Huida estratégica.

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El Youkai se acercó con velocidad a la chica, dispuesto a atacarla con sus garras, pero ella lo esquivó. Intentó de nuevo. Y de nuevo. Pero la chica esquivaba sus ataques, comenzando a fastidiarlo.

—Eres escurridiza.—Observó a la chica que seguía en guardia.

—Juré que regresaría con mis amigos.—Se limitó a decir.

El youkai sonrió.

—Ningún Youkai ha sido capaz de lastimarme, ¿Crees que tú, una humana, podrías hacerlo?

—No iba a hacerlo... Pero puedo intentarlo.—Se encogió de hombros.—No todo en la vida es pelear sabes...

Tragó saliva y sujetó con más fuerza su espada. Deseando poder cumplir lo que juró a sus amigos.

El peli plateado preparó sus garras antes de abalanzarse de nuevo contra la chica. Esta vez, ella recibió el ataque en su brazo izquierdo. Sonrió.

Esa sonrisa desapareció al oler el olor de su propia sangre. Miró su costado... Ella... Una humana, lo había lastimado.

—Tks, maldición.—Presionó su mano contra la herida y fulminó con la mirada a la chica, en su rostro se había formado una mueca de dolor. De su brazo izquierdo corría un hilo de sangre que se escurría entre sus dedos y caía al suelo.—Humana...

Entonces se dio cuenta de algo.

"Aún no ha muerto." Gruño Yako en su interior.

—Auch.—Se quejó, cerrando con fuerza los ojos. Sintió la mirada del youkai.—¿Qué tanto miras?

—No eres una humana ordinaria. El veneno de mis garras es mortal para los humanos. Sigues viva...

—Siempre me lo han dicho, no me sorprende.—Dijo la chica sin tomarle mucha importancia. En realidad esas palabras ya no le dolían como lo hacían en el pasado.—Ahora, ¿Vas a hablar o seguiremos con la pelea?

—Tienes muchas ganas de morir.—Una arrogante sonrisa se formó en sus labios.

—Y tu tienes el ego en las nubes.—Abrió los ojos, de nuevo hablaba sin pensar.

"Rayos, tengo que buscar una manera de llegar a la aldea viva, no de provocarlo más para que me mate." Pensó viendo como el dai Youkai fruncía más el ceño.

Azul sonrió para sus adentros cuando una idea cruzó por su mente. Corrió hacia el Youkai e intentó atacarlo con su espada por el costado izquierdo. Éste sacó su espada y detuvo su ataque con dificultad, su punto ciego.

La chica era lista, pero no más que el, o eso creía.

Alrededor sólo se escuchaba el sonido de sus espadas chocar. El ojidorado la atacó con fuerza, justo como ella lo esperaba. Sus espadas chocaron y provocaron una onda expansiva, mandando a volar a ambos en direcciones contrarias.

Narra Azul.

Ahora o nunca.

Guardé mi espada y corrí rumbo al bosque. Llegue a un prado lleno de flores y me dejé caer en ellas.

Así escondería mi olor por un rato. Hice una mueca.

Rasgue ambas mangas de mi traje y camine al río cerca del prado. Lavé mi herida mientras gruñía bajo por el dolor y utilicé la mangas para vendar mi brazo.

Me alarmé al escuchar como alguien se acercaba.

Una niña de cabello negro con un kimono naranja con flores apareció frente a mi.

—¿Se encuentra bien?—Preguntó al ver mi brazo.

—S... Si no te preocupes, no es nada.—Sonrió.—Hola, mi nombre es Azul.

—Hola, mi nombre es Rin, ¿Le gustaría recoger flores conmigo?

Rayos, no podía decir que no. Asentí y la ayudé a recoger flores por unos minutos.

—Bueno Rin, tengo que irme. Debo regresar a la aldea antes de que mis amigos se preocupen.—Le entrego las flores que recogí y comienzo a alejarme del prado.

—¡Hasta luego!—La escuché gritar.

**

Mi estómago rugió y pare en seco, mirando a mi alrededor. Sonreí al ver un árbol con manzanas.

Comí una y seguí caminando, unos minutos después ya no había bosque, sino un campo abierto.

—Te encontré.

Esa chica extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora