Capítulo 21

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Todoroki esquivó mi patada retrocediendo unos pocos pasos. Se impulsó con sus pies antes de empujarme como contraataque, y hacerme derrumbar. Caí al suelo con él sobre mí. Intenté zafarme, pateando las piernas de Todoroki con fuerza. Pero él era fuerte.
Lo golpeé con mis puños cerrados, mas Todoroki me agarró de las muñecas rápidamente y las presionó contra el césped a ambos lados de mi cuerpo. Quise zafar de su agarre, pero me fue imposible. Estuve inmóvil durante unos segundos, y luego observé a Todoroki. Él estaba mirándome desde antes, con su rostro a unos centímetros del mío. Podía sentir su respiración y proximidad.
Todoroki pareció haber olvidado que continuábamos entrenando ya que, luego de unos segundos, soltó mis muñecas y se levantó, para después sentarse de espaldas a mí. Me incorporé lentamente, observando a Todoroki mirar el césped debajo de él.
—Ahora podemos...—comenzó a decir, pero lo interrumpí.
—Todoroki—dije.
Él volteó a verme. Aprovechando su sorpresa, empujé su hombro con fuerza y salté encima de él, intentando derribarlo. Logré hacerlo caer aunque, cuando estaba a punto de tomarlo por las muñecas para retenerlo, Todoroki tomó mi brazo derecho y jaló de mí hasta hacerme perder el equilibrio. Caí sobre el césped boca abajo, mientras Todoroki se levantaba y tomaba mis dos muñecas otra vez. Con fuerza, las colocó detrás de mi espalda. Intenté zafarme pataleando, pero fue inútil ya que Todoroki no estaba lo suficientemente cerca de mí para que yo pudiera golpearlo. Se encontraba de rodillas a mi lado, reteniéndome en el césped.
Luego de unos segundos, dejé de intentarlo. Paré de patalear, y Todoroki se acercó a mi rostro, el cual estaba casi sobre el césped.
—¿Ahora sí te rindes?—preguntó en un susurro, y yo asentí.
Todoroki soltó mis muñecas. Comencé a incorporarme, sacudiendo la tierra y las pequeñas hojas que se habían pegado a mi uniforme de gimnasia. Él caminó hacia el árbol donde dejábamos nuestras cosas, y yo lo seguí.
Había pasado una semana desde que habíamos vuelto a entrenar todas las tardes. En esa tarde en específico, habíamos estado practicando durante más de una hora, por lo que yo estaba sedienta y cansada.
Revolví dentro de mi mochila en busca de una botella de agua. La encontré y saqué rápidamente. Me senté en el césped, junto a Todoroki, mientras la abría.
De pronto, sentí la mano izquierda de Todoroki tocar mi cabello suavemente. Me sorprendí ante el contacto.
—Quédate quieta—dijo Todoroki, mientras me mostraba lo que tenía en sus manos. —Tienes hojas en el cabello.
Me mantuve quieta durante unos segundos, en los cuales Todoroki se dedicó a quitar hojas y ramitas de mi cabello. Me relajaba el tacto de Todoroki, lo que produjo a su vez que me comenzara a sentir algo somnolienta.
—Listo—dijo Todoroki, quitando la última hoja de mi cabello.
—Gracias.
Todoroki asintió. Abrí la botella de agua, tomé de ésta y volví a guardarla en mi mochila. Observé el césped debajo de mí por unos segundos, antes de proponerle a Todoroki continuar entrenando. Aquella tarde sentía unas inmensas ganas de mejorar.

Cuando la tarde de aquel lunes finalizó, regresé a casa exhausta y me acosté a dormir más temprano de lo normal.
Al día siguiente, llegué temprano a U.A. Mis clases transcurrieron con normalidad hasta que, a la hora de comer, Todoroki entró en la división 1-C.
En ese momento, la clase estaba vacía, ya que todos mis compañeros habían ido al comedor. Excepto por mí, quien, como siempre, prefería permanecer dentro de la división comiendo sola. Algunas veces, las chicas de la clase 1-A me hacían compañía. Pero, luego de lo ocurrido con Yaoyorozu, no había vuelto a verlas. La verdad era que las extrañaba.
Todoroki se acercó hasta mi asiento, esquivando sillas y mesas de otros alumnos.
—Buenos días—me saludó.
—Buenos días—respondí, curiosa de saber qué lo traía por allí. —¿Qué haces aquí?
—Tengo que decirte algo.
—¿Qué cosa?
—No creo que hoy podamos entrenar.
—¿Por qué?
—Mi padre quiere que vaya a su agencia al finalizar las clases. No puedo negarme.
—Oh—murmuré, comprendiendo.
Observé el rostro serio de Todoroki. No parecía querer ver a su padre, aunque probablemente tuviera que hacerlo todos los días en su casa. No debía ser algo agradable.
Pensé en una solución, la cual vino a mi mente en unos segundos.
—¡Ya sé!—dije. —¿Y si me envías un mensaje de texto cuando hayas terminado con tu padre? De ese modo, podremos encontrarnos en el parque a una hora a la que estés disponible.
—Suena bien—murmuró Todoroki finalmente, luego de pensarlo por unos segundos. —Pero no tengo tu número.
—Oh, tienes razón.
Tomé mi mochila, la cual estaba colgada en mi mesa, y revolví dentro de ésta hasta encontrar mi teléfono celular. Lo prendí, entré a mi lista de contactos y, mientras Todoroki me dictaba los dígitos de su número, yo los escribía en mi celular. Luego, él hizo lo mismo con mi número.
Antes de que terminara la hora de comer, Todoroki ya se había ido de la clase 1-C. El resto de mis clases transcurrieron con normalidad y, cuando llegó la hora de irme, fui al vestuario. En vez de cambiarme allí como todos los días, tomé mi uniforme de gimnasia y lo guardé en mi mochila. Me cambiaría en casa, cuando Todoroki me enviara un mensaje de texto avisando que podíamos entrenar.
Salí de U.A. sin pasar por la clase 1-A y me dirigí a casa, llegando así más temprano de lo normal.

Había pasado poco más de una hora cuando, mientras hacía algunos deberes, me llegó un mensaje de Todoroki. La pantalla de mi celular se encendió, mostrando la entrada de un nuevo mensaje. Lo tomé rápidamente, y entré a la aplicación para leer lo que Todoroki me había enviado.
El mensaje de Todoroki fue breve y conciso. Dijo que su padre le había permitido volver a casa, por lo que podíamos encontrarnos en el parque a entrenar.
Respondí a su mensaje, diciendo que me dirigía hacia allí, y me fui a poner el uniforme de gimnasia. Luego, tomé mi mochila de clase conmigo y salí de casa. Caminé por las calles de Musutafu hasta llegar a la estación, y viajé en tren hacia el parque. Luego de quince minutos, llegué a mi destino, aunque Todoroki no aparecía por ningún lado.
Caminé hacia el lugar donde siempre entrenábamos, junto a un árbol. Dejé mi mochila en el césped, al lado de éste. Miré a todos lados, buscando a Todoroki.
No habían pasado ni cinco minutos cuando oí unos pasos detrás de mí. Me di la vuelta, aunque aquel árbol no me permitía ver más allá. Me acerqué a donde había dejado mi mochila. Aquel ruido de pasos creció, aunque no podía identificar de dónde provenía exactamente. Volteé a mi izquierda con el presentimiento de que el ruido era más fuerte de ese lado y, cuando lo hice, sentí un peso caer sobre mí y hacerme perder el equilibrio hasta terminar en el suelo. Al instante, mi vista se redució a una capa negra y viscosa.

Tipo O [Todoroki x tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora