Capitulo 43

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A pesar de que trate de negarlo, sigo enamorada de Peeta Mellark. Y eso es muy malo, porque esto sólo me está lastimando.

No puedo evitar pensar en él casi todo el tiempo, también me encuentro constantemente con cosas que hacen que lo recuerde. No sé si me estoy volviendo loca, pero me lo encuentro en todas partes y eso no ayuda a que pueda olvidarme de él. También debo admitir con vergüenza que hay ocasiones en que me gana la tentación y lo busco con la mirada.

Este tiempo en donde sólo he podido observarlo a la distancia, me he dado cuenta de su comportamiento ha cambiado. No sé que es lo que ocurre con él, es cómo si fuera otra persona totalmente diferente a la que conocí.

No volví a verlo con la chica con la que estaba la vez pasada, sino con otras más, he tratado de no prestar mucha atención a eso, pero es imposible. Cuando me lo encuentro, casi siempre veo que él está coqueteando o besándose con alguna chica, y cada vez que veo alguna escena cómo esa algo dentro de mí duele.

Esto es lo que menos necesito ahora, ya no quiero sufrir por él, tengo que olvidarlo sin importar lo difícil que sea.

—Hola —me sobresalto al escuchar la voz de Adam tan cerca de mi oído.

Siento sus labios sobre mi mejilla.

Cierro la puerta de mi casillero y volteo a verlo.

—¿Sorprendida al verme? —me sonríe.

—No... es que... me asustaste, sólo eso.

Me mira unos instantes y luego toma mi mano.

—Oye, pensé que sería buena idea ir al cine el sábado, va a salir una película muy buena de acción, y me gustaría que pudieras ir conmigo.

El primer pensamiento que llega a mi mente es el negar a su invitación. Estoy a punto de ponerle algún tipo de excusa como siempre, pero me detengo porque se me hace grosero rechazarlo una vez más. Tal vez sea momento de darle una oportunidad, eso no significa que él y yo tengamos una relación amorosa, sólo sería una salida como amigos.

Eso espero.

Abro la boca para aceptar su invitación, pero Peeta llega de repente y nos interrumpe.

—Oye, Katniss —su tono de voz al llamarme suena totalmente diferente a cómo acostumbraba hacerlo, esta vez se escucha más frío.

No le respondo, sólo hago un movimiento con la cabeza para indicarle que continúe hablando.

—¿Está bien si esta tarde comenzamos a hacer el trabajo en mi casa?

De nuevo, estoy a punto de contestar, pero Adam me interrumpe.

—Mejor me voy para que puedan platicar mejor —voltea a verme y sonríe—. Piénsalo y me avisas, ¿de acuerdo?

En ese instante, Adam se inclina y me besa en los labios, tomándome completamente desprevenida.

Cuando Adam se separa de mí, siento que el calor sube a mis mejillas y trato con todas mis fuerzas no mostrar lo incómoda que me siento en este momento.

Él me sonríe y se aleja.

Vuelvo a mirar a Peeta, él continúa mirándome y aparenta que nada acaba de pasar. Sin embargo, su mirada está llena de enojo, más que eso, incluso podría decir que es odio lo que hay en ellos.

—¿Entonces? —se cruza de brazos.

Acomodo un mechón de cabello que me cae sobre la frente, detrás de mi oreja.

—¿Iríamos a tu casa saliendo de clases? —pregunto con seriedad.

Peeta saca su celular del bolsillo de su pantalón y checa la hora.

¿Destino o coincidencia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora