta al ver que su amiga por fin había regresado.

—Inuyasha me contó todo, es muy extraño que una herida no pueda...—Calló de repente llamando la atención de todos, y en menos de cinco segundos ya estaba frente al futón donde se encontraba la castaña inconsciente.—Un fragmento de la perla...

—¿Nani?

—Es por eso que su herida no cicatrizaba.—Murmuro la anciana Kaede.

La miko del futuro tragó saliva antes de quitar las vendas que cubrían la herida de la castaña, no tardó mucho en ver el brillo púrpura que desprendía el fragmento de la perla. Acercó su mano dispuesto a extraer el fragmento cuando sintió como los poderes espirituales de la castaña la alejaban de ella y la hacían chocar contra la pared de la cabaña.

—¡Kagome!—Gritó Inuyasha preocupado, ayudándole a levantarse.

—Estoy bien, no te preocupes, Inuyasha.—Dijo sintiendo su sangre correr con las velocidad dentro de sus venas.

Ese pulso de poder espiritual había roto el sello de sus poderes. Caminó de nuevo hacia su amiga, dándose cuenta que alrededor de ella se había formado un campo de fuerza, utilizando sus poderes entró sin dificultad, y esta vez, con una esfera de poder en su mano lo acercó a la herida de la castaña. Ella comenzó a hacer muecas y a removerse débilmente, la miko del futuro estaba logrando extraer el fragmento de su cuerpo de forma muy lenta.

—Azul, sé que eres fuerte, no debes de darte por vencida.—Le habló a su amiga, la barrera alrededor de ellas comenzó a debilitarse y pudo utilizar con más libertad su poder espiritual.—Creemos en tí.

Todos observaron como un resplandor morado salía de la herida de la castaña y caía al suelo, Kagome utilizando de nuevo sus poderes comenzó a curar la herida de la ojigris. Cuando terminó se inclinó y tomó el fragmento entre sus dedos.

Su corazón dió un vuelco.

—Oe, Kagome, ¿Qué te pasa?—Preguntó el hanyou preocupado.

Llevó su mano a su mejilla al sentir algo resbalar por ella. Estaba llorando, pero, ¿Cómo? Ni siquiera se había dado cuenta. Sintió como su corazón se encogía al sujetar con más fuerza el fragmento de shikon en sus manos.

—El fragmento... Está cargado de tristeza.—Cerró los ojos llevando sus manos a su pecho. Sin darse cuenta, el dai youkai la miraba con el ceño fruncido.—Jamás había sentido tanta tristeza en mi vida.

Se apresuró a guardar el fragmento en su mochila, el sentimiento desapareció y pudo respirar tranquila.

—Si Kagome ya curó la herida de Azul, ¿Por qué no despierta todavía?—Preguntó el kitsune mirando a la castaña.

—Tal vez esté cansada por usar tanto poder espiritual.—Comentó el monje Miroku.—Pero no te preocupes, ella ya está mejor, sólo necesita descansar.

Por fin, todos asintieron aliviados. Más sin embargo, un peliblanco miraba con el ceño fruncido a la miko inconsciente.

Esa chica extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora