Capítulo 36

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   El suelo estaba helado como el hielo. Giré sobre mí misma para acomodarme y seguir durmiendo, pero me sentía incómoda. Además, había polvo y restos de ladrillos en el piso. Estornudé y, cuando intenté taparme la nariz, me di cuenta que no podía. Mis manos estaban atadas con una soga.
   Me incorporé inmediatamente. De pronto, me abatieron los recuerdos o, mejor dicho, la falta de ellos. Lo último que había visto antes de desmayarme fue a un villano abalanzándose sobre mí.
    ¿Dónde estaba? Parecía una fábrica abandonada, aunque no se había terminado de construir: faltaba revocar las paredes.
    —T/N —escuché a una voz susurrar. Yo pegué un saltito del susto. —T/N, ¿estás despierta?
    Me di la vuelta y me encontré con Todoroki, que estaba recostado en el suelo. Tenía ojeras y el cabello revuelto. También tenía las manos atadas.
    —Ay, Shoto, me asustaste —dije.
    —¿Estás bien, T/N?
    —Sí, ¿y tú?
    —Estoy bien.
    —¿Recuerdas algo de lo que sucedió?
    —Poco. Tú te desmayaste y yo peleé con aquel villano, pero me venció rápidamente. Nos subió a una camioneta y nos trajo aquí. Como yo no dejaba de moverme, me ató también los tobillos.
   Observé que, efectivamente, Todoroki tenía los tobillos atados.
    —Shoto, ¿dónde crees que estamos?
   —Solo sé que muy lejos de casa. El viaje fue largo.
   —¿Qué haremos? —dije. —¿Crees que alguien vendrá a rescatarnos?
   Estábamos en una habitación con dos bibliotecas y ninguna ventana: la poca iluminación provenía de una lámpara que colgaba del techo. En un rincón había una cámara de seguridad, aunque no sabía si funcionaba o no.
   ¿Qué hora era? Era imposible saberlo. Quizá ya era de noche. ¿Cuántas horas habían pasado mientras yo estaba inconsciente?
    —No lo sé —dijo Todoroki. —Pero lo que sí sé es que podemos salir de esto juntos. Tengo un plan. —Todoroki se sentó. —Ven aquí, T/N. Sentémonos espalda contra espalda.
    Hice como Todoroki me dijo. Cuando estábamos sentados de espalda, sentí un fuego formarse en sus manos. Con esta quemó la soga que apretaba mis muñecas.
   —Perfecto —dije.
   Aproveché que tenía las manos libres para desatar a Todoroki. Primero por los tobillos, luego por las muñecas.
    Le hicimos un nudo a la soga y la revoleamos sobre la cámara de seguridad. Tiré de la soga y la cámara cayó al suelo. Se destruyó cuando impactó contra el suelo.
   —¿Qué sigue? —pregunté.
   Todoroki se acercó a una de las bibliotecas y comenzó a empujarla.
   —Ayúdame —me dijo.
   Asentí. Al empujar la biblioteca, nos encontramos con una puerta de madera. Intenté abrirla con la manija, pero estaba cerrada con llave. Todoroki tomó distancia y le pegó una patada. La puerta se abrió de par en par.
    Comenzamos a correr. Inmediatamente nos sumergimos en la oscuridad del pasillo.
   —¿Todoroki? —dije en voz baja. Era imposible saber si alguien andaba por allí. —No te veo.
   —Estoy aquí —me respondió, con una voz tranquilizadora. —Acércate y toma mi mano.
   El corazón me comenzó a latir con fuerza. Me sonrojé al tomar la mano de Todoroki. Agradecía que él no pudiera verme.
   Continuamos corriendo. El pasillo parecía no tener final. En un momento nos encontramos con que se dividía en dos: izquierda y derecha.
   —Sígueme —susurró Todoroki. —Vamos por la izquierda.
   Lo seguí sin que nos soltáramos la mano. La suya estaba áspera, pero caliente. Aquel pequeño detalle me hacía sentir más segura.
    De un momento a otro, se encendieron las luces. Con Todoroki nos detuvimso abruptamente.
    Al mirar a nuestro alrededor, vimos las rejas de un sinfín de calabozos. En ese momento nos dimos cuenta de que no estábamos en una fábrica, sino en una cárcel.
   —¿Creían que podrían huir? —dijo una voz grave.
   Cuando nos dimos la vuelta, nos encontramos con nada más y nada menos que Crabyroach.
   —¡No estamos aquí para huir, sino para pelear! —gritó Todoroki.
   —¡Mi amigo y yo los haremos pedazos! —nos advirtió Crabyroach.
   —¿Tu amigo? —pregunté.
   —Sí, Jellyjelly.
   Cuando apareció, lo reconocí al instante: era el mismo villano que había intentado asesinarme en dos ocasiones. Tan solo verlo me producía rabia e impotencia. Levanté los dos brazos y disparé dos chorros de sangre. El ataque pareció no afectarlo, pues se quedó inmóvil en su lugar, mirándonos. Nos sonrió de forma malévola.
    —Yo me ocuparé de Jellyjelly —le avisé a Todoroki. —Es lo que debo hacer.
    Todoroki asintió. Formó una ola gigante de hielo y se subió a ella para aproximarse a Crabyroach. Desde allí le quemó los ojos con fuego.
    Yo me mantuve en mi lugar, pues sabía que el método de Jellyjelly era la asfixia y acercarme era una forma de meterme en la boca del lobo. Debía mantener la distancia. Sin embargo, eso no evitó que le continuara disparando. Al principio, la sangre se mezclaba con la viscosidad y él no se veía afectado. Luego, comenzó a acumular tanta sangre que parecía un sapo a puntl de estallar. Logré hacer que se tambaleara. Si continuaba así, en algún momento explotaría.
    Creí que Todoroki tenía todo bajo control. Desde que le había quemado los ojos, Crabyroach no dejaba de tambalearse. De un momento a otro, se le cayeron los ojos y aquellas bolas blancas rebotaron en el suelo.
    Entonces le crecieron cuatro ojos. Tomó a Todoroki con sus patas crujientes y lo revoleó dentro de un calabozo. Luego me tomó a mí y yo, en un intento de librarme de él, pataleé. No lo logré, y fui lanzada al mismo calabozo que Todoroki. Jellyjelly nos encerró con llave.
   —Los estaremos vigilando —dijo Crabyroach. —Hay cámaras de seguridad. No intenten escapar porque no lo lograrán. Mañana los llevaremos fuera de Musutafu y veremos qué haremos con ustedes. Buenas noches, "héroes".
    Crabyroach y Jellyjelly se alejaron caminando. Yo solté un gruñido de frustración.
    —Mierda —dije. —¿Qué haremos, Shoto?
    —No lo sé. Esto no estaba en el plan —me respondió. —Ven. Siéntate conmigo.
    Todoroki señaló el lugar junto a él, en el suelo. Sobre él había una ventana diminuta, por donde pasaba la luz de la luna.
    Le hice caso y me senté.
    —Encontraremos una solución — me dijo. —Solo hay que pensar.
    —¿Pensar? ¿Y qué podríamos hacer? ¿Salir por la ventana?
    —Es demasiado pequeña.
    —Quizá podríamos romper la pared.
    —No sé tú, pero yo estoy agotado.
    —¿Entonces?
    —Tenemos tiempo hasta mañana. Algo surgirá.
    Me quedé en silencio por unos segundos, reflexionando.
    —Shoto —dije—, te noto muy... tranquilo.
    —Es porque estoy contigo, T/N —me respondió.
   —¿Qué quieres decir?
   —Que tú me das seguridad. Conozco tu capacidad, T/N. Has mejorado en el último tiempo. Tengo fe en ti.
    —Gracias, Shoto —dije y, emocionada, le di un abrazo.
    Él me abrazó de vuelta y me apretó contra él, como si estuviera protegiéndome. Nos quedamos así por unos minutos, disfrutando la presencia del otro. Yo apoyé mi cabeza sobre su hombro y él me acarició el cabello.
   —Shoto, quiero decirte algo... —comencé a decir.
    Pero fui interrumpida. Todoroki se acercó a mi rostro, levantó mi barbilla, acarició mi mejilla con sus dedos y me besó en los labios.

Tipo O [Todoroki x tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora