Capitulo 35

832 65 6
                                    

Después de haberle dado tantas vueltas al asunto, me he dado cuenta de que a pesar de que no siempre consiga lo que quiero, siempre hay cosas mejores que pueden compensar esa perdida.

Durante algunas noches en las que me la pasé imaginando mi futuro en Alpert, me obligué a no ser pesimista y ver el lado bueno de las cosas. Gracias a eso, pude encontrar buenas razones para ir a esa universidad, la principal de ellas es Peeta.

Él lo vale todo, estoy segura de que no podría soportar quedarme sin él. Ya me he mal acostumbrado a estar la mayoría del tiempo con él.

Peeta definitivamente también se ha convertido en mi mejor amigo, me encanta estar con él y pasar tiempo platicando, riéndonos e incluso haciéndonos bromas.

Sin duda lo echaría de menos.

Salgo de mis pensamientos cuando siento un fuerte jalón en mi cabello, inmediatamente llevo una de mis manos a la zona adolorida en mi cabeza.

—¡Auch! —giro sobre el pasto para verlo y encuentro una expresión divertida en el rostro de Peeta.

—Lo... lamento —trata de contener su risa—. Sólo estaba jugando un poco con tu cabello y... —no puede controlarse y comienza a reír.

—Más te vale que no esté enredado o... —llevo mis manos a mi cabello, rectificando lo que me temía.

Le lanzo una mirada acusatoria, lo cual lo hace volver a reír.

—Cada vez que tocas mi cabello, ¡terminas haciéndolo un desastre! De ahora en adelante está prohibido que te acerques a el.

Aprovecho que él continúa riendo para desquitarme, me apoyo en un codo y con mi mano lo despeino todo lo que puedo.

—Listo, ya estamos iguales.

Paso mis dedos entre mi cabello, tratando de arreglar el desastre que provocó Peeta.

—Oye Kat...

Recargo ambos codos sobre el pasto para verlo mejor. Él permanece sentando mientras parece debatirse en contarme sobre algo que claramente le preocupa.

—¿Qué ocurre? —acomodo mi cabello detrás de mis orejas para que deje de estorbarme.

—Tengo un partido muy importante este viernes y me gustaría que estuvieras, sé que ya no debería estar nervioso pero no puedo evitarlo y... me gustaría verte ahí.

Le sonrío ampliamente.

Realmente me agrada su invitación, enserio me gustaría verlo jugar porque nunca lo he hecho, sólo lo he visto entrenar un par de veces.

—Claro que si —le aseguro—. Cuenta con ello ¿A qué hora va a ser el partido?

Su sonrisa se hace más amplia.

—A las cuatro de la tarde aquí en la escuela.

Peeta deja de verme y saca su celular para checar la hora.

Él hace una mueca y se pone de pie.

—Ya es un poco tarde, creo que es mejor irnos. ¿No crees? —propone, y extiende una mano en mi dirección.

Tomo su mano y me pongo de pie.

Levanto mi mochila del pasto y comienzo a caminar junto a Peeta a través del campo.

—¿Necesitas ayuda con eso? —pregunta Peeta, señalando mi mochila.

Niego con la cabeza.

—¿Segura? —toma mi mano.

—Si, aparte llevo cargándola todo el semestre, no creo que me pase algo por... —dejo de hablar cuando siento un agresivo chorro de agua traspasando mi ropa.

¿Destino o coincidencia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora