Capitulo 49

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Un chico que se llama Aaron es quien se encarga de decir las palabras de despedida, todos escuchamos atentamente lo que dice. No puedo evitar pensar que a pesar de que su discurso llega a sonar interesante y emotivo, lo que dice no es verdad.

Lo que él asegura como una hermandad que hubo entre todos nosotros, no fue algo que haya tenido la oportunidad de percibir y mucho menos experimentar. Por alguna razón, en lugar de conmoverme al escuchar su discurso, sólo logra molestarme. Creo que soy la única que piensa de esa manera, ya que a mi lado veo que hay personas que incluso están a punto de echarse a llorar.

—Espero que en el futuro nos volvamos a encontrar siendo personas exitosas —continúa—. Les deseo un futuro lleno de cosas maravillosas.

Cuando termina su discurso, todos aplauden. Algunas de mis compañeras se ponen de pie y comienzan a abrazarse entre sí.

La gota que logra derramar el vaso, es cuando veo que las personas que se hicieron cosas malas entre ellas y que se odiaban, se abrazan con efusividad y comienzan a llorar.

A los pocos segundos, más personas son las que se unen a buscar a quien abrazar. Soy de las pocas personas que permanecen sentadas en su lugar.

Después de unos segundos, decido escabullirme para salir de aquí pero Madge, Annie y Johanna llegan hasta donde estoy. Abrazo a cada una de ellas, y aunque vamos a seguir viéndonos cuando entremos a la universidad, me despido, porque sé que ahora cada una seguirá su camino, conocerá a personas diferentes y nuestra amistad puede llegar a quedar en el olvido por la distancia y la falta de comunicación. Lamentablemente, soy de ese tipo de personas que no tiene la iniciativa para buscar a alguien, por lo que trataré de mejorar ese defecto porque sino voy a perder a mis amigas.

Termino de despedirme y me separo de ellas, lo cual es algo doloroso para mí. Inevitablemente siento cómo un nudo se forma en mi garganta al pensar que debo hacer lo mismo con Peeta.

Al ver que mis compañeros continúan con su despedida, me doy la vuelta para dirigirme a la salida. Me detengo por un momento cuando en el camino me encuentro con Adam, nuestras miradas se cruzan y me quedo quieta por un tiempo sin saber cómo reaccionar.

Después de unos segundos reacciono y desvío la mirada, lo ignoro y continúo con mi camino.

Sé que alejarme de ese lugar es un acto que puede parecer anti social, pero si ser anti social implica alejarse de personas hipócritas y que se creen mejores que los demás, entonces lo soy.

Salgo del auditorio y trato de no tropezar con la estorbosa toga. Camino sin un rumbo en específico mientras sostengo mi diploma que demuestra que he concluido la preparatoria.

Llego a un pasillo donde se encuentran los casilleros, que hace unos días estaban ocupados, y que ahora se encuentran completamente vacíos. Me recargo en ellos y me deslizo hasta sentarme en el piso, me quito el birrete y lo dejo a un lado de mí al igual que mi diploma.

Tantos pensamientos cruzan por mi mente que resulta abrumador. No puedo creer que todo haya terminado, me dolió tener que despedirme de mis amigas y ser consciente de que ya no vamos a vernos tan seguido como en la preparatoria.

Jamás he sido buena para las despedidas y realmente me duele tener que soltar a las personas que quiero. Sin embargo, tendré que hacerlo inevitablemente a lo largo de mi vida, tendré que dejar a algunas personas para encontrar a otras, es parte de la vida.

Es increíble pensar en el hecho de que todo ya ha acabado, esta etapa de mi vida a la que había estado tan acostumbrada se ha terminado y es realmente difícil para mí. Es irónico que a pesar de en el pasado había deseado que mi estadía en la preparatoria terminara pronto, ahora desee más tiempo para compartir con mis amigas y con Peeta, porque no quiero que eso termine.

¿Destino o coincidencia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora