Capítulo 37

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    Besé a Todoroki de vuelta. Y de vuelta. Y de vuelta. Puse una mano en su cabello y lo apreté suavemente. Él apoyó su mano en mi cintura y atrajo mi cuerpo al suyo. Sentí cómo su ropa rozaba la mía.
    Sus besos eran dulces, empalagosos. Sus labios eran adictivos. No podía dejar de besarlo. Sentía que tenía un fuego flamenado en mi interior, y que mi cuerpo ardía en llamas. Era algo que nunca antes había experimentado.
   Cuando nos separamos para tomar aire, a ambos se nos entrecortaba la respiración y el corazón nos latía con fuerza. Miré a Todoroki a los ojos: tenía una mirada salvaje. Y estaba con el cabello revuelto. Acerqué mi frente a la suya y nos mantuvimos en esa posición, frente con frente, y cerramos los ojos.
    —¿Shoto? —murmuré, cerca de su boca.
    —¿Sí, T/N?
    —Estoy enamorada de ti —dije
    Abrí los ojos y me encontré con que Todoroki estaba sonriendo.
    —Yo también estoy enamorado de ti, T/N.
    Me sentí aliviada, y desmesuradamente contenta.
    —Eres muy importante para mí, ¿sí, Shoto?
    Él asintió.
    —Tú eres... perfecta, T/N —continuó Todoroki. —Eres bella, inteligente y amable. —Él acarició mi mejilla con sus dedos.
    —¿Cómo es que nunca hicimos esto antes...? —me pregunté a mí misma en un balbuceo.
    —Creía que tú no sentías lo mismo —dijo.
    —Y yo pensaba que era muy obvia... He estado embobada contigo desde cuando éramos pequeños, Shoto.
    —Yo también, T/N, yo también. Aunque no lo noté hasta hace poco.
    —¿Cuándo lo notaste?
    —Cuando estaba saliendo con Yaoyorozu. Me di cuenta que no era ella con quien yo quería estar.
    Asentí, recordando lo que las chicas me habían dicho. Ambos testimonios coincidían.
    —Algo similar me pasó cuando yo salía con Bakugou —dije.
     El rostro de Todoroki cambió completamente. Me miró serio, con los ojos inexpresivos.
    —No me hagas acordar de ese bastardo —soltó.
    Yo me reí.
    —¿Te da celos? —cuestioné.
    —¡No! —Todoroki frunció el ceño. —Pero es un bastardo. No quiero imaginarme lo que piensa de ti. Debe creer que eres juguete con el que él puede jugar cuando quiera.
    Yo le sonreí a Todoroki, ignorando su repentino enojo. Acaricié su mejilla con mis dedos con dulzura. Luego, pasé un dedo por su entrecejo para que así él relajara su expresión facial.
    —No volverá a hacerme daño, Shoto. No te preocupes, ¿sí? —le dije.
    Todoroki asintió. Yo, que estaba sentada en el suelo junto a él, apoyé mi cabeza en su hombro. Nos callamos por unos segundos.
    —¿En qué piensas? —pregunté en un susurro.
    —En otro plan —me respondió.
    —¿Y cómo es?
    —Todavía no lo he armado. —Yo bostecé. Sentía cómo mis ojos se cerraban del cansancio. —¿T/N? ¿Por qué no duermes un rato?
   —¿Estás seguro?
   —Sí. Podemos turnarnos. Yo te protegeré mientras duermes.
   Me encantó cómo sonaron aquellas palabras en la boca de Todoroki. Me hacían sentir a salvo, aunque estábamos en la celda de una cárcel abandonada y dos villanos pensaban llevarnos fuera de la ciudad a hacer quién sabe qué con nosotros.
    —Está bien —dije. —Despiértame si pasa algo.
   Él asintió. Yo cerré los ojos y, antes de que me diera cuenta, ya estaba durmiendo.


   No sé cuánto tiempo transcurrió exactamente, pero seguía siendo de noche cuando Todoroki me despertó. ¿Cómo lo sabía? La pequeña ventana que tenía el calabozo dejaba traspasar la luz de la luna, la única iluminación que teníamos ahí dentro.
   —¿Está todo bien? —pregunté, aún somnolienta.
   —Sí.
   —¿Qué hora es?
   —No lo sé. Más de la medianoche, seguro. Cerca de las tres, supongo.
    Bostecé.
    —¿Pasó algo mientras yo dormía?
    —Nada, pero necesito tu ayuda para ejecutar el plan en que he estado pensando. Y no podemos llevarlo a cabo de día.
    —¿Cuál es el plan?
    —Primero, debemos cubrir la ventana con algo.
    —Pero no veremos nada —le dije, confundida.
    —Exactamente. Así la cámara de seguridad no podrá ver que estamos escapando.
     —Está bien. Continúa. ¿Con qué cubriremos la ventana?
    —Romperemos una parte de mi pantalón y utilizaremos esa tela. Ahora, T/N, tira de esa punta y yo tiraré de ésta. Hazlo con fuerza.
   Asentí. Tomé un extremo de su pantalón y lo sostuve con toda la fuerza que tenía. Parte del pantalón se convirtió en jirones, que hicieron un ruido al romperse.
    —¿Crees que nos han escuchado? —pregunté.
    —No —respondió Todoroki. —Están en la segunda planta de la cárcel. Hace un rato pude escuchar sus pasos sobre el techo.
     —Bien, ¿y ahora qué sigue?
     —Necesito que utilices tu sangre para crear una llave que coincida con la cerradura del calabozo. Tú abrirás la puerta mientras yo coloco el trozo de tela sobre la ventana, así no sospecharán al ver que la cámara de seguridad se pondrá en negro. Ganaremos tiempo y podremos escapar. ¿Estás de acuerdo?
   Asentí, y me puse manos a la obra. Me acerqué a la puerta y me senté frente a ella. Creé una llave de sangre y la metí en la cerradura, pero nada: no abrió. Intenté con otra, y luego con otra más, mas ninguna servía.
     Llegó un punto en que, de tanto intentar, se me agotó la sangre. Es decir, el mínimo de sangre corría por mis venas. Aunque intentaba con todas mis fuerzas, no lograba sacar ni una sola gota de mis palmas. Me frustré y solté un resoplo.
    —¿Qué ocurre? —preguntó Todoroki. —¿Por qué tardas tanto?
    —No puedo, Shoto. No puedo. No me alcanza la sangre...
     —Utiliza la mía.
     —Tenemos que tener el mismo tipo de sangre —dije. —¿Qué tipo eres?
    —Soy tipo O —respondió Shoto. —¿Y tú?
    —También soy tipo O. Pero nunca he hecho esto antes...
    —Tú puedes hacerlo, T/N. Espera a que me acerque.
    Todoroki dejó la tela a un lado y se sentó junto a mí, frente a la puerta del calabozo. Puso sus palmas abiertas sobre sus rodillas.
    —Tendré que cortar la palma de tus manos un poco. Dolerá porque es la primera vez, pero luego pasará, ¿sí?
     Todoroki asintió.
     —Hazlo —me dijo. —No tengas miedo.
     Y así hice. Me concentré y, con mi Particularidad, abrí las palmas de sus manos. Todoroki soltó un leve quejido de dolor. Mezclé nuestra sangre. Como si de arcilla se tratara, la moldeé hasta darle forma de llave. La puse en la cerradura, y se oyó un leve click. La puerta se abrió de par en par.
    —Colocaré el pedazo de tela en la ventana—me dijo Todoroki. Lo ató a los barrotes y, de un momento a otro, estábamos a oscuras. —Listo. Vamos.
   —Toma mi mano, Shoto —dije en un susurro.
   Cuando sentí su mano sobre la mía, entrecrucé nuestros dedos. Salimos del calabozo, y teníamos dos opciones: ir por la derecha o por la izquierda. Todoroki me llevó por la derecha.
    Corrimos en la oscuridad, evitando hacer demasiado ruido con nuestros pasos.
    —¿Falta mucho, Shoto? —pregunté en cierto momento.
   —No —me respondió. —Es por aquí. Lo recuerdo. Tú sígueme.
   Todoroki tenía razón: menos de un minuto después, nos topamos con una puerta que tenía dos ventanas redondas. Siguiendo la luz de la luna, abrimos la puerta. Nos dimos cuenta de que era una salida.
   Afuera nos encontramos con la nada misma. Había un camino de tierra, y vegetación a ambos lados de la carretera: yuyos y pasto. No se veía ninguna casa cercana.
    Miré al cielo y me encontré con que era una noche estrellada. Respiré hondo, tomando consciencia de cómo el aire entraba y salía de mi cuerpo. Sentía que había estado encerrada por un siglo.
     —¿Recuerdas para qué lado debemos ir? —le pregunté a Todoroki.
    —Por la izquierda —me respondió. —Corramos rápido. Bien noten que nos hemos escapado, nos vendrán a buscar.
    Asentí. Y así, tomados de la mano y en la oscuridad de la noche, huimos de aquella cárcel abandonada.

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¡Perdón por no actualizar el miércoles pasado! Tuve una semana llena de tareas y mucho estrés.
Por eso quería sorprenderlos publicando un domingo :) Espero que hayan disfrutado del capítulo

Tipo O [Todoroki x tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora