Te protegeré

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—Esto si que es una sorpresa.—Murmuró Akari al escuchar que el pequeño niño que había estado cuidando era realmente el hermano menor de la castaña.

—Les agradezco mucho que hayan cuidado de él este tiempo.—Dijo la ojigris haciendo una reverencia.—Oliver me dijo que gustaba mucho de cuidar a Tomoe.

—Me alegra saberlo. Al principio fue un poco difícil, no entendíamos lo que el pequeño decía y él tampoco lograba entendernos.

—Dentro de poco le enseñaré a hablar japonés para que pueda comunicarse con todos sin mi ayuda.— Dijo desviando su mirada hacía su hermano menor que observaba la conversación con el ceño levemente fruncido.

Si, tenía que apresurarse y enseñarle japones.

 — Kagome-sama me comentó que esta embarazada, muchas felicidades.— La castaña simplemente asintió mientras los colores se le subían al rostro. — No puedo esperar a que llegue Kaoren para decírselo. Estará muy contento por usted y Sesshomaru-Sama. Ellos son amigos desde la infancia.

Sesshomaru...

El inuyoukai  se encontraba un poco inquieto desde el ataque de Naraku hacia ella... ¡Incluso se puso de acuerdo con Inuyasha para vigilar la aldea! Mientras él patrullaba los alrededores, Inuyasha protegía la aldea desde dentro.

  —Kaoren y Sesshomaru están buscando indicios de Naraku fuera de la aldea.— Murmuro la ojigris con el ceño fruncido.— Al parecer, logró infectar de nuevo la perla de Shikon. Ademas de llevarse los fragmentos restantes, salvo el de Kohaku, que ahora esta en manos de Kagome...

Tenía el presentimiento de que la batalla final estaba cerca, muy cerca.

  — Azul, tenemos que ir con la señora Kaede para ir por mis cosas.— Dijo su hermano menor, jalando un poco de su kimono para captar su atención. 

Hizo un gesto de asentimiento y miró a la joven frente a ella.

  — Gomen, Akari. Oliver y yo debemos irnos para recoger sus cosas.— Se disculpó haciendo una reverencia.

Salieron de la cabaña y continuaron su camino a la cabaña de la anciana Kaede, algunos aldeanos se detenían a saludarlos y ellos les devolvían el saludo.

Aqui mucha gente te conoce, Azul.— Comentó su hermano menor después de que un grupo de aldeanas la saludara.

Hace un par de meses, yo ayudaba a Inuyasha y a los chicos a luchar contra youkai que querían hacerle daño a la gente.—Al ver la mirada atenta que le dirigía decidió contarle un poco mas.— Cuando llegué aquí, quise ayudar a mis amigos y entrené mucho para volverme muy fuerte... Antes de que me fuera con Sesshomaru, tenía un cuchillo que cambiaba de tamaño, como la espada de Inuyasha.

  — ¿De verdad?— La castaña asintió con una sonrisa.— ¿Me podrías enseñar a pelear a mi? ¡Yo también quiero ser igual de fuerte que tú! 

  — Esta bien. Pero eso será cuando crezcas, aun eres muy pequeño para pelear. Además... —Dejó de hablar al sentir una extraña pero familiar sensación en su cuerpo.

Estaba ocurriendo de nuevo.

En contra de su voluntad, sus pies comenzaron a moverse en dirección al bosque, fuera de la aldea. Siguió caminando, siendo seguida por su pequeño hermano que la llamaba, preguntándole que ocurría. Quería decirle que no podía detenerse, que estaba luchando ahora mismo por conseguir el control de su cuerpo que le fue arrebatado por una fuerza externa. Pero no lo lograba.

Finalmente se detuvo después de caminar por un par de minutos, y, como si hubiese aguantado la respiración, inhaló una profunda bocanada de aire en busca de lograr normalizar su entrecortada respiración.

  —Azul, Azul, ¿Que te pasa?— Pregunto el pelicastaño preocupado por el comportamiento de su hermana.

 — Oliver, quédate detrás de mi.— Le ordenó sin mirarlo.

Su mirada viajaba de un lado a otro. En alerta.

Reaccionó a tiempo y atrapó con sus manos una flecha antes de que esta se incrustara en el hombro del ojigris.

  — Kikyo...— Murmuro su nombre con enojo, partiendo la flecha en dos. Viendo su  rostro inexpresivo a unos metros de donde se encontraban ella y su hermano.  — ¿Que mierda intentas hacer?

Su respuesta fue un nuevo ataque, pero esta vez no fue una flecha normal, sino una hecha con sus poderes espirituales... A penas tuvo una milésima de segundo para crear un campo de fuerza para protegerlos.

Su hermano se abrazó a sus piernas, asustado.

  — Oliver, quiero que corras los mas rápido que puedas a la aldea y vayas por ayuda. Yo la detendré lo mas que pueda, pero no podré hacerlo sola, ¿Entiendes? —Decía mientras mantenía el campo de fuerza ante los múltiples ataque de kikyo con sus poderes.

Pero... 

Voy a estar bien. Ahora ve por ayuda.—Le ordenó con voz dura. El pequeño se quedó estático por el miedo.— ¡Corre, Oliver! ¡Ahora! 

El pequeño dio un salto en su lugar antes de salir corriendo en dirección a la aldea.

Pudo suspirar aliviada.

  — ¿Por qué intentaste atacarlo? El es un humano, no tiene sangre youkai.— Habló con dificultad mientras bloqueaba los ataques de la miko de barro y huesos. 

— No quería atacarlo... Solo quería que nos dejara a solas.— Respondió la miko deteniendo sus ataques.

Entonces lo notó... Una fragmento... No, casi la mitad de la perla de shikon colgaba de su cuello, contaminada, teñida de negro.

— Naraku te esta controlando...

— No. Naraku me dio el poder para cumplir con mi labor como miko.— El pedazo de perla en su cuello comenzó a brillar, y con sus poderes, creó un arco con tonalidades blancas y negras y reanudó sus ataques.— No permitiré que manches la dignidad de las mikos y sacerdotes... Te purificaré y eliminaré todo rastro de ese youkai de tu cuerpo.

La castaña abrió los ojos a mas no poder.

Si ella hacia eso... Mataría a su hijo. Por ningún motivo iba a dejarla hacerlo, antes muerta.

"No te asustes pequeñín..." Pensó la ojigris llevando una de sus manos a su estómago."Yo te protegeré...

Esa chica extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora