Capitulo 41

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—¿Podrías decirnos que fue lo que ocurrió? —pregunta Annie dulcemente, tratando de sonar comprensiva.

Limpio las lágrimas de mi rostro y respiro profundamente, tratando de hacer que el llanto se detenga.

El nudo en mi garganta parece imposible de deshacerse. Sin embargo, necesito decirles lo que ocurrió, si no se los digo ahora me harán decírselo después de todos modos.

—Peeta se acostó con Heather —consigo decir, con un hilo de voz.

Escuchar eso salir de mi boca hace esto aún más doloroso. Sin poderlo evitar, las lágrimas vuelven a salir de mis ojos y salen varios sollozos de mi boca.

Trato de mitigar los sollozos cubriendo mi rostro con las manos, pero es inútil, siento que nada puede hacerme sentir mejor por ahora.

Cuando vi a mis amigas llegar, creí que esta situación sería más llevadera y que ellas podrían lograr reconfortarme, pero esto si me ha llevado al límite. Siento que es inútil tratar de mitigar el profundo dolor que siento, nada que ellas me digan para hacerme sentir mejor funcionará.

En este momento ni todos los sabios consejos, ni los tips de cómo superar esto, pueden hacerme sentir mejor.

A pesar de que no las estoy viendo, sé que se miran sorprendidas entre ellas. Espero a que alguna de ellas empiece a decir que merezco a alguien mejor que Peeta o cosas así, pero nadie dice nada, el cuarto permanece en completo silencio.

Algo que sinceramente agradezco.

Segundos después, siento una mano acariciar mi espalda.

—Eso pasó... ¿Hace rato? —pregunta Madge con cautela.

Sé que tratar de explicarles cómo pasó es imposible, ya que por más que quiero deshacer el gran nudo que me impide hablar y que incluso me dificulta respirar, no puedo, me resulta difícil tratar de controlar mi llanto.

Niego con la cabeza.

—Pero vi a Heather salir de su habitación —asegura Johanna a no ser que...

Ella se queda callada y parece comprender algo.

—Es un idiota, siempre lo ha sido —murmura ella con enojo—. Todos ellos lo son.

Su voz la escucho más cerca, luego siento cómo alguien me abraza.

—Lamento que ese imbécil te haya hecho daño —susurra Johanna—. Te comprendo y sé lo mucho que duele al principio, pero vamos a ayudarte con esto. ¿Te gustaría platicarnos que pasó o mejor después?

Agradezco de corazón que ellas estén aquí conmigo apoyándome. Enserio me gustaría poder contarles todo lo que ocurrió, es lo que más necesito ahora. Quisiera poder platicarles todo esto que me está lastimando, pero no me siento capaz de poder hacerlo, no puedo si quiera hablar sin que mi voz sea interrumpida por un sollozo.

Separo mis manos del rostro y esbozo una débil sonrisa, que lo más seguro es que haya parecido una mueca.

—Gracias, sólo quiero descansar —me limito a decir.

Ellas parecen comprender que no estoy de ánimos para platicarles todo lo que ocurrió, y se los agradezco, porque necesito tener compañía, tenerlas a ellas a mi lado.

No sé que hubiera hecho si ahora estuviera sola.

—Vamos a dormir —anuncia Johanna.

Veo que ellas se preparan para dormir.

Voy al baño y me pongo mi pijama, luego me acuesto en la cama más cercana al balcón, en la que se encuentra Annie.

Las luces se apagan, y la única luz que alumbra el cuarto es la de la luna que entra por el balcón. Giro sobre mi cuerpo hasta quedar frente al balcón.

¿Destino o coincidencia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora