Capítulo 38

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   —¿Estás seguro que este es el camino correcto?
   —Seguro, no. Pero según recuerdo, es por aquí.
   —¿Y cómo lo sabes?
   —La camioneta donde nos trajeron dobló a la derecha, por lo que es a la izquierda.
    —No lo sé... —continué. —Ya tendríamos que habernos topado con una estación de servicio, o una casa... ¿Cuánto tiempo crees que llevamos caminando?
    —Juzgando por el cielo, por lo menos dos horas.
    Era cierto: el sol estaba saliendo y, en consecuencia, el amanecer nos iluminaba el camino.
    Solté un resoplo. Me dolían las piernas, y me costaba mantener los ojos abiertos: los sentía pesados, como si una fuerza estuviera tirando de ellos. Estaba completamente agotada, y sólo deseaba que aquellos villanos no nos encontraran porque yo no podría defenderme en ese estado. Tanto la falta de sueño como haber usado mi Particularidad excesivamente me había dejado exhausta.
    En cierto momento, luego de haberle preguntado a Todoroki si estaba seguro de adónde íbamos por octava vez, levanté la mirada del suelo y me encontré con aquellos colores tan famosos: el amarillo y el rojo.
    —¡Mira, Shoto! —dije, con una sonrisa de oreja a oreja. —¡Es un McDonald's!
    Apuramos el paso y nos acercamos al lugar. Era enorme: tenía dos pisos y un montón de sillas y mesas. Estaba iluminado y se podía ver a un empleado pasando un trapo al suelo. Sin embargo, y más allá de los trabajadores, estaba prácticamente vacío. Cuando yo estaba a punto de abrir la puerta, Todoroki me detuvo:
    —Espera—me dijo. —Hay un teléfono público aquí. Voy a hacer una llamada.
    Todoroki me señaló la cabina telefónica y yo asentí.
    —¿Tienes monedas? —le pregunté.
    —No. Mierda —balbuceó Todoroki por lo bajo. —¿Cómo no pensé en eso? ¿Cómo voy a hacer una llamada? —Yo me reí. —¿De qué te ríes? —me cuestionó, anonadado.
    Yo le sonreí.
    —Qué cabeza de enamorado... —le dije. Todoroki se sonrojó levemente. —Toma.
     Metí mi mano en uno de los bolsillos del pantalón, pues seguía usando el uniforme de U.A., y saqué unas monedas. Se las di a Todoroki.
      —Gracias —me respondió. —¿Por qué no aprovechas y vas a lavarte las manos al baño?
    Fruncí el ceño, confundida. Luego, miré mis manos y comprendí: estaban llenas de sangre, pues las heridas que me provocaba utilizar mi Particularidad no habían sanado correctamente.
     —Tienes razón. Nos vemos dentro, ¿sí?
     Todoroki asintió. Empujé la puerta de vidrio y entré al McDonald's. Busqué los baños con la mirada, y me encontré con que estaban en la otra punta del lugar. Caminé hasta allí y me metí en el de mujeres. Solté un suspiro de alivio.
    Lavé mis manos con agua y con jabón hasta que la sangre desapareció de ellas. Entonces levanté la mirada y vi mi reflejo en el espejo: yo estaba hecha un desastre. Tenía el cabello revuelto y enmarañado; y la ropa, llena de polvo y tierra.
     Hice mi mayor esfuerzo e intenté peinarme con la ayuda del agua. Limpié la tierra y el polvo lo mejor que pude, y luego salí del baño.
    Elegí una mesa al azar y me senté a esperar a Todoroki. A los pocos minutos, él entró al McDonald's, me buscó con la mirada y se sentó junto a mí.
     —¿Pudiste hacer la llamada? —le pregunté.
     —Sí, pero no me atendió.
     —¿Probaste varias veces?
     —Sí, utilicé todas las monedas.
     —¿A quién llamaste?
     —A mi padre. Debe estar durmiendo, por eso no me atendió...
     Guardé silencio por unos segundos, mientras reflexionaba.
      —¿Tienes algún plan? —le pregunté a Todoroki.
      —Volver a la ciudad caminando. No debe faltar mucho...
      —No lo sé... ¿Y si Jellyjelly y Crabbyroach huyen mientras nosotros regresamos? Tendríamos que llamar a alguien más, a la policía, a una agencia de héroes... Alguien que se haga cargo.
     —T/N, ya no tengo más monedas.
     —Lo sé—dije. —Pero podríamos pedirle a algún empleado que nos permita hacer una llamada con el teléfono de aquí.
      Todoroki asintió.
       —Suena bien—me dijo.
      En ese momento, la puerta de entrada se abrió de par en par.
      —¡Shoto! —exclamó una voz. —¡Aquí estás!
      Volteamos a ver de quién se trataba, y nos quedamos congelados como piedra: era Endeavor.
       Nos levantamos de la mesa. Endeavor entró al lugar con tres hombres más, que lo seguían. Eran miembros de su agencia de héroes.
     —Padre, ¿cómo supiste que estábamos aquí? —preguntó Todoroki. —No respondiste mis llamadas.
     —¿Eras tú el que llamaba? ¡El maldito celular no dejaba de sonar en todo el trayecto aquí! —Endeavor se rió. —¡En qué desastre te metiste, Shoto!
      Todoroki bajó la cabeza.
      —No nos metimos, Endeavor—dije. —Dos villanos nos secuestraron...
      —Lo sé, niña, lo sé—me respondió Endeavor en un tono condescendiente. —Me extrañó que no volvieras a casa a horario, Shoto. Por eso hablé con la policía y, viendo las cámaras de seguridad de la ciudad, descubrimos lo que había pasado. Seguimos el trayecto de la camioneta hasta que salió de Musutafu, entonces le perdimos el rastro. Estuvimos buscándolos desde la medianoche.
     Todoroki asintió.
     —Gracias, padre.
     —No agradezcas, Shoto. Francamente, estoy sorprendido. Leí el historial criminal de aquellos villanos, y son tipos muy malos. Es un milagro que ustedes estén sanos y salvos. Debo reconocerlo. —Todoroki volvió a asentir. —Ahora, necesitamos su ayuda. ¿Recuerdan adónde los llevaron aquellos villanos? Hay que rastrearlos lo antes posible.
      —Por supuesto—respondió Todoroki. —Colaboraremos con tu agencia, padre.
       Endeavor sonrió de lado.
       —Perfecto—dijo. —Salgan y suban a la camioneta. Llegó la hora de que se haga justicia.

Tipo O [Todoroki x tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora