—¿Recuerdan dónde están los villanos?—nos preguntó Endeavor.
—Sí—respondió Todoroki. —Por la derecha. Hay una cárcel abandonada.
—Recuerdo aquella cárcel—dijo Endeavor. —Fue construida hace treinta años. El gobierno quería trasladar a algunos delincuentes de otras cárceles a ella, pero el costo era elevado y prefirieron invertir en otras cosas. Pura mierda política.
Cuando íbamos a subirnos a la camioneta de Endevor, él mismo nos detuvo.
—Esperen. Suban a la parte trasera, y agánchense—nos advirtió. —No queremos que los villanos los vean.
—¿Por qué, padre? —preguntó Todoroki, confuso.
—Sólo háganlo. —Endeavor se cruzó de brazos. —Y cuando les diga que nos ayuden o que se queden escondidos, me harán caso. ¿Entendido?
Ambos asentimos con la cabeza. Nos subimos a la camioneta como Endeavor nos había indicado e intentamos no quedar expuestos.
Prendieron el motor de la camioneta y, de un segundo a otro; estábamos en movimiento. Había piedras y baches en el camino, por lo que la camioneta pegaba saltitos de vez en cuando. De todas formas, nos mantuvimos agachados. En un susurro, le dije a Todoroki:
—¿Adónde estamos yendo? ¿A Musutafu?
—No—me respondió. —De vuelta a la cárcel. Mi padre no permitirá que aquellos villanos queden en libertad.
Asentí con la cabeza. En ese momento, escuchamos cómo uno de los hombres que acompañaba a Endeavor hacía una llamada con su celular. Era a la policía, y les estaba pasando los coordenadas exactas de adónde íbamos. Nos enviarían refuerzos.
El viaje nos llevó alrededor de una hora. Era increíble la cantidad de kilómetros que habíamos caminado con Todoroki. Explicaba por qué yo estaba exhausta...
—¿Shoto? —murmuré. —No sé si podré luchar. Estoy agotada.
—No te preocupes—me respondió. —Mi padre y sus hombres tienen todo bajo control.
Asentí. Justo en ese momento arribamos. Nos bajamos de la camioneta de un salto.
La fachada de la cárcel era deprimente. Faltaba revocar algunas paredes, la pintura estaba desprolija y había mugre por todos lados. La puerta, la misma que habíamos usado para salir, estaba oxidada.
—¿Es aquí, niños? —nos preguntó otro de los hombres de Todoroki. Nosotros asentimos. —Perfecto. Díganos cuándo debemos entrar, Endeavor.
—Esperen—dijo Endeavor. —Entraremos uno por uno...
Una voz interrumpió a Endeavor:
—No será necesario que entren.
Proseguió a reírse a carcajadas.
Todos nos dimos vuelta y observamos, asombrados, a Crabbyroach. Era muy alto y muy fuerte, y estaba detrás de nosotros.
—¡Shoto, T/A! ¡A la camioneta! ¡Ya! —nos gritó Endeavor. Le hicimos caso y subimos a los asientos de adelante.
Jellyjelly salió por la puerta oxidada y, al tener un villano detrás y uno enfrente, Endeavor y sus hombres se vieron acorralados. Nosotros esperamos, escondidos.
Entonces comenzó la batalla. Endeavor lanzó fuego de sus manos y quemó el cuerpo de Crabbyroach. Uno de sus hombres le lanzó cuchillas filosas a Jellyjelly. Éstas se metieron dentro de su cuerpo de gelatina. Jellyjelly rió, se arrancó los cuchillos del cuerpo y se los tiró de vuelta al mismo hombre. Él logró esquivar algunas, pero una le dio en la pierna y cayó al suelo, dejando un charco de sangre junto a él. Intentó levantarse, pero el dolor era tan agudo que tan sólo pudo soltar un grito de dolor.
—¡Resiste, Ryu! —le gritó Endeavor, y lanzó otra llama de fuego. Jellyjelly se acercó a otro de los hombres de Endeavor. —¡Ten cuidado, Takeshi!
Takeshi se quitó los dos ojos del rostro y se los tiró a Jellyjelly. Al parecer, su Particularidad era la regeneración de ojos. Sin embargo, no era instantánea. Perdió la visión por un lapso de tiempo y Jellyjelly aprovechó para avalanzarse sobre él. Lo tiró al suelo y se colocó encima de él. Takeshi pataleó e intentó zafarse de su agarre, pero Jellyjelly lo apretó por el cuello hasta asfixiarlo. Cuando su cuerpo paró de moverse, lo dejó tirado en el suelo y siguió con su siguiente víctima: el último hombre de Endeavor.
Este hombre tenía una Particularidad que le daba uñas largas como de veinte centímetros, que eran además filosas y funcionaban como cuchillas. Corrió hacia Jellyjelly y le rasguñó el cuerpo entero, de pies a cabeza, y el villano se partió a la mitad. Por un lado, estaba su cabeza, su cuello y su pecho. Por otro, su panza y piernas.
El último hombre decidió aprovechar ese tiempo en que Jellyjelly se fusionaría en uno solo para ayudar a Endeavor. Ambos atacaron a Crabbyroach, quien cayó al suelo a los pocos segundos. Como vieron que no reaccionaba, Endeavor dijo:
—Lo logramos, muchachos. Es hora de irnos.
Entonces algo los sorprendió por completo. Jellyjelly se fusionó en uno solo, corrió hacia el hombre de nombre desconocido y lo agarró del cuello. Endeavor intentó evitar que sea asfixiado, pero no lo logró: dos segundos después, el último hombre de Endeavor estaba tirado en el suelo. Con indignación, Endeavor quemó a Jellyjelly con su fuego hasta convertirlo en cenizas. Entonces, Crabbyroach, hecho una furia, lo tomó con una de sus pinzas y lo levantó en el aire.
—¡Suéltame, hijo de perra! —gritó Endeavor mientras se intentaba librar de su agarre.
—¡Asesinaste a mi amigo, Endeavor! —le respondió el villano. —¡Yo lo vi! ¡Estamos solos, pero yo lo vi morir!
—Shoto—dije por lo bajo, en un casi susurro. Habíamos visto toda la batalla desde dentro de la camioneta. Todo había pasado tan rápido... —Debemos salir.
Él asintió.
—Yo voy primero—dijo. —Tú ve por su espalda.
Hicimos como Todoroki dijo: él bajó de la camioneta y creó una ola de hielo alta, de la altura de Crabbyroach. Se subió a ella e intentó congelar al villano, pero éste lo agarró como a su padre.
Crabbyroach soltó una carcajada y dijo:
—¡Padre e hijo! ¡Asesinos!
Entonces supe que yo era la única persona que podía salvarlos. Respiré hondo, observé las pinzas de Crabbyroach y una idea descabellada me vino a la cabeza. Tomé valor y me arriesgué.
Me bajé de la camioneta y, en vez de ir por su espalda, me puse frente a frente con Crabbyroach.
—¡No! ¿Qué haces, T/N? —gritó Todoroki, preocupado.
—¡Hola! —grité a todo pulmón, y saludé con la mano. —¡Estoy aquí!
—¡Así que hay más gente por aquí! —exclamó el villano, y me tomó con otra de sus pinzas.
Sus pinzas tenían una escamas puntiagudas, que rápidamente se clavaron en mi cuerpo. En mi abdomen, en mi pecho, en mis brazos y en mis piernas. Comencé a sangrar, y esperé. Esperé y esperé hasta que la sangre fue suficiente. Entonces me concentré en hacerla moverse. Hice tanta fuerza que logré que la pinza de Crabbyroach explotara por el aire.
Al explotar, me soltó el agarre. No caí directo al suelo, pues me colgué del pecho de Crabbyroach y escalé sobre él hasta llegar a uno de sus hombros. Me paré allí y le disparé chorros de sangre a los ojos, hasta dejarlo ciego. Él se tambaleó y yo me mantuve en pie lo mejor que pude. En ese momento volví a dispararle sangre, esta vez en el cuello, y no me detuve hasta ver su cabeza volar por los aires.
Cuando aquello ocurrió, Crabbyroach cayó al suelo y soltó a Endeavor y Todoroki. Yo también me tambaleé, pues estaba exhausta. Suponía, además, que me estaba quedando sin sangre.
La policía ya había llegado. Varios oficiales se habían bajado de cuatro autos y se habían acercado a la escena. Uno de ellos, rubio y con anteojos, se aproximó a mí y me dijo:
—Vimos lo que sucedió. Te felicitamos, muchacha. Eres toda una heroína.
—Escucha lo que te dice—agregó una mujer policía. —Él nunca es de dar halagos sólo porque sí—dijo y se rió.
Les agradecí a ambos, y ellos continuaron revisando la escena del crimen. Todoroki se acercó a mí y me sorprendió con un fuerte abrazo. Cuando nos separamos, él me bombardeó con preguntas:
—¿Has perdido mucha sangre? ¿Necesitas que te llevemos a un hospital urgente? ¿Cómo te sientes? ¿Estás mareada?
—Shoto, tranquilo—dije. —Estoy agotada, sí, pero estoy bien.
Él asintió.
—T/N —me llamó Endeavor. —Ven aquí. —Me acerqué a él. —Debo admitir que estuviste muy bien. Fuiste valiente e ingeniosa.
Abrí los ojos como platos. ¡Endeavor estaba felicitándome!
—Gracias—le respondí, con una sonrisa.
Un policía llamó a Endeavor para hacerle preguntas, pues era un testigo, y yo regresé con Todoroki. Él me dio la mano, y yo se la apreté levemente. Él me dijo:
—Cuando todo esto termine, ¿irías a una cita conmigo?
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Tipo O [Todoroki x tú]
FanfictionTodoroki y tú eran vecinos y amigos de la infancia. Cuando Todoroki desarrolló su Particularidad, a los cuatro años, Endeavor le prohibió relacionarse con otras personas para entrenarlo día y noche. Cuando tenías once años, y sin poder despedirte, t...