Frustración

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No podía creerlo, había llegado tarde.

Esa maldita miko muerta había matado a su cachorro.

Ella merecía morir.

—Llegaste justo a tiempo.—Murmuró la humana entre sus brazos cuando lo sintió tensarse de repente.—Kikyo, por favor... te pido que pienses en lo que estás haciendo...

La miko frunció el ceño, cargando su arco y apuntando a dai youkai. Él se alejó de la castaña y comenzó a acercarse a la azabache.

—Libera a Inuyasha.—Fue lo único que dijo antes de fijar su vista en su objetivo.

"Tengo un mal presentimiento."Pensó la castaña cuando las serpientes cazadores de almas se alejaron de Inuyasha y rodearon a la miko muerta.

—¡Inuyasha!—Tanto el mencionado como la castaña miraron en la dirección que provenía aquella voz.

Era Kagome. Tenía su arco tensado y apuntando a Kikyo.

—Que bien.—Murmuró la miko de la mirada vacía.—Podré obtener los fragmentos restantes de la perla...

—No lo harás.—Respondió la sacerdotisa del futuro con la mirada oculta por su cabello, al momento en que destruyó a una serpiente cazadora de almas cuando está se acercaba a ella para atacarla.

Kikyo torció su gesto aún más. Ahora sólo tenía dos serpientes. Sabía muy bien que sus poderes espirituales crecían gracias al fragmento de la perla, pero aún así necesitaba absorber las almas de traían sus mascotas para seguir "con vida". Estaba consciente que ellos estaban al tanto de su debilidad. Por lo qué, en un movimiento desesperado lanzó una de sus flechas al hanyou.

—¡No!—Gritó Kagome poniéndose frente a Inuyasha y creando un campo de fuerza, protegiéndolo.

La miko de barro y huesos sonrió nuevamente y tensó su arco una vez más. Esta vez, apuntando al Inu youkai que se había distraído ante el ataque hacia su medio hermano.

La castaña reaccionó al ver a la miko apuntando hacia el ojidorado. En un impulso corrió hasta quedar frente a él y la flecha.

Cuando el youkai se dió cuenta, la castaña estaba frente a él, protegiéndolos con una ráfaga de viento a su alrededor creada por sus poderes espirituales. El cuerpo de la ojigris expulsó una gigantesca luz blanca directo hacia la miko, dejándola con la respiración entrecortada y con una serpiente cazadora solamente.

—Azul...—Murmuró al youkai con los ojos como platos.

La castaña jadeo llevando sus manos hacia su estómago nuevamente. Todo su cuerpo dolía, sentía que sus huesos estaban a punto de romperse. El dolor era agonizante.

El ojidorado la tomó en brazos antes de que ella cayera al suelo.

—No... Dejaré... No...—Balbuceaba la castaña entre jadeos, sin abrir los ojos.

¡Maldita sea! No debía haber usado sus poderes para protegerlo. Él tenía que haber protegido a ella ¡Maldición!

—¡Azul!—Gritó la azabache, preocupada por su amiga.

Gruño, dejando a su compañera en el suelo con delicadeza para después acercarse a la miko muerta.

 La sacerdotisa de barro retrocedió, temerosa. Había puesto mucho poder en aquel ataque, sin contar que el contraataque de la castaña la había lastimado.

— Inuyasha...— Llamó al hanyou con voz suave, sonriendo falsamente hacia él.— ¿No dejaras que ese youkai me lastime verdad? Nos amamos y no dejarías que algo me haga daño, ¿Verdad? 

Esa chica extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora