Capitulo 33

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Camino sumida en mis pensamientos, los cuales están enfocados en todos los trabajos que debo entregar para la otra semana. La mayoría de ellos son proyectos importantes que representan un alto porcentaje en la materia, por lo que representan demasiado estrés para mí.

Estoy tan distraída, que me sobresalto al sentir que alguien me toma de la cintura. Inmediatamente volteo y me encuentro con Peeta que me atrae hacía él.

—Hola —me saluda—. ¿Por qué tan sorprendida al verme?

—Perdona, estaba distraída pensando en otras cosas y me tomaste por sorpresa, ni siquiera me di cuenta de que estabas a un lado de mí.

Él sonríe divertido.

—¿Y ahora que es lo que te tiene tan distraída? —pregunta dulcemente.

—Muchas cosas en realidad —admito—. Pero lo que más estresada me tiene son unos trabajos que debo entregar para la otra semana y también lo del examen de admisión.

Al decir lo último, su mirada se ensombrece.

—Te dije que te ayudaría con eso, y por lo demás no te preocupes, tengo una solución para desestresarte —acaricia mi mejilla suavemente.

Antes de que pueda decir algo, él junta nuestros labios. Al principio no correspondo el beso por tomarme completamente desprevenida, pero después sigo el ritmo de sus labios y cierro mis ojos mientras disfruto del contacto.

Cuando nos separamos por falta de aire, distingo la intensidad en sus ojos azules. Sin esperarlo nuevamente, él pone sus manos en mi espalda baja, acorta la poca distancia entre nosotros y vuelve a besarme.

Le correspondo y pongo mis manos en su pecho, percibo que esta ocasión el beso es distinto, es demasiado demandante. Puedo percibir su necesidad mientras sus labios devoran los míos.

Me dejo llevar por la nueva sensación, olvidándome por completo de lo que hay a nuestro alrededor.

De repente, reacciono y caigo en la cuenta de que no estamos solos.

Me separo de él y al hacerlo, él frunce el ceño.

—¿Pasa algo malo? —pregunta confundido.

—No —jadeo—. Sólo que no creo que sea buena idea que hagamos esto con tantas personas alrededor —susurro.

Una sonrisa burlona aparece en su rostro, como si él no pudiera creer lo que acabo de decir.

—Bueno, entonces ven —toma mi mano y me guía con velocidad a algún lugar.

Lo sigo y después de unos segundos, llegamos al armario donde guardan las cosas de deporte.

Se escapa de mis labios una sonrisa al recordar este lugar.

Peeta abre la puerta, dejándome pasar primero.

Entro y escucho que él cierra la puerta, por lo que la oscuridad inmediatamente invade el lugar.

—¿Acaso esta puerta está abierta siempre? —pregunto divertida.

—Eso parece —no puedo verlo. Pero, por el tono de su voz, puedo adivinar que sonríe.

Nuestras risas paran cuando siento que su cuerpo se acerca al mío.

Sus manos me encuentran en la oscuridad, sus dedos avanzan por mi cintura y se detienen en mi espalda baja.

Me acerca a él, salvando la distancia entre ambos.

La oscuridad que inunda el lugar me da la seguridad para pasar mis manos por su pecho firme. Le acaricio los músculos, no se opone, sólo escucho su respiración. Y cuando llego al borde de su playera, me detengo.

¿Destino o coincidencia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora