Capítulo 40

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    La policía se ocupó de verificar que tanto Crabbyroach como Jellyjelly habían fallecido. Tomaron sus cuerpos y los llevaron a Musutafu en uno de los patrulleros. Más tarde investigarían si tenían familiares que quisieran despedirse de ellos.
     Mientras yo veía a la policía actuar, creí que todo había terminado: por fin podría regresar a mi departamento, sana y salva. Sin embargo, sentí cómo todo a mi alrededor comenzaba a dar vueltas. Penstañé varias veces, confundida. Entonces me empezaron a pesar los ojos y, antes de pudiera darme cuenta, todo se puso negro.

     Una luz intensa me despertó. Me di vuelta en la cama, acomodándome. Sentí un objeto punzante en mi estómago. Intenté tocarlo con la mano izquierda, pero me di cuenta que no podía: tenía puesto un suero. En ese momento abrí los ojos, aunque con dificultad, y miré a mi alrededor: estaba en un hospital. Y el objeto punzante era un oxímetro de pulso, que debía estar puesto en mi dedo.
     Estaba metida en la cama, con dos frazadas y una sábana. La cama era increíblemente mullida. Tenía muchísimos electrodos pegados en el pecho, y los cables estaban desparramados por todos lados. Yo probablemente los había enredado mientras dormía.
     Me incorporé en la cama. Todas las paredes eran blancas y había una televisión, aunque estaba apagada. Entonces lo vi: Todoroki estaba sentado en un sillón pequeño, con la cabeza apoyada sobre la cama, durmiendo profundamente.
       Se veía muy dulce cuando dormía: sus pestañas le rozaban los pómulos. La verdad era que no quería despertarlo, pero yo tenía muchas dudas. ¿Por qué estaba en un hospital? ¿Qué había pasado? ¿Cuánto tiempo había transcurrido? ¿Estaba yo herida?
        Le sacudí un poco los hombros para despertarlo.
     —¿Shoto? —dije. —¿Shoto? ¿Me oyes?
      Él soltó un gruñido.
      —Shoto, despierta, por favor—dije.
      Todoroki asintió. Se refregó los ojos y se revolvió el cabello.
       Entonces me vio. Sonrió de lado al haberme despierta. Aunque tenía los ojos hinchados y el cabello enmarañado, se veía lindo. Increíblemente lindo.
        —Shoto, ¿por qué estamos en un hospital? —le pregunté.
        —Te desmayaste, T/N. Nos trajeron aquí en un patrullero. Yo estaba preocupado, así que te acompañé. Siempre estuve a tu lado. —Todoroki bostezó. —Los médicos han dicho que pronto podrás volver a casa, quizá en dos o tres días, porque estás mejorando rápidamente.
        Asentí.
     —¿Cuánto tiempo estuvo inconsciente?
      —Tres horas.
      —¿Saben los médicos por qué me desmayé?
      —Sí. Fue porque perdiste demasiada sangre. —Todoroki volvió a descansar. —Pero estarás bien, T/N.
        —Shoto, deberías volver a casa. Te veo agotado—dije.
        —No te preocupes, T/N. Es sólo sueño—dijo.
        Me llamó la atención que Todoroki insistiera tanto.
        —¿Acaso estoy aquí por un problema grave? ¿Tendré que hacer rehabilitación? —pregunté, diciendo en voz alta lo primero que se me cruzó por la cabeza.
         —No, por supuesto que no—respondió Todoroki. —Pronto vendrá el doctor y te dirá cómo te encuentras. Estarás bien, T/N.
         —¿Entonces por qué insistes tanto en quedarte?
         Todoroki me miró a los ojos.
         —Porque quiero estar siempre a tu lado y no permitir que nada malo vuelva a sucederte.

        Pasé tres días en el hospital, y Todoroki estuvo conmigo en cada momento. Mirábamos la televisión. Charlábamos. Él comía en la cafetería del hotel y a mí me traían la comida a la cama. Por las noches, dormía en un sillón junto a mí.
         Cuando me dieron el alta, me sentía más fuerte que nunca. Me habían hecho muchos estudios y en todos había dado resultados positivos. Regresé a vivir a mi departamento y al día siguiente ya estaba yendo a U.A., rumbo a continuar con las clases.
       Llegué temprano. Busqué mi asiento en la clase 1-A y me senté. Estaba buscando mis apuntes en mi mochila, para ponerlos sobre el escritorio, cuando una persona se acercó corriendo a mí y me abrazó por detrás. Pegué un saltito del susto. Me di vuelta y me encontré con que se trataba de Mina.
      —Hola, Mina. Me diste un susto—dije, sonriendo.
      —¡Hola, T/A! ¿Cómo te sientes? ¿Estás mejor? —me preguntó. Yo asentí. —Me alegro mucho. Estábamos muy preocupadas por ti. Chicas, ¡vengan aquí!
        Uraraka, Jiro, Yaoyorozu y Tsuyu se acercaron a nosotras. Nos saludamos y conversé con ellas.
          —Así que...—comenzó Uraraka. —¿Qué está sucediendo entre Todoroki y tú?
          Abrí los ojos como platos.
          —¿Cómo saben eso...?—pregunté, con el ceño fruncido.
           —Porque le preguntamos al profesor Aizawa sobre ti y Todoroki—me respondió Mina. —Endeavor llamó al señor Director para explicarle que tú estabas internada y que Todoroki estaba cuidando de ti. Supusimos que algo más había pasado entre ustedes, ¡y tuvimos razón!
         —Cuéntanos, T/A—aportó Tsuyu. —¿Qué ocurrió?
         Yo me puse colorada como un tomate. Las chicas soltaron una carcajada ante mi reacción.
         —Estábamos en una cárcel abandonada, intentando escapar... Y no podíamos... Todoroki se veía muy tranquilo y me llamó la atención... Entonces dijo... que yo... podría vencer a aquellos villanos, que él depositaba toda su confianza en mí... Luego nos acercamos y, bueno... Él me besó. Y yo lo besé... Eso nos llevó a confesarnos...
        —¡No lo puedo creer! —dijo Mina. —¡Qué poco romántico, pero era hora!
         Yo me reí.
         —¿Y ya son novios? —preguntó Uraraka.
         —No, Todoroki no me pidió ser su novia—respondí. —Pero iremos a una cita.
          —¡Una cita! ¡Eso sí es romántico! —agregó Mina.
          —Una cita con Todoroki... —dijo Tsuyu, pensativa. —Eres la envidia de todas las chicas de U.A., T/A.

         A la tarde del primer día de mi regreso a U.A., me llegó un mensaje. Era de Todoroki, invitándome a salir. Arreglamos para encontrarnos al día siguiente en una pista de patinaje sobre hielo, a unas cuadras de dónde yo vivía. Aunque yo nunca antes había patinado, acepté.
         Y así ocurrió. Llegué a la pista temprano, y Todoroki ya estaba allí. Nos pusimos los zapatos y salimos a la pista a patinar.
         —Shoto—dije, mientras me agarraba de una baranda. —Ayúdame. Si me suelto, voy a caerme.
         —Tranquila—me respondió Todoroki en tono dulce y amable. —Intenta mantener el equilibrio. —Logré ponerme derecha. —Muy bien. Ahora suéltate despacio.
        Hice como me indicó. Me solté y logré mantenerme de pie. Sonreí, contenta de mi pequeño logro.
         —¿Y ahora cómo hago para moverme? —pregunté después de unos segundos.
          —Es como caminar, sólo que no levantas tanto los pies—me explicó. —Toma mi mano y patinemos juntos.
           Asentí. Tomé la mano de Todoroki, que estaba cubierta con un guante, y comenzamos a movernos, primero despacio y luego con cierta velocidad. Llegué a un punto donde yo ya podía patinar sola, pero prefería darle la mano a Todoroki.
         —¿Te muestro un truco?—me preguntó en cierto momento.
         Yo asentí. Entonces Todoroki me hizo dar tres vueltas y, luego, acercó mi cuerpo al suyo. Me miró a los ojos, y yo lo observé de vuelta. Se inclinó y me dio un beso.

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¡Hola! Disculpen la demora: estuve muy ocupada con tareas y exámenes virtuales. ¿Ustedes cómo están? :)
        
        
    

Tipo O [Todoroki x tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora